Pequeñas lecciones.

3

  Estaciono frente a la casa agotado del día de hoy, además de ir a hablar con Hugo, tuve cinco reuniones, de las cuales solo dos fueron con cosas positivas.

  Al entrar en casa escucho de fondo una música en volumen bajo y sé que aún a las 12 de la noche, Jane sigue despierta.

  Dejo mi chaqueta colgada en el perchero colgado en la pared y subo a ver en qué anda Jane a estas horas.

  Su hora de dormir pasó hace casi 2 horas, lo cual me hace enfadar, pero hasta no saber porque no está en la cama no pienso enfadarme.

  Toco la puerta entreabierta tres veces y al escuchar el vinilo que suena de los Beatles me indica que está despierta.

       —Adelante—dice en su tono de voz dulce habitual y yo abro la puerta para encontrarmela sentada en su escritorio blanco de espaldas a mi.
       —Hola preciosa, ¿Sabes qué hora es?—le digo lo más calmado que puedo. No me gusta que duerma tarde porque luego se pone de mal humor y por la mañana no se puede levantar. Miro furioso el reloj que cuelga en su pared, que le compré para que estás cosas no pasaran.
       —Hola Chase, no ¿Porqué?—dice calmada aún sin mirarme.
       —Son casi las 12:30, Jane, ¿Se puede saber qué haces que ni siquiera me miras?—digo en un tono más elevado.

  Ella se voltea de inmediato con su silla del escritorio de ruedas y me mira con sus mejillas rojas.

       —Lo siento—me dice e intento calmarme—. Trato de terminar el trabajo de literatura.

  Respiro hondo al saber que es algo de la escuela, como fuera otra cosa si me iba a enfadar.

      —¿Para cuándo es?—digo más calmado.
      —Para el jueves, sabes que no me gusta hacer las cosas a última hora.
      —Lo sé princesa, pero no es saludable que te quedes hasta tan tarde haciendo estás cosas.

  Ella asiente y yo la miro buscando la poca paciencia que tengo.

  Jane tiene aquí casi 6 meses, y debo admitir que se ha comportado bastante bien. Solo la castigue tres veces, y creo que ese dolor le bastó para entender cómo son las cosas en esta casa.

  Pero una cosa con la que peleo con ella habitualmente es la comida y los horarios. Sé que sufre de insomnio, peros por eso intento que duerma o empiece a dormirse a las 9:30 o 10:00 de la noche. Pero odia las horas de dormir, casi tanto como comer en mi presencia. Según ella la intimidó tanto que le quita el apetito.

  Está bien, lo admito, soy muy alto y ancho, pero esta es mi casa y no puedo dejar de comer con ella porque le intimide mi tamaño.

  Pero descubrí que esa era una mentira cuando mi ama de casa, Vivian, me dijo que estaba preocupada porque Jane no tocaba la comida que le mandaba al instituto, que siempre la traía tal cual ella la llevaba.

  Ese fue su primer castigo y por lo tanto ahora, una de sus profesoras siempre revisa que se haya comido la comida que le mandamos.

       —¿Cuánto te falta?—le pregunto.
       —Poco, ¿Me dejas acabar?

  Yo niego con mi cabeza.

       —Si es poco se puede acabar mañana—le digo y ella frunce el ceño.
       —Mañana tengo clases de violín por la mañana. Déjame acabarlo hoy, por fa—me ruega y yo observo esos hermosos ojos verdes que me matan de ternura.

  Yo ladeo mi cabeza intentando no caer en sus encantos.

       —Vendré en media hora, y lo que tengas hecho. Y así, recoges tu escritorio y te metes a la cama y mañana no quiero quejas cuando te mande a levantarte, ¿De acuerdo?—le advierto.

  Ella me sonríe.

       —De acuerdo, gracias Chase—se voltea y sigue a lo suyo.

  Hace poco Jane me comentó en su último castigo que nunca la escuchaba y tampoco había punto medio entre lo suyo y lo mío. Yo me quedé pensativo con sus palabras, porque nunca había considerado eso. Así que lo hablé con Gilbert que es el que más tiempo lleva en esto. Y me dijo, que aunque era importante que supieran quien mandaba y que hubiera disciplina, era también importante ceder en ciertas cosas y oír sus opiniones e ideas.

  Empecé a seguir su consejo y me fue de maravilla con Jane. Empezaba a obedecer más si llegábamos a un punto medio en lo que ella quería y yo quería. Y así nuestra relación de confianza se hacía cada vez más grande.

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  Escucho como abren las cortinas de mi habitación dejando pasar la luz. Yo me remuevo en las sábanas cansada y estoy  a punto de pedir cinco minutos más, cuando mi cerebro me recuerda la promesa de ayer con Chase. Así que poco a poco me voy desperezando y alguien me acaricia la cabeza.

       —Buenos días princesa, ¿Dormiste bien?—me dice Chase y yo bostezando asiento—. Hora de ponerse en marcha que tienes clases de violín dentro de una hora.

  Yo asiento y me levanto de mi cama con pereza hasta llegar al baño donde me cambio de ropa y me pongo una falda negra y un jersey blanco. Me pongo mis pendientes de perlas y mi diadema blanca tras peinar mi cabello, cepillar mis dientes y lavar mi cara, bajo a la cocina en dónde Chase me espera con el desayuno ya servido a la mesa.

       —Buenos días—digo en un tono suave entrando a la cocina.
       —Buenos días, cariño—dice el dejando su teléfono.

  Comenzamos a comer y cuando me falta aún la mitad del plato, resoplo con el estómago lleno.

       —Jane, come—dice Chase antes de que pudiera decirle que no quería más.
       —Me comí una tortita con maple y un poco de fruta, es suficiente para mí.
       —Come un poco más, ¿Si?—dice en un tono de voz suave, yo asiento. Desde aquel último horroroso castigo de hace semanas, empieza a oírme más, y eso me hace sentir más a gusto aquí.

  Estando aquí, aunque deteste las reglas y castigos, Chase me dió la oportunidad de seguir estudiando y seguir tocando el violín, cosa que mi madre me prohibió.

  Me dió una casa segura y hermosa ropa. Pero, lo cierto es que seguir aquí no me convencía.

  Al terminar mi fruta, él quedó más conforme, y tras el vestirse y yo cepillarme los dientes, salimos de casa a mis clases de violín.

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Hola! Aquí Lili, como siempre ¿Que tal la historia? Sé que nadie me lee por ahora, pero, escribo esto para cuando alguien les mi historia uwu
Cada vez conocemos a más personajes de esta historia.

Xoxo 💋

🦋✨Lili🦋✨