•S[e]OUL ~ JIKOOK•

34. Tú y yo contra el mundo.

Jungkook POV

A penas abrí la puerta de mi apartamento sentí una fría correntada golpearme de frente. Nadie había ido a ese lugar en muchos meses, casi medio año, y se notaba. No era como si hubiera tenido una mascota o plantas como para necesitar que alguien fuera allí para encargarse de mantener todo en orden, por lo que básicamente mi hogar había estado abandonado por un buen tiempo. Más bien quería imaginar que nadie había pisado ese lugar, ya que la única persona que tenía la llave de mi apartamento, además de mí, era Taehyung.

Evité pensar en él, la frialdad de mi hogar me lo hacía difícil porque era esa sensación que había sentido por tanto tiempo dentro de mí, materializada. Estaba oscuro y silencioso.

Me sobresalté un poco al sentir una mano posarse sobre mi hombro, pero me hizo volver a la realidad y recordar que Jimin estaba conmigo. Las lagunas mentales eran bastante comunes en mí últimamente, por momentos divagaba o terminaba tan absorto en mis pensamientos que no prestaba atención a mi alrededor.

- ¿Es raro volver luego de tanto tiempo? - preguntó él sonriendo y yo asentí. Me notó extraño por lo que acarició mi cabello y entró al lugar para prender las luces. Tomó mis cosas y las acomodó en el living. Volteó a verme, yo aún no había entrado. - ¿Estás bien? - preguntó preocupado. Entré despacio, observando los sillones cerca de la entrada, luego las paredes, el techo incluso, como si fuera la primera vez que veía ese lugar.

- Es sólo que... me acostumbré tanto a vivir allá que este lugar ahora se ve... vacío.

- Supongo es un sentimiento bastante común... - se encogió de hombros. Yo asentí cabizbajo.

- Supongo... - no podía evitar que en mi mente llegaran pensamientos sobre cosas que había vivido allí, intentaba llenar mi mente con los recuerdos míos y de Jimin el día de mi cumpleaños pero automáticamente recordaba lo que había sucedido el día luego de eso.

- Hey... - en algún momento él se había acercado a mí. Le tenía en frente, y acariciaba mi mejilla - Si quieres podemos ir a mi apartamento, aún no lo conoces - sonrió. Aun a pesar de que sonriera podía notar en su voz lo preocupado que estaba por mí y me molestaba tanto el tener siempre que causarle tantas molestias. Suspiré y posé mis manos en su cintura acercándolo a mi cuerpo para abrazarle.

- Quizás luego... una vez cumplas tu promesa... - arqueé mi ceja y sonreí, dándole a entender lo que quería. Entrecerró los ojos en una expresión graciosa, como si intentara hacer memoria.

- Hm... ¿Me recuerdas cuál era esa promesa?

- Que al llegar a mi casa haríamos el amor... y algo de follar como conejos también - él rió.

- No fue una promesa, sólo te estaba advirtiendo lo que íbamos a hacer.

Me reí frente a su tono juguetón. Llevó su boca a mi cuello y dejó sobre mi piel un beso húmedo, jugando un poco con su lengua. Cerré mis ojos dejándome llevar por esa sensación que comenzaba a crecer en mi estómago, que crecía cada vez que él me tocaba.

- Bueno... lo que sea... sólo házmelo... - susurré, totalmente perdido en cómo sus manos comenzaban a acariciar mi espalda baja por debajo de mi ropa y sus labios carnosos recorrían mi cuello para luego parar en mis labios.

- Tanto tiempo sin hacerlo... me ha vuelto tan loco y sediento de ti... más que antes... - comenzamos a caminar de a poco entre besos y caricias subidas de tono, entre tropezones y risas - y ahora que eres mi novio... me siento el más afortunado del mundo - llegamos hasta mi cama y él me incitó a recostarme sobre ella para luego posicionarse sobre mí. Siguió besándome y yo metí mis manos por debajo de su remera, tocando su torso y sintiendo el calor de su piel que tanto me gustaba.