EPISODIO UNO (PARTE III)

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El enorme lobo se incorporó y salió disparado contra los dos individuos, ambos lo esquivaron. La mujer alta se abalanzó contra él y le golpeó el estómago, el lobo chilló, inmediatamente después fue agarrado por ella de la espalda, quien lo sostuvo directo hacía la otra chica.

─ ¡vamos, Damir, es hora!

─ Ahí va.

La chica flotante preparo su flecha, esta vez la flecha cambió de color a un amarillo brillante, se encendió como llamas en una hoguera y salió disparada como un rayo contra el lobo.

La muchacha alta se separó de la bestia, echándose hacia atrás lo más rápido que pudo, la flecha impactó en el pecho del animal, una enorme esfera de color amarillo lo rodeó y se hizo tan solo un metro más pequeño.

Una vez la esfera amarilla se desvaneció, lo que vieron los ojos de Ángelus lo dejaron con la boca abierta. Ante ellos ya no había ningún lobo (o bueno, lo que podía llamarse un lobo en sí). Había un hombre, muy alto, con la barba azul y los brazos peludos, era moreno, musculoso y ancho. El hombre cayó desnudo e inconsciente en el suelo.

La chica alta se acercó y puso una enorme manda azul encima del hombre. Myfels se incorporó y fue a saludarla.

─ Irza, buen trabajo... ¿Qué le pasó, que lo transformó?

─ Tuvimos un pequeño encuentro con imperiales, ya sabes, la pelea se salió de control, lastimaron a Damir y Hamelus, bueno, ya sabes, enloqueció.

─ Damir, ¿estás bien? Hombre, ¿no te hicieron daño?

La chica (que ahora sabía que no era una, si no un chico) se acercó a Myfels y lo abrazó cálidamente, no medía más que metro sesenta y junto a su amigo parecía un juguete.

─ Estoy bien, no te preocupes, no fue nada. ─ El chico sonrió, ahora mirando directamente a Ángelus. ─ ¿es él...?

─ Ángelus McLeod, heredero al imperio. ─ Irza frunció el ceño, sus ojos rasgados y profundos se hicieron más pequeños, dándole la sensación de estar juzgando su pasado.

─ Sí, por supuesto... Angs, ven, te presento. ─

Ángelus se incorporó, acercándose con mucha cautela a los desconocidos, una vez estuvo con ellos pudo verlos mejor, traían en sus ropas un emblema dorado con un dragón.

─ Ellos son Damir Rogue e Irza Dakar, pertenecientes a la rebelión. ─ Le dijo su amigo, dirigiéndose luego a ellos. ─ Él es Ángelus McLeod II, heredero al trono y ahora, aparentemente, fugitivo del imperio.

─ Ah, es uno de nosotros. ─ Damir sonrió de nuevo, extendiéndole su delicada mano al rosado.

─ Es un placer. ─ Ángelus asintió, no tomando la mano del chico.

─ Y él azul allí durmiendo se llama Hamelus, ya despertará y te lo presentaremos mejor. ─ Damir bajó su mano y se dirigió a los otros dos. ─ ¿y Cleda?

─ Pasamos por aquí a la hora de la reunión y todo estaba así. ─ añadió Irza.

─ Estuve buscando dentro de la casa, aparte del hueco en el techo y todo destruido, no hay marcas de una batalla con imperiales, ni siquiera el uso de la magia de Cleda. ─ Myfels observó aquella casa, con un toque de melancolía. ─ Creo que huyeron...

─ Bueno, al menos fue algo inteligente. ─ Irza suspiró. ─ Destruyeron todo para hacerle creer a cualquier intruso que fueron los imperiales, o a los imperiales, que fue algo más, muy sensato.

─ Es mi culpa. ─ Ángelus finalmente abrió la boca. ─ Peleamos, yo le dije que me daba asco, que... que quería ser emperador para aniquilar...los.

DESTINO: PIRÁMIDE OSCURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora