Capítulo 27: el único que se fue.

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Tras recibir el dinero, Terry permaneció ausente encerrado en su departamento

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Tras recibir el dinero, Terry permaneció ausente encerrado en su departamento. Sabía que tenía una tarea pendiente; aunque dejó pasar unos días porque la idea de matar a alguien resultaba, a todas luces, alucinante.

El dinero recibido lo envió a sus padres, pues estaban pasando por un mal momento, así que transfirió el dinero a la cuenta familiar. Sus padres preguntaron por el origen de aquel dinero; sin embargo, él no dio mayores detalles, salvo que lo consiguió trabajando.

Cada noche, pensaba una y otra vez en aquella "tarea". El hecho de matar a alguien le erizaba los vellos de sus brazos y un escalofrío recorría su espalda. Pero debía hacerlo, de cualquier modo, había dinero en juego y Duncan advirtió ayudarlos en caso de que las cosas salieran mal, es decir, que los arrestaran.

Mac y Miguel ya estaban en un calabozo, a la espera de aquella ayuda; no tenía mayores noticias sobre ellos y no iba a profundizar en ese asunto, pues resultaría perjudicado. ¿Y si no cumplía con su ayuda? ¿Si dejaba que ellos se pudrieran en prisión? La idea resultaba egoísta, al fin y al cabo, ya había recibido una parte del dinero. Si todo salía bien, podría recibir el dinero restante prometido y si lo atrapaban, él los ayudaría.

Unos días después recibió el llamado de Duncan dándole luz verde. Tiempo suficiente para pensar las cosas con claridad; sobre todo, para prepararse mental y físicamente para lo que venía.

Debía vigilar a su objetivo -día y noche si era posible- y encontrar el momento perfecto para llevar su tarea a cabo. Tenía instrucciones precisas y claras. Finalmente, encontró el día perfecto y ejecutó su plan.

≪ •❈• ≫

Con todo el asunto de su graduación y las sospechas de Brittany, Erin estaba cada día más estresada, sus pensamientos se veían inundados por suposiciones y locuras que solo su mente podría generarle. A pesar de todo ello, encontró un instante para pasar tiempo con Samuel después de varios días sin verlo. La única interacción que tenían era por mensajes y llamadas.

Aquella tarde, el viento soplaba incesante.

Samuel y Erin iban, cada uno, con una gran chaqueta de invierno, con gorro y guantes, pues el frío de la época lo requería. Caminaban en dirección a la casa de Samuel. Era una gran incógnita la razón por la que siempre había algo de qué hablar y eso, era algo que Erin amaba: tener siempre tema para hablar.

Sam contó una anécdota divertida sobre el trabajo y Erin soltó una gran carcajada.

-¿Es en serio? -cuestionó ella, pues aquel relato era increíble.

-Sí -contestó Sam, sin dejar de sonreír-. El pobre salió corriendo con la ropa empapada y con un trozo de papel higiénico pegado al zapato.

Despiadada Venganza © [disponible en físico] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora