Abrí lentamente los ojos, intentado que se acostumbraran a la luz, que era cegadora, no podía mirar abiertamente, todo era blanco, pero no tenía idea de que se trataba, miré alrededor, pero no había nada, solo había paredes blancas, solo blanco y más blanco ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué mamá y papá me habían traído a este lugar? No entendía nada, giré la cabeza con brusquedad al escuchar los chirridos de una puerta y ver como esta misma era cerrada frente a mí.
- ¿Mamá, Papá? ¿Por qué me dejan aquí? ¡Déjenme salir! Quiero ir a casa. – golpee la puerta.
De repente algo empezó escucharse, una risa muy tenue, no eran mis padres, sabía quien era, el temor estaba presente, recorría cada fibra de mi cuerpo, pero como siempre no podía hacer nada, me senté en el suelo de frente a la puerta, con las rodillas pegadas a mi pecho y, con las manos tapándome los oídos fuertemente cerré los ojos.
Calipso, pequeña, abre los ojos, tienes que salir de este lugar, tienes que irte o ellos morirán, morirán si te dejan aquí, pequeña, abre los ojos, abre tus oj...
***
Sus ojos se abrieron, con demasiada rapidez, era la misma chica, pero al mismo tiempo no lo era, sus iris eran de un tono grisáceo como antes de entrar a la habitación, pero al mismo tiempo eran extremadamente diferentes, podías ver algo que emanaba de ellos, la observe del otro lado de la puerta, tenía que saber si lo que decían sus padres era verdad.
Ella sonrió, una sonrisa que no podría describir, era una sonrisa, sin duda, pero no era una autentica, ni inocente. Se acerco lentamente a la puerta aún con la comisura de sus labios hacia arriba, se acercó tanto que sus ojos, hubiera jurado, me miraron.
- Sé que hay alguien ahí, te oigo respirar, sácame de aquí, prometo que no voy a hacer nada, lo prometo... - Luego de eso comenzó a reír, una risa tenue pero malévola.
Una ronda de escalofríos recorrió mi cuerpo, definitivamente no era la misma chica, pero nadie sabía lo que pasaba, y los psiquiatras recién comenzaban a observarla.
Me alejé de la puerta dejando a la chica ahí, cuando estaba ya a mitad de camino se escuchó un grito desde una habitación, provenía de la habitación que acaba de dejar.
- Morirán, oye bien lo que te digo, morirán si no me dejan salir de aquí de una vez por todas, muchos morirán. - Y siguió riendo como anteriormente pero ya no se detuvo.
***
Desperté, volví a abrir los ojos, las paredes blancas seguían ahí, sentí algo en el pecho, pero no pude saber que era, de repente todo daba vueltas, quería vomitar, sentía algo dentro, como una daga enterrada en lo más profundo, el dolor era de lo más insoportable ¿Qué estaba ocurriendo?
Calipso, pequeña, ¿Dónde estan tus padres? Te han abandonado aquí a tu suerte, pero no te preocupes, les hemos dado lo que se merecen, ¿sabes de que hablo, no Calipso? Lo sabes, ellos ya no están, no te preocupes, yo no te abandonaré y ellos no podrán hacerlo de nuevo.
Me apresuré a la puerta que recuerdo ayer había sido cerrada en cuanto entre aquí y la comencé a golpear lo más fuerte que pude, esperando que alguien pudiera escucharme.
Mientras gritaba y las lágrimas recorrían mi rostro, cerré los ojos y pude verlo todo, los vi, no podía creerlo, de verdad lo había hecho, ellos estaban ahí, un par de ambulancias: un puente, el mismo puente que cruzamos para llegar a este lugar, no podía ser cierto, no podía ser verdad, sentí un líquido recorrer mis manos, las miré con la respiración entre cortada, no paraba de llorar, les di vuelta, el líquido color carmín las recorría hasta llegar al antebrazo, miré a los cuerpos fallecidos de mis padres, habían muerto en un accidente de auto y yo estaba ahí, parada a lo lejos con las manos llenas de sangre ¿Qué había hecho? No pude haberlo hecho yo, definitivamente no pude haber sido yo, yo no... yo los amaba.
- ¿Qué fue lo que hiciste? – No recibí respuesta, seguía golpeando la puerta intentando que se abriera, con intentos únicamente fallidos. – Dime lo que has hecho, ¡DIMELO DE UNA VEZ!, fuiste tú, ¿¡QUÉ FUE LO QUE HICISTE!? ¡ABRAN LA PUERTA! Tengo que saber que ellos están bien, ¡abran la puerta!, ¡déjenme salir!, ellos están en peligro, tengo que salvarlos, ellos simplemente no pueden... - Su risa volvió a oírse y empezó a hablar.
Calipso, pequeña, ellos ya no te abandonarán de nuevo, ¿Es qué no lo ves? Hiciste que murieran, fuiste tú, no me eches toda la culpa a mí, yo solo te di un pequeño empujón, pero tu hiciste todo.
- No, ¡CALLATE! Yo no hice nada, ellos están bien, están en casa durmiendo. – volvió a reírse - ¡Abran la puerta de una buena vez, yo no... ella fue, ella va a hacer algo, tengo que saber que se encuentran bien, abran la puerta! - Seguí golpeando aún sin respuesta.
Pequeña y dulce Calipso ¿Es que no te das cuenta? Eres la única aquí, todos te abandonaron, pero no te preocupes, estamos aquí, las dos, ya no sufrirás más, ellos ya no podrán hacerte daño de nuevo, no más sufrimiento, deberías de estar feliz Calipso, deberías de sonreír, estoy contigo.
Baje mi brazo, mi mano ya no podía seguir golpeando la puerta, estaba hecho, lo había hecho, aún tenía el color carmín en mis manos, las miré mientras el olor de algún liquido de auto llegó mi nariz, comencé a reír.
Por fin era libre.
***
Pude escuchar a lo lejos la voz de mi madre.
- Cali, pequeña despierta, Cali, ya llegamos, abre tus ojos.
Me desperté abruptamente y me levanté del asiento del auto.
- Te dormiste los últimos 5 minutos del camino pequeña, pero ya es hora, ya hemos llegado.
¿5 minutos? ¿Dormir? - ¿En-en dónde estamos? – pregunté.
Ninguno de mis padres respondió, simplemente se miraron por algunos segundos y bajaron, yo los seguí y entramos a un lugar, era un hospital pintado de un gris muy claro, la puerta era de cristal, pero no se podía ver hacia adentro, papá había dicho que íbamos ahí por que mi madre estaba enferma y necesitaba que la revisarán, intenté que me dejara en casa, para poder ir a la escuela pero insistió en que debía ir, y yo no pude contradecir nada.
Mis padres entraron a un cuarto a hablar con una persona y minutos después salieron.
- Cali, mi pequeña, tenemos algo que hacer así que estas personas te cuidarán por algunas horas y regresaremos por ti en poco tiempo.
- Pero... - No entendía.
- Hay algunas cosas que tenemos que hacer, volveremos, pero tenemos que llevarte a la habitación donde nos esperaras, solo que irás con los ojos vendados.
- ¿Por qué con ojos vendados, no puedo ir solo así?-
-Cariño, es necesario, ya te habíamos explicado que este es un hospital diferente, no puedes ver lo que hay alrededor mientras caminas a la habitación.-
-Pero, yo no...-
- ¡Calipso, solo haz lo que decimos! – Intervino mi padre con ese tono alto de siempre que ya conocía.
No podía hacer nada, si no obedecía, mis padres volverían a hacer lo que siempre hacen, me golpearían hasta casi dejarme inconsciente, dejé que me vendaran los ojos y me llevaron caminando hacia algún lugar, hice todo lo que me indicaron, escuche el sonido de unas llaves y luego lentamente me quitaron la tela de los ojos... entonces abrí lentamente los ojos, intentado que se acostumbran a la luz, no podía mirar abiertamente, la luz era blanca y cegadora, poco a poco me acostumbre, todo era blanco, pero no tenía idea de que se trataba, miré alrededor, pero no había nada, solo eran paredes blancas, solo blanco y más blanco, giré la cabeza con brusquedad al escuchar el chirrido de la puerta y vi como ésta era cerrada frente a mi. ¿Qué estaba pasando?
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Hola! Espero que les agrade esta historia, es relativamente corta, sus opiniones y apoyo me ayudarían mucho, compartan la historia y dejen sus estrellitas y cuéntenme que les ha parecido, muchas gracias!
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VOCES
Mystery / ThrillerCalipso, pequeña, abre los ojos, tienes que salir de este lugar, tienes que irte o ellos morirán, morirán si te dejan aquí, pequeña, abre los ojos, abre tus oj... No tomar, adaptar o traducir sin permiso. Historia corta (¿por ahora?)