Blanca #1 Las malas noticias nunca vienen solas

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"Que pesadilla más rara".

Me maquillo delante del espejo del baño, una fina capa de base, una sutil línea de ojo y un delicado pintalabios rosa pálido, seguido  por unos pequeños coloretes, a penas aparentes.

"He soñado que me caía en una madriguera de conejo. Caía, caía y caía, hasta llegar a tocar el suelo suavemente, como si de una pluma se tratase mi cuerpo. Aterricé en un campo de hierba esmeralda, cubierto por un cielo celeste, manchado por nubes blancas bañadas por el Sol. De repente, flores empezaban a crecer del suelo, amapolas, lirios, nomeolvides... de todos los colores formas y tamaños; pero, las nubes, amenazantes, empezaron a lanzar rayos y truenos, soltando agua a borbotones, destrozando todo el vergel. Un rayo me golpea y me despierto. ¿Qué significará?"

Una vez preparada, cojo mi bolso, me abrocho el abrigo azabache y salgo de mi piso, cerrándolo con llave. Salgo del portal de mi edificio, poniéndome los auriculares y tomando el rumbo hacia "The poisoned apple". El taconeo de mis zapatos va al ritmo de la canción de los cascos, "Hurt" de Christina Aguilera.

"Tendría que haber cogido paraguas, está nublado como ayer y en mi sueño. Espero que no truene, no me gusta la electricidad".

Fuí inteligente al conseguir el establecimiento del bar. Está un par de calles al lado de mi piso. Giro la última esquina para llegar a mi destino, y los ojos se me ponen como platos.

-¿¡Rex!?- digo sorprendida y preocupada, mientras corro hacía el hombre inconsciente, que lleva encima de él a Simba con una herida en el hombro.

Llamo a una ambulancia.

Mientras la espero, veo que, en el cristal del bar, hay un agujero. Me asomo a la puerta y veo los muebles destrozados y el suelo cubierto de marcas de sangre, que llevan hasta Rex y Simba. Lo último que veo antes de que venga la ambuláncia es, en la pared de la barra, en frente de la puerta, escrito con pintura verde lima: "Larga vida al rey".

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-A ver, ¿por cual quieres que empiece?- me dice el doctor, pasando hojas de su portafolios.

-Me da igual, los dos me preocupan- le respondo.

-De acuerdo. El más pequeño de los dos...

-Rex- le termino la frase.

-Rex, simplemente está deshidratado, con una pulmonía y con la rodilla rota.

"Menos mal que era poco" pienso con ironía.

-¿Y...Simba?

-Bueno, esto ya es más complicado. Le recomiendo que se siente.

Me siento una silla de la habitación donde están los dos pacientes hospedados.

-Son malas noticias, ¿no?

-Le seré sincero, sí. La herida de su espalda es de un cuchillo que se le fue extraido con mucha mano izquierda y sin medidas de seguridad. Se ha infectado. Y, esta arma blanca, le ha rozado la columna vertebral, justo en la parte que concierne a la movilidad de la parte inferior del cuerpo.

-Es quiere decir...- digo con lágrimas a punto de brotar mis ojos.

-Es muy posible que se quede paralítico, de por vida.

El doctor deja la habitación cerrando la puerta, dejándome entre sollozos y llantos que se pueden escuchar desde el pasillo.

"Esto no puede ser, no puede ser".

La puerta se abre de golpe, son Beauty y Ben. Mi hermana se me acerca.

-¿Están bien? ¿Y tú como estas? ¿Por qué lloras? Mel ya ha llamado a la policía y han precintado el bar, nadie se acercara. Y... - me pregunta a un ritmo frenético.

El alcalde la coge de los hombros.

-Déjala respirar, ya se lo contarás todo con más tarde. Blanca, ¿te importa si hablamos fuera un momento?

-No- respondo, secándome las lágrimas con mi pañuelo- Beauty, quédate a vigilarlos, por favor.

-No te preocupes.

Mi cuñado se gira y empieza a caminar hacia la puerta, antes de moverme, mi hermana me abraza, rodeándome con sus cálidos brazos, como si de una madre se tratase. Nos separamos y me mira a los ojos.

Salgo al pasillo contiguo, que da al jardín del hospital, separado por un ventanal.

Ben me espera al lado de la puerta de cristal que da al pequeño vergel hospitalario, de camino a su posición me cruzo con Mel.

-Hola, Blanca ¿Están Rex y Simba bien? ¿Y tú como estas? ¿Por qué parece que has llorado? He llamado a la policía, han precintado todo el bar para buscar pruebas y para que nadie se acerque tres de ellos me han dado su número, pero he tirado dos porqué los chicos eran muy feos. Y... - como se nota que las tres somos hermanas.

-Ve a la habitación, está Beauty. Voy a hablar con Ben, ahora vuelvo y os lo explico todo, ¿de acuerdo?

-Vale- y me da un abrazo igual al que me había dado Beauty.

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Nos sentamos en uno de los bancos del jardín al lado de la fuente central, cubiertos por la sombra de un árbol apenas cubierto por tímidas hojas que no se atreven a enfrentarse al invierno.

-Mira, seré rápido. Geppetto ha... ha muerto.

-¿Qué?- pregunto anonadado con los ojos como platos- ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué?

-Hace dos semanas, en su casa. Se lo encontraron hace dos días sus vecinos en su casa porque empezaba a oler mal. Según parece se disparó en la cabeza, la pistola en la mano apunta a eso- me responde con un semblante serio.

-¿Y no estaba Pinocho para avisar a las policía o algo?

-No, según parece, habían tenido una pelea y el chico escapo por la ventana de su cuarto, escapándose a casa de un amigo.

-¿Qué amigo?

-No lo quiere decir.

Tomo aliento y prosigo.

-Y... ¿qué pasará con él?

-Los fablewalkers del ayuntamiento se han reunido y han tomado una decisión.

-Soy yo, ¿no?

-Si, ya sabes como son las ordenes de esa clase de reuniones.

-Inamovibles.

Bestias de tinta (pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora