Capítulo 1: El regreso

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Thea Evans

Las gotas de lluvia resbalan por el cristal del auto y miro el alrededor de la ciudad con detenimiento. La idea de estar de vuelta en casa no me agrada del todo, sólo me recuerda los horribles y estresantes problemas familiares que siempre tengo que lidiar. En especial con mi madre, quien suele querer superar a los demás en todos los sentidos. Es por eso que prefiero estar en el campamento, todo es más sencillo allí.

Bajo del taxi con mi maleta en manos y pago la cuota, el taxi se retira y entonces hago una mueca al ver que estoy de nuevo en casa, mi no tan dulce hogar. Toco el timbre de ésta y en un instante, mi madre abre la reja para encontrarse conmigo y darme un abrazo.

—¡Thea! Me alegra que por fin hayas llegado, querida —dice dejando su copa de vino en una mesa del jardín.

—Iré a dejar mi maleta —me limito a decir, el viaje fue agotador y lo menos que quiero es tener una plática de qué tal me fue este verano.

Entro a casa y abro mis ojos perpleja al ver la gran cantidad de gente que hay dentro, desde familia de mi mamá, hasta posiblemente vecinos que ni recuerdo. Ya es costumbre que mi madre prepare una fiesta en honor a mí cada verano para festejar mi regreso del campamento, pero no imaginé que esta vez invitara a más personas de lo normal. Ah, y eso no es lo peor, porque después tengo que soportar que mis primas y tías se queden a dormir esta noche, cada año pasa lo mismo, es realmente molesto.

Subo las escaleras en cuclillas evitando hacer cualquier ruido o que alguno de los invitados me note, todos parecen estar muy ocupados charlando y presumiendo sus lujos y debo admitir que esta vez eso me tranquiliza.

Llego a mi habitación con éxito y cuando cierro la puerta, lanzo un enorme suspiro.

Lanzo mis tenis al suelo y subo mi maleta a mi cama para comenzar a desempacar, cuando de repente escucho que alguien toca mi puerta. Pienso en fingir que no hay nadie dentro y que la persona se irá momentáneamente, pero los toquidos se vuelven cada vez más bruscos por lo que no me queda otra opción más que abrir la puerta.

Cuando lo hago, no logro ver a nadie hasta que agacho mi cabeza y me encuentro con mi prima más pequeña, la pequeña Annabelle, con un paquete en manos.

Alzo mi ceja esperando a que ella hable y entonces me extiende el paquete —Dijo mi tía Amelia que te llegó esta mañana.

Tomo el paquete y mi primita se retira, cierro la puerta y con curiosidad, veo la dirección del remitente. Una sonrisa se forma en mis labios al darme cuenta que se trata de la dirección del campamento, probablemente podría ser de Megan, mi mejor amiga del campamento, quien aún no ha vuelto a casa como yo, pero cuando continúo leyendo y llego por fin al nombre, mi sonrisa se desvanece.

Dereck.

Dudo en abrir el paquete y mejor decido en dejarlo para después. Muy, muy después. lo dejo debajo de mi cama y me abstengo a empezar a desempacar.

He estado en el campamento desde que tenía nueve años, al principio mis padres me inscribieron ahí porque solían estar muy ocupados con trabajo por esas fechas y casi no tenían tiempo para mí, y mientras pasaron los años... bueno, se comenzaron a distanciar hasta divorciarse, y técnicamente enviarme al campamento les ahorraba muchos problemas. Sé que suena horrible de su parte, pero sinceramente estoy agradecida por eso, estoy segura de que en el campamento paso más tiempo de calidad de lo que pasaría durante esos meses en casa.

Y a esta edad ya podría salirme del campamento y cuidarme sola, sin embargo, el campamento se ha convertido en mi segunda casa y adoro estar allí.

Mi celular comienza a sonar repentinamente, lo tomo de inmediato y contesto al ver que se trata de Megan, mi amiga (y la única) que hice en el campamento hace ya varios años.

My Summer LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora