Capítulo 1: Baile de máscaras.

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¿Cómo no amar el invierno?
Esa brisa fría que recorre tú cuerpo, los copos de nieve a tu alrededor, esos paisajes sacados de cuentos de hadas que te hacen sonreír, sencillamente es maravilloso.

Estamos en plena nevada, puedo observar la ventana y perderme en mis pensamientos, acompañada de una taza de chocolate caliente y el sonido del dulce jazz que cubre delicadamente todo mi entorno.

Adoro mis fines de semana con mi papá, él trabaja en su escritorio hasta perder la noción del tiempo y yo como hija única lo ayudo en el hogar, hace muchos años mis padres se separaron, yo opte por quedarme con mi viejo, solo somos él y yo contra el mundo.
« O eso creía yo »

Desde hace unos días está saliendo con una morena, cabello liso, largo muy largo, y ojos oscuros, ella tiene dos hijos.

¿Nos les parece magnífico?, porque la verdad a mi no, todavía no los conozco, mi papá se empeña, día tras día, en hablarme de ellos.

No quiero ser grosera con él, así que simplemente lo escucho, pero cada vez que me dice para hacer una cena "familiar" le busco una excusa y huyó de la casa, sé que no es muy maduro de mi parte, pero no quiero dejar de ser la luz de los ojos de ese señor, siempre hemos sido él y yo, no quiero que eso cambié.

Mi nombre es Audrey Collins, hija única por parte de mi padre, pero tengo tres hermanos más por parte de mi madre, mi padre es alto, de ojos color miel y cabello castaño claro, es todo un divino, lo que no entiendo es como esa mujer se le metió por los ojos, por otro lado yo soy idéntica a mi madre, ojos muy oscuros, cabello negro azabache y a diferencia de ella yo lo tengo rizado, con la tez blanca como mi papá, pero de físico y en el temperamento somos muy iguales.

Hoy comienza la universidad, estoy en el último año de ingeniería mecánica.
Conduzco por las calles totalmente blancas por la nevada, tengo unos jeans negros, un abrigo del mismo color, unas botas de tacón que me llegan más arriba de las rodillas, junto con una bufanda y un pasamontañas rojo.

Llegando a las instalaciones de la universidad, voy a la recepción para que me den mi horario y las llaves de mí locker.

Abro mi locker, coloco mis libretas y...
¡ZAAAAAS!
SIENTO UNA FUERTE NALGADA.

— Hola guapa — Una voz conocida tranquiliza mi mente.

«Aunque eso no quiera decir que no me dolió»

— ¡Auuuch! — la miro molesta.

— Linda, me encanta volver a verte — Abby me mira con una sonrisa de par a par.

— Este año nos tenemos que alocar —
Mientras dejo mi abrigo en mí locker, le dedicó una mirada y sonrió.

— Nunca cambias verdad Abby —
— ¿Para que?, si así me amas. —

Abby y yo vemos las mismas clases juntas, desde primer año ha sido así. Entramos al salón de laboratorio de vibraciones, es nuestra primera clase los lunes, nos sentamos en la parte media de las gradas, dónde ya el profesor Zaragoza, estaba dando la primera unidad.

Las primeras clases fueron estresantes, ya teníamos mucho contenido y ensayos programados, si que no pierden tiempo esos gilipollas.

— Te voy a pasar buscando a las 8 — Abby inmersa en su teléfono me suelta con su respectiva sonrisa traviesa.

— ¿Que? —, no entendí.

— ¿Disculpa? — Ella voltea a verme y me agarra por los brazos y con gran entusiasmo me replica.

— Cariño tenemos una fiesta de comienzo de curso en la casa de Chase, no te hagas la desentendida —

Con la mirada fija en ella le replico

El profesor Mr. MüllerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora