No lo sabes.

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Después de que se presentara, la secretaria le dio un lugar para que sentara. Zoro no podía dejar de observarlo, estaba confundido y sentía que el sudor le escurría  por las cienes.

La mujer presentó a alguien más pero no le presto atención, pues su mirada solo seguía al chico de cabellos dorados... ¿era real? ¿No estaba en un sueño?... mierda... ¿que esta pasando?

Vio como el otro chico nuevo caminaba por el pequeño pasillo de la fila donde se había sentado el ojiazul, vio como su mano llena de tatuajes, dejaba un papel en el pupitre. El peliverde frunció su ceño, se preguntaba lo que contenía aquella nota, pues incluso, al leerla había hecho sonreír al rubio... una sonrisa tierna y linda.

¿Que era ese sentimiento? Un dolor en su pecho, un sentimiento que ardía en lo más profundo de su ser, un poco parecido al enojo... ¿por qué? Ni siquiera podía decir que conocía a Sanji... pero ese sentimiento permanecía en su ser.

Las horas pasaron y Zoro tuvo problemas para permanecer tranquilo, estaba inquieto y sentía que su estómago explotaría en cualquier momento. Era estúpido. Llegó la hora del almuerzo y se sentía agotado. Pudo escuchar a lo lejos a Luffy, estaba hablando con alguien pero no reconoció con quien.

De pronto sintió la presencia de su amigo cerca y alzó la mirada para encontrarse con el rubio. Sus mejillas se sonrojaron y su corazón comenzó a acelerarse. Al parecer él y su amigo habían hecho una buena conexión.

—Escucha esto Zoro, Sanji dice que podría cocinar alguno de sus platillos para nosotros, ¿no es genial?— dijo el chiquillo con la emoción hasta en los pies.

Pero para Zoro el simple hecho de escuchar que Sanji cocinaba le hizo sentirse como en un deja vu.

—Zoro, traje algo de comida para entretenerte durante tu guardia, se agradecido.— Sanji traía una bandeja en su mano izquierda mientras que con la derecha sacaba el cigarrillo de su boca para soltar el humo.

—¿Porque crees que yo...?— se vio interrumpido por el rubio ya que este metió una bola de arroz en su boca y sonriendo ampliamente.

—Vamos, espadachín de mierda, son tus favoritas.— dijo con cierta burla para después sentarse a un lado del peliverde. —Solo relájate, traje algo de beber también.— esta vez hablo con suavidad, sacó una botella de la bebida favorita del moreno, la cual destapó y ofreció.

—¿Porque tan amable, Cejillas?— preguntó Zoro después de haber terminado la primera bola de arroz, el silencio se había formado hace ya algunos segundos y no era que le incomodase, sino que en verdad estaba intrigado por la actitud repentina de aquel hombre. —¿Que hice bien? O acaso... ¿quieres o necesitas algún favor?

—¡Ja! Ni en mil años pediría tu ayuda— dijo con arrogancia. Dio una calada más a su cigarrillo y suspiró. —Simplemente quiero hacerte compañía... las guardias suelen ser solitarias y... tristes...— susurró lo ultimo.

Y por alguna extraña razón, el corazón del espadachín se hizo pequeño al ver la expresión melancólica en el rostro del rubio.

Salió de sus pensamientos al sentir una mano sobre su hombro, Luffy había comenzado a moverlo pues se había perdido en aquel recuerdo.

—¿Zoro? ¿Estas bien? Te ves... pálido...— dijo el pelinegro observándolo preocupado. —¿Quieres que te lleve a la enfermería? Tu cara parece como si fueras a desmayarte...

Lo que fuimos. ~ZoSan~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora