Piel sin alma

95 8 3
                                    

[Escenas explícitas berujean]



Tan fuerte fue la impresión de ver una vez más a Jean que Mikasa cayó de rodillas al suelo sujetando su vientre al sentir un fuerte dolor en esa zona, temiendo lo peor pues estaba dentro de su cuerpo gestándose su segundo hijo que era inocente a todo lo que pasaba en ese instante.

-No te ves para nada bien-De cuclillas se colocó Jean, sacando de uno de sus bolsillos una cajetilla de cigarros, tomo uno y lo encendió.

En el rostro de Mikasa se notaban las gotas de sudor que resbalaban y en su expresión se apreciaba dolor.

-Debió quedarse tranquilo, Ral se metió conmigo y él no tenía nada que ver en esto. Meter la nariz donde no se debe es algo complejo porque puedes terminar sin ella-Mikasa sujetaba con ambas manos su vientre, algunas manchas de sangre empezaban a escurrir por sus piernas, perdiéndose con el tono rojizo de su vestido.

-Lla... Llama a un doctor, por favor-Dio una gran calada a su cigarrillo y después echo el humo en el rostro de Mikasa.

-No estás en posición de pedirme nada, mujer-Los cabellos de su frente se pegaban por el sudor que resbalaba, Mikasa estaba poniéndose más pálida de lo usual.

-Tú... tú no eres así...-Jean ladeo su rostro al lado izquierdo, sonriendo. Sostenía con sus dedos índice y pulgar derechos su cigarrillo.

-¿Ah, no? Y según tú ¿Cómo soy?-Mikasa cerro los ojos, dolía bastante su vientre pero no era tiempo para que naciera su segundo hijo y lo que menos deseaba era ponerlo en riesgo.

-Po... Por favor llama a un médico... por lo que más quieras...-Sujetando con su mano izquierda los cabellos de Mikasa, Jean sonreía.

-Lo que más quiero es ver a tu cuñadito sufrir y ya tengo una idea de cómo hacerlo-Soltó el cabello de Mikasa, ella perdió el equilibrio y cayo al suelo, aunque sujetando su vientre con ambas manos en un afanoso intento de proteger a su hijo nonato.

Miro los zapatos de Jean y como se alejaba mientras su conciencia se perdía, estaba cansada y dolida.

-...-Cuando sus ojos de nuevo se abrieron estaba en una habitación con Zeke a su lado que al verla despierta sonrió, aunque se apreciaba la preocupación en el rostro de su esposo.

-Cariño, me tenías muy preocupado. Te desmayaste en el estacionamiento y por suerte una persona te reporto-El olor de aquella habitación era algo desagradable, recordó su encuentro con Jean y de inmediato llevo las manos hacia su vientre.

-Mi bebé...-Zeke tomo las manos de su esposa, dejando un beso en ellas.

-Mi Cielo, el ginecólogo ha dicho que necesitas descansar. Mikasa, no eres de acero y las emociones fuertes te pueden provocar un aborto espontaneo... estuviste a nada de presentar uno-Acariciaba Zeke las manos de su esposa.

Aquella mujer no dijo nada, se quedó en silencio pensando en su inesperado encuentro con Jean.

No imaginaba verlo de nuevo, no esperaba tenerlo tan cerca y mucho menos ver en su mirada tanto sadismo. El tiempo que estuvieron separados debió ser una tormenta para él, y ella... ella se sintió triste por no ser capaz de ayudarlo cuando él lo necesito.

-No llores mi Cielo, ¿Tanto te duele? ¿Quieres que llame a una enfermera?-Con un movimiento de cabeza Mikasa negó, tomo una de las manos de su esposo y le sonrió.

-Por tu bien y el de los tuyos... mantén este pequeño encuentro en secreto, mujer-

A su mente de pronto vinieron las palabras que Jean dijo mientras se alejaba. Y se limitó a descansar por lo que resto del día, esperando a que las cosas se tranquilizaran un poco.

Titánica mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora