害怕

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No sabía cómo había terminado ahí, pero quería salir ya, quería alejarse cuanto pudiera de ese lugar. El rojo vivo de las llamas que ardían enfrente de él lo petrificaba y justo cuando el fuego era casi palpable despertaba agitado y con la frente sudada, sin duda había sido otra pesadilla.

Lan Shizui había tenido pesadillas toda la semana no sabía exactamente por qué, pero su energía era drenada por esos malos sueños y como había hecho toda la semana se resignaba a no poder seguir durmiendo e iniciaba su día dos horas antes de la hora designada para los Lan, era una suerte que ahora tuviera su propia cabaña si no sus compañeros o Jingyi se habrían alarmado y en menos de lo que hubiera imaginado su madre ya estaría sobre haciendo hasta lo imposible por encontrar una solución para lo que sea que le estuviera ocurriendo.

Sus padres, sus amados padres si no fuera por la obscuridad que persigue sus sueños, diría que tiene la vida perfecta, unos padres que lo aman, una familia que se preocupa por él, amigos, una secta y su actual línea de tiempo era pacífica y tranquila, su única preocupación ahora eran sus deberes como discípulo principal y un próximo mayor cargo como líder de secta, de solo pensarlo se le revolvía el estómago pero tenía la confianza haría su mejor trabajo y haría que sus padres estuvieran orgullosos.

Cuando se dio cuenta ya era hora de ir por el desayuno, iría primero por la comida de los conejos, los alimentarios y después regresaría por el desayuno para sus padres, cada que podía desayunaba, almorzaba o comía con sus padres era una de sus partes favoritas, a esos dos hombres les debía la vida y mucho más.

-Joven maestro, aquí está la cesta para los conejos.

-Gracias, volveré en un rato por el desayuno.

-lo tendré- dijo la joven encargada de la cocina con pena.

-Se le encargo, no queremos que se repita lo de la última vez.

El joven llego al prado alejado de los conejos y en cuanto las pequeñas bolas blancas lo vieron se veía rodeado por muchos de ellos, se entretuvo viendo como los pequeños se alimentaban mientras el recordaba como su padre había armado un berrinche porque su comida no tenía picante, se lo habían retirado por enfermar del estómago sin embargo el día de ayer había obtenido el permiso del médico para volver de manera moderada a su antigua dieta picante y condimentada, pero vaya disgusto que se llevó al ver que su comida no tenía ni un poco de pimienta, armo un gran berrinche incluso culpo al gran Hanguang-Jun, creyó que él había dado la orden y fue sentenciado al desprecio y rechazo de su esposo, tan malcriado había sido su madre que Lan Wangji fue personalmente a comprar especies al pueblo y todo tipo de comidas picantes, dejando de lado las clases que tenía que impartir.

Y aun con todo ese alboroto la culpa recayó en el aprendiz de la cocina que fue castigado por su padre copiando las reglas cinco veces, definitivamente no había cosa más entretenida para Lan Shizui que ver la entretenida relación de sus padres, tomo la cesta vacía y fue por el desayuno, una vez con todos los alimentos, se dirigió al jinshi, toco la puerta y espero.

-A Yuan pasa, tu padre fue a vaciar la tina.

No espero más y se adentró a la cabaña-Madre buenos días.

-Buenos días rabanito, ¿Qué trajiste para mi esta vez?- dijo el de negro quien estaba sentado concentrado en un libro que parecía el mismo estaba escribiendo.

-No preste mucha atención al menú de hoy, pero yo mismo traje el picante.

-Tengo al esposo perfecto y al hijo perfecto también, que bendecido soy- canturreo el nigromante.

Shizui solo sonrió mientras sus mejillas se pintaban de un rosa sutil.

-Ven siéntate tu padre no debe tardar-indico el mayor.

MIEDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora