Día 5

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Las apariencias engañan.

O más bien, las personas no son capaces de ver más allá de lo que se muestra ante sus ojos.

Por ejemplo, Akashi. Cualquiera que mirará a Seijūrō se daría cuenta que por fuera es una persona seria. De esas personas que sigue todas las reglas y exigente a que los demás también las cumplan. Responsable con sus actividades. Una actitud impecable. Todo aquello es cierto pero hay algo que nadie sabe o mas bien, casi nadie.

Por otro lado tenemos a Furihata. Quien sea que le miré se puede dar cuenta que es un chico amable, bastante servicial ofreciendo su ayuda a los demás siempre que es posible. Aunque también alguien tímido en bastantes aspectos, casi nervioso. Al igual que con lo de Akashi, todo aquello es cierto, pero hay algo que casi nadie sabe.

Tanto Furihata como Akashi comparten un secreto, juntos. Aunque en un inicio solo era algo de Seijūrō.

El pelirrojo ni siquiera sabe cuándo es que comenzó. Lo único que recuerda es que en algún punto de su adolescencia se dió cuenta que le gustaban cosas ligeramente distintas. De esas que la sociedad en general no considera políticamente correctas en un hombre.

El chico de ojos rubí gustaba de usar prendas que normalmente se consideran de dama. Disfrutaba de utilizar delicadas telas en preciosos vestidos y faldas tanto largas como cortas, ajustados y holgados. Algunos lisos otros con olanes. Estampados simples o llenos de colores y figuras.

Al ponerse las prendas le entretenía mirarse al espejo. Admirando su propia figura. Nunca se ha considerado, propiamente dicho, narcisista aunque es verdad que puede admitir que se ve bien cuando viste de aquella manera.

Tiene que agregar que por encima de todo aquello, su parte favorita es combinar los zapatos que utilizará. No importa que conjunto usará o los colores que utilizará, siempre deben de llevar un par de tacones.

Desde tacones aguja, cuadrados, plataformas, altos o bajos, ha utilizado todo los tipos distintos de tacones posibles. De nuevo, no duda en admitirse a si mismo que le gusta como su figura se realza cuando usa aquel tipo de calzado, como resaltando sus ejercitadas y bien cuidadas piernas.

Por supuesto, aún cuando empezó a salir con Kōki, ni por un momento pensó en dejar aquel "pasatiempo", después de todo era algo que de una particular manera lo hacía sentir feliz e inclusive a gusto consigo mismo. Así que en cuanto la relación de ambos había avanzado, y el se sintió preparado, de manera casual le dijo la "verdad" al castaño.

Aún cuando sabe que no habría dejado de hacer lo que le gusta no importa que, para ser sincero si tuvo miedo de lo que pudiera pensar el más bajo. Porque aunque el se sintiera cómodo con ello, no sabría que reacción podría tener el otro, tal vez lo creyera desagradable. Por ello debe admitir que se sintió aliviado cuando al castaño no pareció molestarle, más bien le apoyo y le reafirmó porque se había enamorado de el en primer lugar.

Así es como el secreto que originalmente era solo del pelirrojo paso a ser de ambos.

Si en un principio era cuando no había nadie que aprovechaba para vestirse como el quisiera, ahora también lo hacía cuando sabía que solo estaría su pareja. Paseando por la casa en tacones y sus diferentes vestimentas, de las que poco a poco conseguía más, gracias a que su novio le empezó a regalar prendas de todos los tipos.

Casi de manera inevitable aquello dejo de ser parte solo del ámbito cotidiano entre ellos y paso a tomar lugar también cuando lo llevaron a momentos aún más privados e íntimos.

Nadie lo esperaría de ambos y quizá sea mejor, es algo que les pertenece a ambos y solo a los dos.

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Aunque no me agrado cómo lo he desarrollado, si que me gustó la idea. Probablemente escriba un mini fanfic de ello en el futuro. Pero bueno, ya veré.

Nos leemos en el siguiente día.

31 Días de AkaFuriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora