Galletas

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-argh! esto me esta volviendo loco!!!- el pobre Alberu Crossmar tenia frente a él mas de 100 cajas de galletas, todas pertenecientes a las pastelerías mas prestigiosas de los dos continentes, esta era la quinta inspección en busca del sabor correcto, pero por quinta ocasión los cientos de galletas a su alcance no lograban igualar las de la difunta estrella blanca.


Se levantó de su escritorio y regresó a su habitación donde lo esperaban dos "niños" durmiendo, en medio de su gran cama se encontraba el aun pequeño raon, bueno, ya no tan pequeño, media poco más de 1.40m desde la punta de su hocico a la punta de su cola, un "niño" que pese a su aspecto reptiliano era adorable, su adorable hijo dragón.


Todo el mundo, literalmente, sabía que el rey alberu era la pareja oficial de Cale Henituse, el héroe mas grande que el mundo vio desde su creación, ante estas dos grandes figuras nadie puso objeción a su relación y en cuanto a la sucesión de trono y sangre... bueno, para algo son los hermanos, no?


Suspiro. Un suave suspiro se escapo de sus labios, de su gran cama le correspondía poco mas de medio metro, su "hijo" dormía en el centro, siempre en el centro con las alas extendidas y su primer padre justo a su lado ocupaba la mayor parte de la cama restante, con suavidad abrazó a su amado por la espalda, sentir su calor en su pecho y la suave respiración le encantaba, lo único favorable de esta limitación de espacio era el poder dormir abrazado a su amado, aspirar la fragancia fresca de la roja cabellera y admirar el hermoso contraste de la piel perlada...Alberu estaba perdido en su ensoñación cuando un par de balbuceos le clavaron una espina en su orgullo que a la fecha no podía sacar.


-cosa blanca... dame más galletas...


Galletas, esas malditas galletas que lo atormentaban con cada desayuno, con cada hora del té, con cada descanso.


El pobre rey alberu seguía sin poder encontrar esas malditas galletas, el único punto "bueno" de la cosa blanca eran las galletas que le regaló a cale cuando se hizo pasar por naru, era una tontearía, si, pero era una tontearía que no podía dejar pasar.


Su amado pelirrojo y su adorado hijo dragón se habían vuelto adictos a esas malditas galletas, el adorable raon guardaba las preciosas galletas en su dimensión espacial y se limitaban a comer una al día para que duraran un poco más.


Le picaba en el orgullo que podían comerse mil y un dulces como si nada pero solo esas malditas galletas las comían con delicadeza y tranquilidad, degustando las tres mordidas que tomaba desaparecer en sus bocas, hasta podía ver como lamian hasta la ultima migaja de ellas y su estado de letargo y ensoñación se hacia presente por un par de minutos, hasta que el sabor eventualmente desparecía de sus bocas.


Frases como "ojala nos hubiera dado más galletas", "no era tan malo tenerlo aquí, nos daba muchas galletas deliciosas!", "quizás hubiera sido bueno ser su amigo si con eso nos daba mas galletas..."


-"¿Qué demonios tenían esas galletas?!"


Alberu busco por tierra, mar y aire esas galletas, interrogo a los aliados sobrevivientes de la cosa blanca, hasta reviso el ultimo documento relacionado con la cosa blanca con tal de encontrar la receta, y todos y cada uno de sus intentos de encontrarlas fracasaron.


Ante su frustrado intento de sacar información se vio obligado a buscar unas galletas que se parecieran. Grave error, después de dos años de búsqueda aun no daba con ellas, y veía el deleite y agonía que otro hombre les daba a su familia...


Aun perdido en sus pensamientos enfurruñados pudo sentir los brazos de cale rodearle la cintura y acariciar su espalda aun adormilado.


-buen trabajo mi sol...- su amado esposo holgazán lo consolaba entre sueños, sonrió ante este dulce gesto y acaricio la espalda de su amado, aun le faltaba revisar un par de cientos de pastelerías de 20 reinos del continente oriental, aun tenia esperanzas de encontrar las galletas correctas, su esposo y su hijo dragón consentido valían el esfuerzo que hacia... -te prometo que te daré las galletas que tanto te gustan... solo espera un poco más mi amor...

Las galletas de la discordiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora