Para la estrella más brillante

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Recuerdo ese viernes por la mañana del 8 de enero de 1971, era frío y lluvioso en Colorado, Texas. Muchos no salían de su casa, pero en cambio yo, con tan solo 24 años tenía que trabajar. Mi madre fue inmigrante en EUA y se embarazó, fue señalada por muchos como una cualquiera así que recayó en la bebida. En lo poco que recuerdo de mi infancia nos mudamos tres veces y 8 veces cambie de escuela. Al nacer en Texas obtuve la nacionalidad estadounidense, pero mi madre era discriminada.

Tuvo muchas relaciones fallidas, incluso, llegaron a golpearla. Yo era muy pequeña como para entender su situación. Fue a los 17 años cuando jamás volvió a casa y nunca llegue a saber de ella. Tuve que olvidarme de seguir estudiando.

A pesar de mi corta edad salí adelante. Una anciana que era vecina nuestra me ayudó a afrontar las cosas que me esperaban, le agradezco mucho. La vieja casa donde crecí junto a mí "madre" la vendí, también todos los muebles y me mudé a un departamento en la ciudad, era pequeño, pero cómodo. Obtuve un trabajo como mesera de 7 AM a 4 PM para luego ir como niñera de una pareja apellidada Cortés con tres hijos. Llegaba a mi departamento como a las 1AM. Era dura mi vida, pero no tanto para lamentarme.

Volvamos al inicio del viernes de 1971. Hubo los mismos clientes de lo habitual, la misma rutina de siempre. Muchas de mis compañeras coqueteaban con los chicos jóvenes que llegaban. Yo no era muy atractiva que digamos, pero tampoco era muy fea. Tenía uno que otros pretendientes.

Sara, era una de las amigas más cercanas que tenía. Era 9 años mayor que yo. Trabaja en una estética frente a la cafetería, podía obtener cortes gratis, era un beneficio. Ese día pensaba mucho en que corte podría hacerme. Mi cabello llegaba hasta mi cintura y solo lo amarraba.

Sin esperarlo, un chico se sentó cerca de la barra. Tenía una cabello desarreglado y usaba lentes, su tez era pálida, como si hubiera estado enfermo. Además de que vestía una camisa de cuadros roja que le quedaba enorme.

No le tome tanta importancia a su apariencia y le atendí. Pidió solamente un café con leche. Su voz era baja, apenas y le escuché. Me dio la sensación que pasaba por alguna situación difícil, así que decidí regalarle una rebanada de pay de piña a lo que no respondió nada. Al estar atendiendo otros clientes noté que ya se había ido. No si antes pagar por el café y el pay.

Al salir de la cafetería y dirigirme hacia la casa de los Cortés, no podía dejar de pensar en que debí haberle dicho algo, me sentía mal de que haya pagado algo que yo le quería dar de corazón. Mientras iba por la calle pude verlo de nuevo. Ese chico se encontraba sentado en una banca fumando.

Por alguna razón me puse un poco nerviosa. Yo era alguien que no le temía al éxito, así que me senté a su lado para igualmente fumar, pero desgraciadamente solo traía un encendedor conmigo. Además de que nunca fumaba.

—Eres la mesera del pay ¿No es así?

Fueron las primeras palabras que me dirigió. Su voz era diferente está vez.

—Eres el cliente tímido ¿No es así?

Quise verme impresionante, aunque no sé si él lo vio así, pues solo se puso de pie y se fue sin más que decir. Quería seguirle y decir otras cosas, pero ya se me hacía tarde. En la madrugada, ya que regrese a mi departamento caí rendida en la cama pensando en Miles de cosas.

"Quisiera ser la luna para iluminar tu camino en la oscuridad"

El Martes del mismo mes era mi día libre de la cafetería y de niñera por lo que tendría mucho tiempo de sobra para mí misma. Fui con Sara a que me recortará el cabello y le hable de aquel chico. Ella estaba curiosa, era la primera vez que hablaba de alguien. Por lo que me decía, él logró capturar mi atención con ese aspecto misterioso y desaliñado.

El Sueño de NoahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora