El viñedo “El amanecer”, era conocido en la gran Teyvat debido a la exquisitez de su vino, los rayos fervientes del sol y el aroma de la libertad eran guiados por el viento que recibía cada mañana aquella estancia, cuyos criados que la habitaban salían a recibir el día a día.
𝐏𝐫𝐨𝐥𝐨𝐠𝐨: 𝐀𝐜𝐭𝐨 𝐈
𝑉𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠 𝑐𝑎𝑟𝑚𝑒𝑠𝑖́
꒰ 𝘈𝘤𝘵𝘪𝘷𝘢𝘥𝘰 ꒱Las muchachas se dedicaban a limpiar y los jóvenes a recoger las uvas, los obreros araban los campos y los comerciantes arribaban el lugar. Todos siempre leales al señor de la casa; aquel que con su porte imponía en el lugar, sus botas marcaban la tierra húmeda en señal de que Mondstadt había sido acariciada por las lágrimas del cielo y el viento tomaba presencia danzando los cabellos rojizos que caían sobre su rostro.
—Buen día, señor Diluc, creímos que estaría en cama hasta más tarde. —Habló Adelleine, una de las criadas.
—Mi cuerpo no es tan débil como para descuidar mis negocios. —Respondió con su orgullo característico.
—Claro mi señor. —Hizo una reverencia ante su jefe y se retiró a continuar sus labores.
Diluc alzó la vista al cielo, llevo su mano hacia arriba, alejada de su rostro, dándole al mismo una sombra que lo cuidar de la ofensa destellante del sol.
—Ya he estado más de un mes malgastando mi tiempo a causa débil cuerpo. —Pensó mientras su vista seguía a un majestuosa ave que revoloteaba en el cielo. ——Si mi condición empeora, resultará un molesto obstáculo en mi camino, terminaré como un caballero favonius siendo tan débiles e inútiles para la batalla.
Una arcada logró que su cuerpo retrocediera lleno de escalofríos, su cuerpo cedió al peso del efímero mareo que lo invadió, intentó cubrir su boca como pudo, pero fue en vano, los bellos pétalos de amapola rojiza se posaron sobre sus manos.
Una de la criadas que estaba cerca logró observar la escena del joven amo cayendo de rodillas mientras los pétalos emergían de su boca con cada arcada.
—¡Señor Diluc! —Corrió sin ninguna duda, y con todas sus fuerzas ayudó al ojiz carmesí. —¡Resista señor! Ahora mismo entraremos y buscaremos su medicina. ¡Moke! El señor Diluc esta recayendo de nuevo. —anunció la dama a su compañera.
Ésta corrió en su socorro y juntas lo ayudaron a entrar en la mansión, Diluc solo se dejo llevar mientras sentía como sus interiores dolían a cada segundo que salían los pétalos rojos de sus fauces. Adeleine, quien iba tras toda la situación, estaba por seguirlas, sin embargo, fue interrumpida por la llegada de alguien.
—¡Miss Adeleine! Buen día, tengo los pedidos de la ciudad. —Un/a joven, quien arribaba el viñedo, saludó de manera enérgica. —También debo discutir con el señor los presupuestos para la siguiente inversión de bebida que surte en la ciudad.
La criada al mando le miró con nerviosismo, conocía que todos los que trabajaban en aquel viñedo sabían de la condición del joven amo, sin embargo, pocos sabían que aquella persona que visitaba el viñedo cada semana era la responsable de que el señor Diluc fuera atacado por la extraña enfermedad del Hanahaki.
—¡T/N! Siempre es un placer recibirte.
—Siempre es un placer estar aquí, ¿se encuentra el señor Diluc? —Preguntó con una suave sonrisa.
Adeleine desvío ligeramente la mirada buscando una respuesta rápida. —Sí, sí, solo que usted sabe de las alergias del señor, siguen molestándolo estos días, dele un segundo, seguro está muy cansado.
—Nunca estoy cansado para una colega. —Apareció el aludido mientras acomomodaba sus guantes. —Adeleine, brinda un poco de sidra para nosotros, discutiremos nuestros asuntos en el salón principal. —Ordenó y la mencionada obedeció de inmediato, dando una reverencia se retiró.
El pelirrojo llevó su mano tras la espalda alta del invitado, su tacto era suave, era su manera de dar la bienvenida. —Siempre tan puntal, T/N. —La sonrisa de Diluc era algo etéreo para cualquier ojo humano, pero no tanto para T/N, quien no solo era un/a simple colega del negocio, si no también un/a amigo/a de la infancia del señor del viñedo.
T/N y Diluc habían compartido horas de juego desde muy jóvenes; todo esto debido a que los padres de ambos infantes eran socios, tal y como lo terminarían siendo ellos. Previo al viaje que emprendería el ojos carmesí por todo el vasto mundo de Teyvat, T/N lo vio marcharse, sacudido por el odio y rencor, el/ella intentó detenerlo, pero fue inútil, su corazón había sido quebrantado, su mirada rojiza solo brillaba por la ira y sus paso eran marcas del orgullo que lo movía.
Durante el largo viaje del pelirrojo, encontró respuestas sobre la muerte de su padre, que eran tan amargas tal como el vino añejo que era lo único que lo esperaba; o eso creía él, los pensamientos de esa persona llegaron a su mente, recordando la noche en que se fue donde T/N lo vio marcharse, recordó esa mirada que reflejaba con cada lágrima la suplica de que él se quedase en Mondstadt. Esos recuerdos movían aquello que él deseaba profundamente que dejará de existir, su corazón. Con cada recuerdo, se sentía más débil, hasta que un día en la gran Snezhnaya su cuerpo no resistió más, cayó sobre la fria nieve, abrazando su estomago mientras se retorcía por el dolor, asustado y confundido notó los pétalos que caían de su boca. Ese fue el inicio de su desafortunada enfermedad.
Con el regreso a Mondstadt, fue recibido por los feroces vientos de la libertad, sin pensarlo mucho fue con quien en su mente rondaba desde que su cuerpo colapsó, y al encontrarle, sin duda alguna, mejor se sintió. Ahí lo supo, supo perfectamente que la razón de sus penas sería estar enamorado de aquella persona que lo recibió con los brazos abiertos, lágrimas en sus ojos y un fuerte “Te extrañé” desde lo más profundo de su corazón.
𝐏𝐫𝐨𝐥𝐨𝐠𝐨: 𝐀𝐜𝐭𝐨 𝐈 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐥𝐞𝐭𝐚𝐝𝐨.
𝑉𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠 𝑐𝑎𝑟𝑚𝑒𝑠𝑖́𝘔𝘪𝘴𝘪𝘰́𝘯 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘭𝘦𝘵𝘢𝘥𝘢
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Vientos carmesí. 『DilucXReader』
FanfictionEl amor es simplemente un sufrimiento que se manifiesta de muchas maneras, pero dicen que la más agonizante de todas es contraer hanahaki, una enfermedad cuya repercusión en aquellos que la posean llenen sus entrañas de pétalos de alguna flor, esto...