El sabor del veneno

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Centro de Rehabilitación Alana Monroe, Los Ángeles, California, 5 de enero de 1987

   Nos reunimos en el salón de lo que solía ser mi antigua oficina. Todos tenían un trago en la mano para digerir el momento de angustia y se observaban acalorados en un incómodo silencio mientras yo me fumaba un cigarrillo y me acomodaba el cabello por detrás de la oreja. Melinda incluso de soltó el suyo para poder sentirse un poco más liberada de la presión.

—¿Puedes explicarnos como es que no estás muerta? —Austin no soportó más la incertidumbre, sabía que ellos necesitaban respuestas.

—¡Nunca lo estuve! —Reconocí—. Cambié mi etiqueta en el hospital con una mujer que fue víctima de un accidente automovilístico.

—¿Dónde has estado todo este tiempo? —Nayrid seguía acariciándose el vientre mientras Blake sostenía a su hijo en brazos.

—¡Esa es una larga historia! Pero puedo decirles que he estado sanando y realizando investigaciones.

—¿Nos dejaste creer todo este tiempo que estabas muerta para convertirte en una detective? ¿Acaso tienes una idea de por todo lo que hemos pasado? —Austin parecía estar furioso—. ¡Yo lloré sobre tus cenizas en el hospital Alana!

—Lo sé... —Todos voltearon a mirarme—. Los vi, en el hospital.

—¿Los viste llorar por ti y no fuiste capaz de consolarlos? Dynia ha llorado más de una noche mirando tus fotos junto a Melinda. Nunca nos conocimos mucho Alana, pero realmente no queda rastro de lo que solías ser, ahora tienes la sangre helada. —Alejandro Arbeu, el esposo de Dynia me reprochó mientras ella me miraba con ojos de disgusto terminando de tomarse su trago.

—¡Tenía que alejarme por un tiempo! Necesitaba un espacio después de... —Todos esperaron mis palabras y tragué grueso antes de decirlas—. ¡Después de perder a mi hijo!

—¿Un hijo? —Melinda me miró atónita—. ¿De quién?

   Yo guardé silencio mientras Melinda levantaba una ceja comprendiendo que no repetiría su nombre.

—¿Quedaste embarazada de la violación de ese malnacido? —Yo baje la mirada al suelo—. ¡Vaya, eso sí que explica porque actuaste de esa manera! —Dynia empezaba a comprenderme.

—¡No podría pensar en lo horrible que debió ser para ti, Alana! —Melinda metió su cabello entre los dedos por un momento y luego hizo una pregunta—. ¿Qué es lo que has estado investigando?

   Saqué de mi bolso una serie de documentos y fotografías como si fuese una detective real y las coloqué sobre mi antiguo escritorio.

—Esta mujer, es Kara Mason era una bailarina en un bar de Nueva York, hace dos meses, ella fue violada e interpuso una denuncia... Días después fue encontrada muerta en el patio trasero de su casa, le cortaron la cabeza. —Les dije mostrando la fotografía para que todos pudiesen verla.

La Biblia De Una Dominatrix © [ EN FÍSICO ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora