Ataviado con una camisa negra y unos vaqueros oscuros, Nyx, que había tenido la delicadeza de acudir sólo, le dedicó una leve sonrisa.
-¿Puedo pasar sin bofetadas? -murmuró, tratando de bromear.
Elle ni siquiera le respondió. Se hizo a un lado, para dejarle pasar, cerrando tras él, antes de dejarles solos.
Nyx cerró los ojos, concentrándose. Sintió una presencia que hacía años no sentía, un aura dulce que, ciertamente, parecía atormentada por algo.
Clover estaba en el salón.
Despacio, repasando el discurso que había preparado esa tarde, caminó hacia ella. Quería disculparse de corazón, decirle que, pese a que pudiera no creerle, la quería y le importaba, que fue a buscarla varias veces tras despedirse, pero nunca más volvió a verla ni saber de ella, que, pese a todo, pese a Mary incluso, había ocupado un lugar indeleble en su vida.
Nada le había preparado para lo que encontró.
Los ojos castaños de Clover, humedeciéndose nada más verle. Unos ojos, antaño brillantes, que habían perdido casi todo su brillo.
Pero, sobre todo, no estaba preparado para aquel "hola" que sus labios dibujaron, y que no resonó en la sala.
Realmente, Clover había perdido la voz.
Corrió a abrazarla, pero ella alzó una mano, indicándole que se detuviese.
"Por favor, no", leyó en sus labios "No seré capaz de hacer esto si me tocas. Y tengo...necesito hacerlo."
Nyx no esperaba aquella reacción. Era consciente del amor que emanaba su aura, de cómo verle la había agitado, excitado y alegrado a partes iguales. Miró un poco más y descubrió, a su pesar, que también emitía una leve tristeza. Se quedó clavado en el sitio.
Clover le hizo un gesto, señalando el sofá. Se sentó junto a ella. Ella se apartó un poco, temiendo que tanta cercanía alejase su seguridad. Cerró los ojos un momento, y un silencio estanco, tenso, triste, se apoderó de la habitación.
"Nyx...ante todo, lo siento."
-Eso debería decirlo yo, ¿no crees?
De nuevo, su mano le silenció.
"No fui lo bastante madura, ni lo suficientemente valiente, como para enfrentarme al hecho de volver a verte habiendo perdido tu amor. Ni siquiera me esforcé en ello. Preferí encerrarme a la espera de que, como el Príncipe Azul que creía que eras, volvieses a por mi. Cuando me di cuenta de que no sería así...Simplemente, elegí alejarme del mundo. No es tu culpa, Nyx. Nunca lo será."
Nyx quiso hablar, decirle que sí se sentía culpable, que lamentaba que se hubiese visto obligada a tomar tal decisión. Haciendo un esfuerzo sobrehumano, Clover posó un dedo sobre sus carnosos labios.
"Déjame terminar", suplicó. Él asintió, y ella retiró su dedo. "Me encerré porque...Quería hacerte daño. Quería que sintieras el mismo dolor que yo. Quería fingir ser feliz sólo por el hecho de que a ti te doliese que lo fuese sin ti. Quería...quería que te quedases solo, que lo perdieses todo, y que volvieses a mi, para, entonces, rechazarte y que no te quedase nada. Y esa...esa no soy yo, Nyx. Me aterré de mi misma..."
Clover no lo había notado, pero un leve sollozo escapó de sus labios tras aquellas últimas palabras.
"No quería hacerlo. No quería arriesgarme a destruir a la persona que más amaba...A quien más amo..."
-Clover...
La muchacha agachó la cabeza, tratando de ocultar las lágrimas que inundaban sus ojos y recorrían sus mejillas. Nyx extendió la mano, hasta tomar la de ella. Una cálida lágrima cayó sobre él.
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Cuentos de la Tejedora de Destinos
AcakCuenta una antigua leyenda que todos estamos unidos a nuestra persona destinada a través de un hilo rojo. Es una leyenda que se repite, a lo largo del tiempo y las civilizaciones, pero de la cual nadie sabe su origen. Aunque Elle siempre creyó en el...