First Part

352 33 17
                                    

(Julio, 13. 1766)

Jules se disculpó amablemente con la dama y decidió salir al balcón. Al joven Blaisdell le gustaba socializar. Era divertido ver a través de la hipocresía de la gente, sus patéticos actos. Igual que era divertido formar los suyos propios. Pero a veces necesitaba un poco de aire fresco, descansar de la actuación y simplemente disfrutar del cielo decorado de estrellas.

Entonces lo vio. A la luz de la luna, el niño cuatro años menor que él, que jugaba con un pequeño gato gris, se rió. Risa que al heredero de la casa Blaisdell le pareció angelical. Se encontraba en el jardín, junto con varios guardias reales que lo custodiaban. Jules se preguntó qué hacía el joven príncipe allí, cuando debería de estar atendiendo el banquete. Y se preguntó cómo, siendo parte de una familia real, llena de tramas y falsedad, podía su risa seguir sonando tan pura.

Estaban separados por menos de veinte metros, y podía ver perfectamente esos labios curvados genuinamente que adornaban la cara del chico. De alguna manera, tuvo el impulso de arrebatarlo. De tenerlo solo para él.

Algo asombrado y asustado de su mente, se obligó a retener esos pensamientos imposibles. Sin embargo, ver la pálida figura del Delfín de Francia iluminada por la luz de la luna, hizo que Jules imaginase que había visto a un ángel recién caído del cielo, el cual aún no había sido contaminado por los pecados de la tierra y se mantenía puro. Y él, como el demonio que era, mentiroso e hipócrita, tuvo los instintos de mancillar de oscuridad a ese ángel inocente y bello. Pero a la vez, quería alzar un altar dedicado a ese ángel para que pudiese preservar su pureza y adorarlo día y noche. En ese momento Jules se preguntó seriamente por qué no lo había notado antes, a tan deslumbrante arte.

*************

(Septiembre, 25. 1766)

Tres meses. Tres meses de fiestas, tres meses de observación y fascinación. Por primera vez agradecía los numerosos banquetes dados en palacio por Luis XV.

Y su oportunidad llegó tres meses después de su "mágico encuentro".

La caza de otoño se celebraba como siempre a finales de septiembre, cuando el tiempo aún era relativamente bueno. Jules estaba sentado con un porte elegante y su característica sonrisa en su caballo negro. Mirando de reojo hacia la familia real, vio a su ángel acariciando al caballo blanco que iba a montar. Tan precioso como siempre.

Cuando vio a éste subirse al animal, intentando mantener una pose altiva que solo lo hacía ver (a sus ojos) como un pequeño gatito siendo orgulloso, Blaisdell mostró una sonrisa genuina. Realmente adorable, pensó.

La caza comenzó. Jules fue por su cuenta. Nadie en su familia que participaba representando también a la casa Blaisdell se lo negó, ya sea por el motivo que fuese. Y él, obviamente, siguió a su pequeño ángel. Desde las sombras, a una distancia prudente, siempre observando. Sonriendo cuando él sonreía, y sonriendo aún más cuando él hacía pucheros porque no lograba darle a alguna presa.

Así que, cuando esas personas intentaron atentar contra la vida de su sol, Jules pudo reaccionar de inmediato.

Eran muchos, demasiados. Estaba claro que el asalto había sido preparado por mucho tiempo. El joven Blaisdell sintió una rabia enorme hacia quien o quienes fueran los que habían preparado el drama. Tampoco podía asegurar que los guardias reales no estuviesen actuando y desconfiaba de todos salvo de sí mismo y su ángel, por lo que ignoró cualquier lucha que los guardias reales pudieran tener y sólo atacó a los que se interponían en su camino hacia el Delfín de Francia. El capitán de la guardia programada para su pequeño lo vio.

"Joven Maestro, ¿qué hace aquí?". Gritó. Parecía sorprendido de que alguien más los hubiera seguido a una área tan remota del bosque. Jules quería gritarle. ¿Qué tan idiota tenía que ser alguien para pensar que un sitio alejado del campamento principal sería seguro para la familia real? Incluso sospechó del capitán. Pero se obligó a responder calmadamente, y como siempre, con su cara sin mostrar sus verdaderas emociones.

𝕹𝖔𝖇𝖑𝖊𝖘𝖘𝖊 (𝔏𝔬𝔲𝔦𝔰𝔡𝔢𝔩𝔩)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora