—E-es que n-no entiendo... justo cuan-cuando iba a declararme d-dice que quiere terminar lo uni-único que me une a él d-de forma m-mas privada, ¿Por qué tengo que hacer todo mal? D-de seguro encontró a alguien más y yo estoy aquí como idiota llorando. —las lágrimas no paraban de caer de sus ojos, tartamudeaba al hablar a causa de los hipidos que no podía reprimir.
Chan se dedicó a sobar la espalda de su amigo y prestarle su hombro para que llore. Se sentía muy mal por Minho y por Felix, ellos se amaban pero sufrían mucho por ello. Pero una lamparita en el cerebro, muy de película. Se excusó con que iría a buscar algo para hacer que se sienta mejor. En realidad entró a la habitación de Felix, sin siquiera tocar.
—Felix, tienes que ir a mi cuarto, ahora. —dijo Chan, tomando a Felix y alzándolo para luego dejarlo frente a la puerta de su cuarto, donde Minho lloraba desconsolado.
— ¿Qué-
—Shh, me lo agradecerás luego. Ahora entra. —dijo Chan dando un empujoncito a los hombros del más bajo para luego salir de allí y meterse al cuarto de Felix.
Algo desconfiado giró el pomo, abriendo la puerta un poco. Escuchó sollozos. Abrió más la puerta y se encontró a Minho hecho un ovillo entre las mantas de su cama. Estaba hecho un desastre. Sus ojos estaban enrojecidos y las lágrimas no cesaban por nada. Su labio inferior temblequeaba, dejando salir sonidos dolorosos y suaves hipidos. Estaba pálido y demacrado.
Milagrosamente Minho no lo notó, así que cerró la puerta lo más silencioso posible para luego acercarse lentamente a la cama, tratando de no hacer ningún ruido que altere al mayor. Ya estando al lado de la cama, con Minho mirando a un punto indefinido de las sabanas, se sentó en frente. El peso extra en el colchón hizo que el mayor levantara la cabeza, encontrándose con esos ojos infinitos y esas constelaciones en su rostro.
— ¿Q-que haces a-aquí?—preguntó Minho, su ceño se frunció un poco. A esto se refería Chan, este es el momento, pensó Felix.
Buscó las manos del mayor, acunándolas entre las suyas. Estaban frías y algo rasposas, pero para Felix se sintió como un golpe de realidad. Estoy por declararme. Con su pulgar acarició el dorso de la mano contraria, mirando como sus manos unidas se fundían en una. Levantó la mirada sonriendo, algunas lágrimas escapándose de sus orbes avellana.
—Vine p-por ti, porque no me veo en un mundo sin ti a mi lado. Porque, demonios, rompí tantas reglas en ese maldito juego que ya no sé si esto es un crush o estoy malditamente enamorado. No, en definitiva estoy enamorado de ti, Lee Minho. No sé cuando, ni como paso, pero caí ante ti, y agradezco haberlo hecho. —dijo Felix, las lágrimas ya salían con fluidez, estaba hablando sin tartamudear, estaba expresando sus más profundos sentimientos hacia el dueño de su corazón.
—Felix...—dijo Minho, su llanto había cesado cuando Felix comenzó a hablar. Soltó una pequeña risa para luego abalanzarse hacia el menor y unir sus labios.
Fue un segundo. Un suave tacto, casi tan ínfimo como un roce pero a la vez tan delicado y lleno de sentimientos. Sus labios se unieron y danzaron en honor al amor y a la alegría, mezclándose y fusionándose en un solo ser.
—Ya te habías tardado...—dijo Minho riendo, a lo cual Felix se unió. Ambos se besaron nuevamente, sonriendo y riendo, secando las lágrimas del otro y reemplazándolas con roces de amor. Porque romper algunas reglas valió totalmente la pena.
REGLAS REGLA 1: No besos en la boca. REGLA 2: No enamorarse.
FIN.
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Bueno, ahora si podemos darla un fin a Talk Dirty, espero que les haya gustado, les mando un beso. Cuídense, no se olviden de tomar agüita.
Btw, sigo medio insegura así que agradecería si me dejaran un comentario aquí dándome su opinión sobre la historia. No tiene que ser algo enorme, es más, hasta puede ser una sola palabra, pero lo agradecería mucho!
