X & Y

XY: Egoísmo compartido

Y: “P”

Estoy bien.

O lo más cerca a estar bien que yo podría llegar a estar. Siento como una calma dentro de mí, no es paz puesto que aún en algún lugar, muy en el fondo, sigue existiendo el ruido.

Siempre debe haber ruido dentro de mi cabeza, un ruido sin forma, sin oraciones coherentes o concisas, sólo es un ruido ensordecedor que después de estar mucho tiempo escuchándolo se vuelve nada, a veces es un pitido insoportable, a veces es la calma antes de la tempestad. Y a veces sólo es un vacío que se extiende, se extiende hasta cada parte de mí.

Pero hoy, sorprendentemente me siento bien. Aunque no del todo. Hay algo en mi vida que comienza a cambiar y no me gusta el rumbo que está tomando. Ese algo, o mejor dicho alguien, es Jacob. Estos últimos días ha estado diferente, se comporta diferente conmigo y no me gusta, no me gustan los cambios pero mucho menos si estos comienzan a ser malos, a afectarme. Y esto me afecta, y mucho. Pero él no me dice nada, no me dice qué está pasando; y no puedo adivinar qué pasa por su cabeza, quisiera poder leer sus pensamientos.

Supongo que esto es lo que él siente a menudo. Supongo que él también quisiera estar dentro de mi cabeza y poder saber con exactitud qué me está pasando. Pero no le serviría de nada, no encontraría nada más que un montón de ideas y emociones mezcladas. Nada concreto. Jacob no puede saber qué me pasa cuando a veces ni yo mismo lo sé. Pero cuando lo sé, simplemente quisiera no saberlo.

Pero ahora mismo yo quisiera saber qué ocurre con él, no lo entiendo. Puedo saber desde cuando todo comenzó a cambiar, incluso puedo formular una idea de lo que está sucediendo. Pero no quiero ser yo quién lo averigüe por mí mismo. Quiero que Jacob me lo diga.

Y sé que no lo va a hacer.

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Me encuentro de pie recargado contra el gran árbol que divide la zona de la cafetería y el camino que lleva al centro de la escuela. D esta a un lado de mí, apoya la mitad de su cuerpo en el árbol, tiene la cabeza inclinada hacia su celular y tiene los audífonos puestos. No ha hablado mucho conmigo desde que llegamos aquí, supongo que no tiene nada que decirme. Yo tampoco, supongo.

Desde que descubrí lo que siento por ella, me siento raro estando en su compañía. Quiero creer que eso es normal, que una vez que sabes qué hay en tu corazón las cosas no pueden volver a ser iguales. No pueden ser iguales porque descubres una parte de ti que no tenias ni idea de que estaba ahí, esperando a ser encontrada algún día. Es como si abrieras una caja sorpresa, no sabes qué vas a encontrar pero sabes que hay algo importante dentro de ella. Es tan raro, yo aún no logro entender todo este asunto, que te guste alguien.

Sólo me pregunto si le gustare a ella también, es algo improbable. No soy la clase de persona que le gusta a las chicas. O a nadie.

Aún así, aunque no me correspondiera no sería el fin del mundo. Al menos quisiera que me permitiera ser su amigo, conocerla mejor, saber quién es. Es mejor que nada. Todo es mejor que nada, todo.

Y realmente no estoy seguro de querer ser correspondido, una vez que la otra persona también siente lo mismo por ti, es muy probable que quiera dar el siguiente paso. Una relación, no cualquier relación, una relación de pareja. No sé nada acerca de ello, nada. Igual que tampoco sabía qué era ser un amigo, aún no lo sé con exactitud pero estoy aprendiendo. Sin embargo, de esto no tengo ni una idea remota de lo que se debe hacer, y no exagero. Lo único que sé de las relaciones amorosas es que las personas se ven continuamente, se toman de la mano, se besan y se quieren. No sé nada más.

Yo no sé besar, y no me llama nada la atención besar a alguien, ni ser besado. Tomarse de la manos, bueno, ya lo he hecho con Jacob y no creo que sea necesariamente una marca distintiva de una relación. Aunque para las demás personas si lo es, pero para mí no. Así que ahora que lo pienso, sé menos de lo que pensé. Soy un maldito desastre.