Verano.
Ya habían pasado algunos meses desde que me había instalado "provisionalmente" en la casa de Des. Todavía no tenía el valor suficiente para acercarme a mi casa ya que, seguramente estarían merodeando los lobos que me habían desterrado por ahí cerca y sinceramente, no tenía muchas ganas de recibir graves gruñidos o mordiscos por su parte.
A pesar de que no me sentía del todo a gusto en casa de Des, por lo menos agradecía profundamente su compañía y le ayudaba en la biblioteca y me di cuenta, que no había tocado mis cuadernos desde el día que le confesé lo de esa mujer. ¿Por qué razón? pensé mientras veía dormir plácidamente a Des sobre la cama. Acariciando su rostro, él emitió un sonido parecido a un quejido y besando su frente, lo acerqué a mi cuerpo para poder acariciar su espalda desnuda. Meciéndolo lentamente, le pasé la mano por la frente y sonriendo como un idiota pensé ¿Qué es lo que había echo yo para merecer esto? Apretándolo contra mí, me sentía dichoso y acariciando más su cuerpo, me di cuenta de las claras evidencias de mis mordiscos y chupetones que le había dejado a la largo de su cuerpo.
Tragando saliva, por un momento me sentí algo avergonzado pero no arrepentido ya que él había hecho muchas cosas por mi y ayudándome cuando había estado algo cachondo, nos habíamos dedicado a follar permitiéndome que disfrutase de su cuerpo a pesar de que mi época de celo terminó hace algún tiempo aunque, no solo lo quería porque me permitiera disfrutar de él. Lo quería para mucho más. Quería conocerlo. Poder ser su hombro y paño de lágrimas, y ser algo más para él, si es que alguna vez, lo voy a poder ser.
Viendo como abría los ojos, me sonrió y deslizando sus brazos por detrás de mi cuello, me acercó más a él y besando mis labios, tuve que saborearle ya que, un solo beso me había sabido a poco. Llenándolo de besos, ya sea por su rostro o por su cuello, él se rió y notando ambas manos en mi pecho, mi corazón estaba como loco. Definitivamente quería comérmelo pero a base de besos.
-Buenos días... -dijo algo remolón- ¿Cómo has dormido?
-De fábula. Creo que anoche ambos nos pasamos un poco -dije deslizando mi pulgar por su labio inferior de manera pausada.
-¿Lo dices por tu impulsividad? -preguntó divertido.
-Si y porque creo que tengo la espalda llena de araños -le di un beso encantado.
-No es culpa mía de que llegues hasta lugares que... -pero le volví a callar con un beso. Estaba claro que me lo quería comer.
-Ssssh, no hables -sonreí.
-¿Cuanto llevas levantado?
-Déjame ver... -y mirando el reloj de la mesilla de Des, me di cuenta que eran cerca de las 10 y cuarto de la mañana- Llevaré como...¿2horas despierto? No tengo idea.
-¿Por qué no me has despertado?
-¿Y perderme esa cara dulce babeante? Ni hablar -dije con una sonrisa.
-¿Has estado 2horas mirándome? -preguntó sorprendido haciendo un adorable puchero apoyando su barbilla en mi pecho.
-Me pasaría más horas contemplándote si es necesario.
-Y...¿Has estado pensando en algo en particular? -preguntó jugando con mi pecho.
-Si que estaba atrevido desde por la mañana -pensé acariciando su cabeza- La verdad, es que si.
-¿Y que...Pensamientos recorrían tu mente en ese instante?
Sonriendo como un perro, le subí a horcajadas encima de mi y haciendo que mi pelvis y sus nalgas, ambas tapadas por una fina tela de calzoncillos, quedaran en una posición bastante favorable.
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El bibliotecario y el guardián
Diversos¿Creéis en el destino? ¿Pensáis que la sangre une algo mas que el destino? Eso es lo que pensaba Leo al encontrarse nuevamente con aquella persona que había jurado proteger pero, tenia un ligero problema. La luna es su peor enemiga. Des, es un bibli...