Corazones de metal

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  Nos sentamos a la mesa y tomé el lugar respectivo junto a Christian y Melinda, Austin fue el primero en romper el silencio.

—¿Y esto... es oficial?

—No... No lo es, solamente es mi reemplazo. —Contestó Selena con un tono irónico.

Tomé un respiro para intentar no alterarme justo antes de que Dynia saliera en mi defensa:

—¡Wow! Pues vaya que Christian está mejorando sus gustos de mujeres. —Se rió un poco malévolamente.

—Por supuesto, los hombres cada vez las prefieren más putas.

—Si eso fuese cierto, querida, entonces nunca te habría cambiado... Porque no creo que haya otra mujer en el mundo que te supere en eso. —Dynia comió masticando lentamente mientras miraba a Selena los ojos.

—A excepción de ella misma, siempre parece estar subiendo de nivel... —Melinda hizo un comentario burlista qué terminó de molestar a Selena por completo—. Alana ya estaba pensando en ascenderla cuando trabajaba en el club Devon.

—¡Creo que tal vez deberíamos calmarnos un poco! —Término de Añadir Christian preocupado porque siguiesen enfrentándose—. Especialmente por respeto al señor y la señora Monroe.

—¡Oh no te preocupes por nosotros querido y nuevo yerno! Dos días aquí y ya nos acostumbramos. —Mi madre fue un poco sarcástica.

   Todos guardamos un poco de silencio mientras tratábamos de seguir comiendo nuestro desayuno con normalidad pero Selena no tenía la capacidad de cerrar su boca.

—¿Te cogieron una sola noche y ahora te crees la dueña de la mansión? ¡Qué autoestima!

—¿Y tú? Mírate, te cogieron no sé cuántos años y aún sigues siendo dueña de nada, continúas como solo una triste y arrimada perra callejera que necesita que Christian le lancé un trozo de pan para que pueda comer. ¡Eres solo una muerta de hambre!

—¿Y cómo lograste que se acostara contigo? ¡Zorra! ¿Lo drogaste igual que a los Dagniton? Creo que eso te salió muy bien la última vez. —Miro a mis padres de reojo—. ¡Chris espero que tus nuevos suegros hayan estado enterados de eso porque sino significaría que acaba de meter la pata!

   Enserio, enserio intenté pero no pude contenerme, había llegado a mi límite con sus comentarios estúpidos

   Tomé las cosas que estaban en la mesa y tiré del mantel, dejando todo en el suelo, haciendo que las platos, tazas, cubiertos y comida se quebraran y revolvieran sobre el piso.

   ¡Querían verme desquiciada pues aquí me tienen!

—¡Eso lo aprendió de mí! —Dynia se rió de forma perversa recordando la primera vez que cené en la mansión Harrison.

La Biblia De Una Dominatrix © [ EN FÍSICO ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora