Sol

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Narra Escanor

-"No eres la persona que debe caminar a mi lado, porque eres el mismo sol que me guía"

Si debía estar bien idiota para soltar esas cursilerías, pero es que así me sentía respecto a Merlín.

Ella era tan amable conmigo, me hacía sentir que era especial de buena manera, no un fenómeno como siempre me hizo creer la gente, pronto mi corazón comenzó a llenarse de calidez cuando la tenía a mi lado, pero yo siempre supe que ella no sentía lo mismo por mí y no me importaba, por qué cuando nos conocimos con los demás Pecados, ella no mostraba ningún interés por nadie.

Mi mente estaba bien con eso, ella era una especie de Diosa inalcanzable y si lo era para mí, la persona más poderosa del mundo como me hacía creer mi patético orgullo, obviamente sería inalcanzable para todos los demás mortales.

Pero el primer golpe de realidad me dio más duro de lo que imaginé.

-Meliodas, tienes que protegerlo, él es mi esperanza.

¿Su esperanza para qué? Ese muchachito que no pudo evitar que un mandamiento la convirtiera en piedra.

Sabía que Merlín estaba en Camelot y que trabajaba al lado del rey de esa nación, pero nunca me detuve a pensar cuál era la relación de esos dos, cuando lo conocí en Vaizel, me pareció un debilucho, un mocoso mimado de esos que siempre tuvieron la vida fácil. ¿Y cómo no la tendría? si Merlín fue quien cuidó de él.

-Rosa- suspiro entonces, durante mi vida en Castellio, ella había sido la única persona amable conmigo y eso le había costado la vida y ese niño suertudo había tenido la dicha de crecer al lado de la mujer que amo, no solo eso, era querido por todos en su reino, era casi como si él hubiera tenido la vida que yo tanto deseé.

-¿Arthur era una persona irremplazable para ti, tal como Meliodas lo es para mí?

Nunca escuché la respuesta a esa pregunta, pero mi corazón siempre la supo, aún si la propia Merlín lo negara en ese momento.

***

-¿Porqué se estaban gritando?- le pregunté con preocupación.

-Nada, ya te dije fue una tontería, ya sabes cómo se ponen los adolescentes.

-Deberías ponerle más límites, para que no te falte el respeto- le dije inocentemente.

-Sí, lo sé, lo castigaré luego- me dice no muy convencida y es que aunque creyera lo contrario, Merlín no era tan buena para mentir, al menos así la veía yo.

No me engaño cuando volvió lastimada por Zeldris y siempre supuse que sus intereses en la Guerra Santa eran diferentes a los de los demás.

***

La duda me hizo ir tras ella, mi corazón latía acelerado pensando en lo que podría escuchar tras esa puerta, en verdad el que correspondiera mis besos me había dado una pequeña chispa de esperanza, pero la realidad volvería a darme en la cara.

Los oí discutir y luego las cosas cambiaron radicalmente, en mi ansiedad me faltó un poco de sentido común para darme cuenta de lo que estaba pasando, la oí "quejarse" cada vez más fuerte y creí que él la lastimaba, hasta que me asome más y descubrí lo que pasaba realmente.

Quise entrar y agarrarlo a golpes de nuevo, pero el rostro de Merlín, esa expresión que yo jamás lograría provocar en ella, me detuvo en seco, en su lugar me quedé ahí como idiota, imaginando que era yo quien estaba allí con ella.

Si así es, yo la persona más arrogante, él que dijo que se alzaba por encima de todas las razas, deseando ser el chico que tanto detesto.

***

-Podemos hablar- me dice desde la puerta y yo dudo unos segundos antes de hacerla pasar- Escucha sé que estás molesto o incluso me debes odiar en este momento por lo que pasó.

-¿Odiarla? Me odio a mí mismo por haber sido tan estúpido e ingenuo de darme ilusiones.

-No te odio Merlín, estoy tan avergonzado por lo que pasó, yo... -realmente no tenía excusa, una cosa era oír tras las puertas, cosa que ella no sabía que había hecho antes y otra invadir así su privacidad, por qué quiérase o no, era su maldito castillo.

-Está bien, supongo que me seguiste porqué estabas preocupado- dice mientras cruza sus brazos, su señal de estar nerviosa- En serio, quería intentar algo contigo: tus palabras, la forma en la que me defendiste durante esa batalla, el haber estado de mi lado cuando supiste cuales habían sido mis intenciones en todo lo que pasó...

-No podemos mandar a nuestro corazón Merlín, no puedo evitar lo que siento por ti, así como asumo, que tú tampoco puedes evitar tener sentimientos por otra persona- la interrumpo- Solo desearía que me lo hubieras dicho antes.

-Lo sé, las cosas no son tan sencillas como piensas... yo misma aún no término de asimilar algunas cosas.

-¿Pero está todo bien verdad?- le digo mientras analizó sus expresiones, definitivamente no era la Merlín que conozco y eso me estaba llenando de incertidumbre- ¿Acaso ella no era feliz?

-Sí, sí, bueno... estamos recién comenzando con esto y...

¿Recién comenzando? ¿O sea que lo que vi no era nada comparado con lo que pasa entre ellos? Supongo que por eso lo eligió, un viejo de 42 años como yo, no es competencia para un joven de 19 con todo el vigor de la juventud, aunque una parte de mí se decepciona que Merlín lo eligiera solo por eso.

-Les deseo suerte- le digo con una falsa sonrisa, sin querer oir mas explicaciones.

-Eso sonó tan falso- me dice con una pequeña risa- Pero gracias, en serio la vamos a necesitar.

La veo ponerse más nerviosa, lo que significa que aún no termina de decirme todo lo que quiere que sepa, ¿Qué sigue? ¿Se van a casar?

-¿Pasa algo malo? ¿Merlín, segura estás bien?- le pregunto con tono tranquilo, esperando que pueda confiar en mí- ¿Vienes a decirme que te comprometiste con él?

-Aun no, pero... si hay algo más importante que debes saber y quiero decírtelo antes que a los otros- ahora mi corazón ha vuelto a acelerarse y si tiene que ver con lo que vi, creo que sé lo que estoy por escuchar.

-¿No me digas qué...?

-Estoy embarazada- murmura apenas y siento como una punzada de dolor me atraviesa, el karma perfecto por haberme sentido feliz cuando vi al rey de Camelot clavarse su propia espada.

Born in ChaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora