Capítulo 9

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Levi:

Qué a gustito...

Abro los ojos, solo un poco, y al verla de espaldas, hundo mi cabeza en su cuello, respirando el aroma de su pelo y la abrazo aún más fuerte, rodeándola completamente con mis brazos y pegando su cuerpo todavía más al mío, sintiendo su calor.

Ella se retuerce ligeramente, arrimándose hacia atrás, acomodando su espalda en mi pecho, y mis labios quieren dejar un beso sobre su cabeza, pero no lo hacen.

—Hmmm... —De repente su voz me devuelve a la realidad, y me doy cuenta de lo que estoy haciendo—. ¡Levi!

De un salto se separa de mí, y yo me enderezo, sentándome con mi espalda apoyada en el cabecero, cuando ella se gira para mirarme, con la cara completamente roja. Aún tardo unos segundos en darme cuenta de lo que está pasando, y cuando miro entre mis piernas, levanto la cabeza rápidamente hacia su cara.

—¡Perdón!

—¿¡Qué haces!?

—¡No he hecho nada!

—¿¡Qué estás haciendo!?

—¡Que no hago nada! ¡Yo no puedo controlar mi cuerpo mientras duermo!

De pronto se inclina hacia mí, apoyando sus manos muy cerca de mi cuerpo, y gatea por encima, saliendo de la cama y metiéndose corriendo en el baño sin decir nada más. Hundo mi cabeza en un cojín, ahogando un grito, y la separo.

Desde aquel día, ha empezado a dormir conmigo todas las noches; primero apareciendo de madrugada, con cara de sueño, pero sin ser capaz de pegar ojo; y después dirigiéndose hacia aquí directamente, pasando por su cuarto tan solo para cambiarse. Nadie sabe qué hacemos esto, sería demasiado complicado de explicar, y entre el Cuerpo de Exploración están terminantemente prohibidas las relaciones personales. No es como si mantuviésemos una, solo la ayudo a dormir, y ella a mí, pero tampoco es como si no se me hubieran pasado por la cabeza muchas cosas.

Respiro.

Solo una niña.

La verdad es que me extraña que no nos hayamos enfrentado a esta situación antes. Me pongo en pie y camino hacia el baño. Llamo con los nudillos.

—¿_____? —No oigo nada—. Necesito pasar.

No me responde, pero al poco rato abre la puerta y pasa por mi lado con la cabeza baja, todavía con la cara roja y empapada. Prefiero no decirle nada y me meto en el baño. Es solo una niña. Tengo que hablar con ella y arreglar esta situación, pero primero me doy una ducha, con agua fría. Muy fría. Acabo rápido y me envuelvo una toalla a la cintura, y con otra me quito la máxima humedad del pelo que me resulta posible. La apoyo sobre mis hombros y me peino mientras todavía tengo el pelo mojado. Planeo vestirme e ir a buscarla a su cuarto para tener una conversación con ella, pero cuando salgo por la puerta, todavía sigue ahí, sentada en mi cama, mirando distraída al suelo.

—¿Qué haces aún aquí? —Ella levanta la cabeza del suelo para mirarme; sus ojos se abren mucho, y devuelve la vista hacia sus rodillas

—No sabía que ahora te molestase que estuviera aquí.

—Ni siquiera lo he insinuado... —Voy hacia el armario para coger mi ropa.

—¿No tienes ropa? —susurra.

—Punto número uno, no, en el baño no la tenía; punto número dos, recordarte que estamos en mi habitación, y puedo ir como me dé la gana; punto número tres, que me tutees y duermas en mi cama no significa que yo no siga siendo tu superior, y puedo pasearme así por donde me plazca. —Termino de sacar la ropa y se la enseño—. ¿Qué te parece? ¿Me vestiré así hoy?

La oportunidad de besar tus labios (Levi y tú) [ COMPLETA Y EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora