Escucho los pasos acercándose hacia él y se voltio. Su corazón dio un vuelco antes de empezar a latir más deprisa por la angustia. Ella sonrió al verlo y camino los pocos pasos que le faltaban para llegar hacia él y lo rodeo con los brazos. Draco solo pudo estrecharla con fuerza contra él, escondiendo su cabeza en el alborotado cabello de ella, que despedía un agradable y adictivo aroma floral.
Había logrado reparar el Armario Evanescente y Snape le había avisado que Dumbledore estaría ausente esa noche. Había llegado el día. Tendría que introducir los mortífagos a la escuela, y matar a alguien. Sintió como su corazón daba otro vuelco ante ese pensamiento. Fue un idiota, realmente un idiota al pensar que podría hacerlo. Era débil y cobarde, no tenía el suficiente coraje para matar a alguien. Pero no le había importado, había aceptado la marca orgulloso, pensando que ese era el bando correcto para él, el que llevaría a la familia Malfoy a la cima. Aunque nunca podría haberse negado, principalmente porque era débil y cobarde. No era valiente, no como ella.
Sin darse cuenta, la apretó más fuerte contra él. Necesitaba una buena dosis de ella. Necesitaba la fuerza que sentía después de abrazarla, besarla...
Sonrió con ironía al pensar en la reacción que hubiera tenido si hace un año atrás le hubieran dicho que una sangre sucia Gryffindor sería su fuente de fortaleza. Pero lo había asumido de a poco.
Si le dijeron que contara la historia de ellos, no podría. En primer lugar porque odiaba demostrar sus sentimientos, ni siquiera se los había dicho a ella, y en segundo porque todo había sido demasiado desconcertante. Las miradas en clases, las discusiones, besos, los encuentros secretos…
Cuando se dio cuenta que la deseaba, decidió dejar de lado sus creencias y orgullo hasta cansarse de ella, totalmente convencido de que era solo un capricho. Pero se había dado cuenta que ella era mucha más que un simple capricho. Y lo único que pudo hacer fue alejarse, prometiéndose a si mismo nunca volver a acercarse a ella de esa manera porque estaba sintiendo ese sentimiento que llamaban "amor". Lo habían criado precisamente para que no sentir eso. Era un Malfoy y ella una sangre sucia, un mortífago y ella fiel amigo de Harry Potter.
Después de unas malditas semanas acostándose con cualquier chica para olvidarla se dio por vencido. Simplemente no podía olvidarla, y se dio cuenta lo estúpido que había sido al pensar que su estúpido apellido y la maldita sangre que ella tenía en las venas era más importante de lo que sentía. Y que no podía evitar de alguna forma siempre volver a ella.
Hermione al sentir los brazos de Draco apretarla con tanta fuerza, como si quisiera fusionarla con su propio cuerpo se dio cuenta que algo no andaba bien. Puso una mano en el hombro de él y lentamente se alejo unos pocos pasos para poder mirarlo mejor. Lo que vio en la dejó helada.
Los ojos grises de él clavos en los suyos estaban nublados por una enorme impotencia y desesperación. Estaban atormentados por un secreto, uno que escondía con ahincó y al que ella no había podido llegar a pesar de haber intentado.
-¿Draco? - preguntó en un susurro y él parpadeó antes de concentrarse en ella.
"¿Draco?". No pudo contener la sonrisa que invadió su rostro ante la forma que Hermione pronunciaba su nombre. Poso lentamente su mano en la mejilla de ella, acariciándola con la yema de los dedos. La castaña suspiro y cerró los ojos para disfrutar más de esa caricia.