Alcé la vista y con la mirada borrosa pude ver la silueta de una mujer de tez verdosa y un montón de hojas color esmeralda que le hacía un pelo voluminoso con aspecto rizoso. Llevaba el torso desnudo y un montón de relieves a modo de tatuajes. A su lado se encontraba un chico de pelo largo y castaño. No podía distinguir sus rasgos faciales pero sí veía que éste iba vestido. Las voces estaban distorsionadas, como si tuviera los oídos taponados. El chico se agachó mientras hablaba, supongo que era a mí a quién se dirigía, no obstante, no podía distinguir qué era lo que me quería decir. Muchos bultos más iban apareciendo, algunos verdes y otros color rosa anaranjado, más altos, más bajos, con armas y sin ellas... Un ruido ensordecedor hizo que me llevara las manos a las orejas rápidamente mientras, mirando al suelo, cerré los ojos con fuerza. Dejó de sonar ese estruendo, retiré las manos de las orejas y un barullo empezó a taladrar mi cabeza. Miré al chico borroso, que seguía a mi lado, y le pregunté qué es lo que estaba pasando.
Ahora va a haber una gran guerra, Olya. Tú corre, sin mirar atrás. - Me dijo serio.
Pero ¿qué ocurre? - Volví a cuestionar mirándolo preocupada.
¡Corred! - Gritaba alguien desde bien lejos.
Entonces todo el mundo, quieto, veía como ese alguien venía corriendo mientras gritaba que nos salvásemos, que saliéramos de Albra cuanto antes. El chico de mi lado me cogió en brazos, dio media vuelta y empezó a andar. Me dejó en una especie de cueva y me dijo que en caso de que las cosas salieran mal y él no volviera, que me adentrara en la caverna.
Tienes más poder que la mismísima Lolth- Me cogió y me dio un beso en la frente. - Te quiero, hija. - Se levantó y se fue. Salí de la cueva detrás suya pero no le vi.
¿Quién es Lolth? ¿Hija? Ese... ese chico era mi padre. No sé cuánto tiempo pasó, pero no paraba de oír gritos de dolor, de angustia, de guerra. Había humo y fuego, el bosque se estaba quemando. El tiempo pasaba como si fueran años hasta que una neblina visible empezó a aparecer entre los árboles. La tos se apoderó de mi cuerpo junto a la falta de aliento. Dicha niebla se apropió de la cueva entera y, aparte de ser imposible ver, los problemas de estar dentro de dicha niebla se multiplicaban, por lo que tuve que buscar una alternativa. Decidí adentrarme en la caverna, hasta sus profundidades más recónditas, donde ni un mísero rayo de luz iluminaba un milímetro del suelo. Sentía que estaba atrapada, pues no había salida, sin embargo, cuando lo daba todo por perdido, una piedra perdida en el camino me abrió pasó. Empecé a coger piedras y a apartarlas hasta que vi que cabía por el agujero. Asomé la cabeza y vi que había agua. El humo empezaba a molestar más de lo que llegué nunca a pensar, pues no sólo era tos... era dolor de cabeza, irritación en la garganta, notaba los ojos irritados y llorosos... fue entonces cuando decidí saltar y bucear, pues no había manera de saber a cuánta profundidad estaba. Seguía con la vista borrosa, cosa que dificultaba aún más el buceo. La presión en mis oídos era extrema y por mucho que subiera a la superficie no lograba encontrar la forma de coger aire. Me estaba empezando a marear por no poder respirar en condiciones y los ojos empezaban a cansarse. Necesitaba cerrarlos pero, voluntariamente, los seguía manteniendo abiertos, aunque me costase. Pocos segundos después, el cuerpo me pedía tomarse un descanso. Cerré los ojos y me dejé llevar por la corriente marina.
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Olya
FantasyOlya, una chica de 12 años, despierta en un lugar que no conoce y tampoco se acuerda de nada. Descubre lo que pasa en donde despertó y decide aventurarse para poder descubrir quién es y el porqué está allí. Se enfrentará a temibles seres que se esco...