Tony.
Mientras iba caminando podía contemplar a la gente desconocida esbozando una sonrisa, una señora con una mano dándosela a la nieta y en la otra sujetando un carrito de la compra mirando asombradas los vestidos de novia del gran escaparate.
- Abuela, ¿tú te ponías estos vestidos cuando te casaste con el abuelo? -Decía con tono infantil la pequeñaja.
- Oh, no mi niña. En aquella época tu abuelo y yo no teníamos demasiado dinero, pero tú algún día te podrás poner uno de esos.
Giré la cabeza y en un rincón de una portería vi a dos jóvenes, de entre unos quince y dieciséis años compartiendo fluidos bucales, justo desvío la mirada a un señor con bigote grisáceo pedaleando por la carretera esbozando una sonrisa en la boca mientras con un ramo de lirios amarillas reposando en la cesta de la bicicleta. Aquí podemos ver tres tipos diferentes de amor: el familiar, el sexual y el de esperanza -porque en la cara de aquél hombre se le ve toda fe puesta en ése ramo de flores que haga de bote salvavidas para salvar su matrimonio-.
Mi cara en cambio no contenía ningún factor meramente agradable. Mis ojos rojos -y esta vez no por el cannabis- y mi espalda molida de ésa maldita butaca de la habitación de Effy la cual era odiosamente incomoda y la cual gracias a ella no he podido pegar ojo, y no he podido hacer mas que mirar el rostro de Effy durmiendo con una leve luz plata de la Luna.
A medida que iba llegando al bar tenía la sensación de que mi estómago se cerraba, estaba experimentando demasiadas sensaciones en las cuales habría llevado mejor mi "cita" si hubiera podido sumirme en el sueño por un par de horas. Finalmente llegué al local, me planté frente a él y respiré hondo, y estiré de la gran puerta.
Siempre había criticado aquél local cuando era adolescente. Era el típico bar moderno en el que se reunían gente indie de veintimuchos a tomar un vermut y conversar sobre grupos que eran trendy en su subcultura urbana y que el resto de seres humanos desconocíamos de ello, incluso las madres de los componentes.
Pues bien, ahora me comportaba como uno de ellos.
En aquella hora del día no habituaban muchos hipsters lo cual me facilitó la localización de quién iba buscando. Mi mirada se posó al final del bar, en una esquina al lado de la ventana. La espalda de una joven, sus largos y dorados rizos colgaban de su cabellera casi confundidos por el sol -porque sí, raramente, hoy hacía sol en Bristol-.
Di diez pasos y me paré frente a ella, giró su cabeza y siguió la mirada desde los zapatos hasta mi cara, y fue ahí cuando esbozó una enorme y hermosa sonrisa, en menos de unos segundos saltó a darme un cálido abrazo recargado de "qué tales" y "cuanto has cambiado". Obviamente, todo aquel energizante comportamiento de la hippie provocó que las pocas personas del lugar dirigieran sus miradas hacia nosotros.
- ¡Oh wow, Tony! -Nos separamos y sus ojos marrones me examinaron de arriba a abajo- ¡eres tú!
Aunque la rubia hippie había cambiado por fuera, un aspecto mas maduro aunque sin olvidarnos de alguna floritura que llevaba como broche en su camiseta rosa palo, por dentro era igual, exactamente como yo la recordaba. Ambos nos sentamos y sonreímos. Me recordó a mi primera cita (claro que no con ella), éramos como dos niños pequeños sin saber exactamente qué decir conmovidos por la intimidad y la vergüenza porque sentía mucha de mi yo pasado.
- Siento presentarme así, Casandra. Hoy no he tenido una buena noche y... -Su pequeña mano se posó en mis dos manos plegadas, las acarició. Su triste mirada se posó en mis ojos, pude ver en su reflejo el enrojecido marco que los rodeaba.
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Skins: Esto aún no ha acabado
Fiksi RemajaSi te gustó Skins acércate y adéntrate en la continuación, porque los adolescentes de Bristol que un día fueron han vuelto aún con mas fuerza. +18