Friends will be friends

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Barcelona, 1° de Agosto, 1986

Oía el sonido del reloj avanzando. Faltaba cada vez menos para que Peter le avisara que ya debían salir camino al estadio donde se realizaría el siguiente concierto. No quería hacerlo. Su único deseo era esconderse bajo las sábanas y dormir hasta que su pesadilla pasara.

De ser por él, ya hubiera dejado ese lugar unos cuantos años atrás. Pero el esfuerzo que había puesto para llegar a donde se encontraban y el compromiso de tantos años con sus amigos no se lo permitieron. Sin embargo, era imposible para él disfrutarlo como solía hacerlo no mucho tiempo atrás.

Exhaló el humo del cigarrillo y lo apagó, dejó la colilla en el cenicero y se echó en la cama. Quizás, sólo quizás, un trago lo animaría por lo menos un poco antes de salir. O al menos le haría el día más llevadero. Mala idea, tampoco tenía ganas de levantarse para ir por la botella. Reunió la mayor fuerza posible y se levantó de un tirón, mareándose un poco por la rapidez del movimiento. Caminó hasta el mini bar casi arrastrando los pies y tomó la primera bebida que encontró. Quedaba un cuarto del líquido que había allí originalmente, el resto ya lo había consumido cuando despertó esa madrugada del poco tiempo que había logrado dormir. El insomnio era su compañía más incondicional desde hacía ya unos meses. Al inicio sólo eran un par de noches de manera esporádica, pero se fue haciendo más seguido y los periodos más largos con el correr del tiempo.

Miró a su alrededor, todo era un desastre. A pesar de haber llegado esa noche, la cama estaba desarmada y parte de las sábanas llegaban al suelo, había algunas botellas vacías tiradas en distintos puntos del cuarto y una montaña de paquetes vacíos de cigarrillos que hasta esa misma tarde no se había molestado en sacar de su bolso.

Terminó ese poco que quedaba de vodka con un solo sorbo cuando alguien llamó a la puerta.

—Adelante, —dijo de mala gana, alzando un poco su voz para que quien estuviera del otro lado alcanzara a oír. Al abrirse, dejó ver la silueta de Roger. — ¿Ya es hora? —Se extrañó de que fuera el rubio quien fue por él. Dejó la botella vacía a un lado de la cama, acto que no pasó desapercibido para el mayor.

—No. Aún no. Sólo... no bajaste a almorzar y... creí que tendrías hambre. Te traje... — habló algo inseguro, no quería molestarlo y mucho menos alterarlo.

—Estoy bien, Roger. No tengo hambre.

—Igual deberías comer algo antes de...— y por segunda vez, John lo interrumpió.

— ¿Acaso eres médico?

El baterista suspiró, todos habían notado que el ánimo de Deacon no era el de siempre en ese momento, por lo que juntó su poca paciencia para no explotar frente a él. Sabía que se le haría difícil el intento de tratar con él en esas condiciones y aun así había decidido tomar el riesgo.

—No, pero soy biólogo, así que deberías hacerme caso. Por favor, John. Sólo un poco, ¿puedes? —No quería permitir que su amigo continuara bebiendo con el estómago vacío. No quería siquiera imaginar las consecuencias que aquello traería consigo, y no podía evitar que bebiera. —Incluso fui yo mismo al almacén para poder conseguir el queso. Llevé a Brian conmigo porque él sí comprende el idioma, o hubiera acabado regresando con cualquier cosa. Pero... lo hicimos para ti. Por favor, —le extendió el pequeño paquete que llevaba consigo.

El castaño miró el suelo por unos segundos sintiéndose algo culpable por la respuesta que le había dado a su amigo. Sabía que en el fondo sólo quería ayudarlo, pero no estaba de humor para recibir la compasión de sus compañeros. Lo invitó a sentarse aún con la vista baja.

—Se enfriaron un poco en el camino, —Roger rió algo nervioso, pues desde que lo conocía Deacon les había enseñado la importancia de que era mejor comer el queso antes de que volviera a enfriarse luego de sacarlo del horno. —Pero tardaron en la cocina en envolverlo aunque les dijimos que no era necesario.

Friends will be friends (Maycon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora