Epílogo

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-No estoy muy seguro, Chris.

Hice un mohín, sintiendo cómo el corazón me latía nervioso bajo mi pecho. Él sonrió y se acercó para besarme la cabeza.

-¿Qué piensas que va a pasar? -me dijo, y su aliento al hablar me movió los cabellos.

-No sé, Channie -musité, viendo cómo se podía vislumbrar la cúspide del edificio del aeropuerto tras la ventanilla trasera del taxi-. Sé que ha pasado un año... -dije, mientras su nariz seguía revolviéndome el pelo- Pero te recuerdo que la última vez que hablamos, me dio un puñetazo.

Mi entrecejo se arrugó en una expresión de congoja al recordarlo. Chris rio y el soplo de su risa me acarició el cuello, luego sus labios se posaron dulcemente en este, haciéndome erizar la piel.

-Tú mejor que nadie conoces a Changbin; él no puede guardar el rencor durante tanto tiempo -me dijo, ahora mirándome-. Además, ahora ya está bien, ya está con Felix -me sonrió-. El tiempo cura las heridas, ¿recuerdas?

-No todas, Crispy -contradije, ahora de veras nervioso, ya que le taxi se aparcaba justo frente al aeropuerto.

Chris pagó el taxi y como quien no quiere la cosa, bajé de este. Me quedé de pie hasta que él se colocó a mi lado y pasó una mano por mis hombros. Su tacto me hizo sentir un poco mejor.

-Vamos -me dijo, empujándome levemente.

Caminé a su lado, mientras la gente iba a de un lado a otro con maletas y boletos en la mano.

-¿Por qué estás tan tranquilo? ¿Qué acaso sus últimas palabras para ti fueron "Está bien, Chan, no hay problema de que te hayas enamorado de mi mejor amigo, vete en paz"? -farfullé y pensé que se iba a reír, pero en vez de eso, su rostro se volvió tenso.

-No. Ya sabes que no me despedí, pero... Mira, si quisieron venir a visitarnos, yo creo que ya no hay rencores -se encogió de hombros-. Tranquilo, ¿sí?

Me besó la cien mientras seguíamos caminando para sentarnos a esperar que el vuelo llegara.

Luego de unos minutos los vimos salir por la puerta por donde emergían los demás pasajeros provenientes del vuelo de Francia y reconocí la cabellera rubia de Changbin, su mirada iba baja, indiferente. Lo seguía conociendo.

-Chris... -murmuré temeroso, a nada de decirle que nos echáramos a correr.

Pero me interrumpió: -¡Ya los vi! -y tomándome fuertemente de la mano, me hizo correr hacia ellos- ¡Felix! -gritó y levantó su mano izquierda para que lo viera.

Fijé mi vista en Changbin y nada más en él; no es que no extrañara a Felix, pero quería saber cuál era la expresión de Changbin y si no era tan mala idea echarme a correr.

Al momento de oír la voz de Christopher, levantó la vista y sus ojos al verla, lucían distintos, era la clase de mirada que das a un viejo amigo que aprecias sinceramente. Luego me miró a mí y aunque me congelé repentinamente tenso, él esbozó una tenue sonrisita apenas visible y volvió a bajar la mirada, haciéndome sentir confundido y atolondrado.

-¡Chris! ¡Minho!

La voz de Felix me hizo mirarlo, no lucía tan distinto, de hecho ninguno de los dos había cambiado.

-Fefi.

Christopher abrazó a Felix en un cariño fraternal cuando estuvimos por fin cerca y yo volví a mirar a Changbin, cauteloso aún.

-Hola -me dijo él con una tenue sonrisita dibujada en su rostro.

-Hola, Changbin -respondí tímido, era raro intercambiar palabras con él después de un año, y siendo las últimas un sin fin de maldiciones.

Manuel de l'interdit [Banginho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora