Ep. 35

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     Como un día más, los rayos tan cálidos del sol cruzaban los enormes ventanales del corredor y era tan bella la luz, que parecía que pintaba las paredes de colores.
   Suspiró y caminó en línea recta. Sin pensamientos, ni palabras sobre la lengua. Sus ojos cansaban cada vez más, vaya que realmente fue mala idea quedarse leyendo manga tarde en la noche.
   Bostezó y repentinamente notó la presencia de una chica a su lado.
   —Eso me asustó.
   —Lo siento—Sonrió, notaba en su rostro la dulzura, pero ante la costumbre, él ya sabía lo que le esperaba, sólo más perversión—Soy Kore y… La verdad me gustas.
   —Lo siento, no busco un romance.
   —No tiene que ser un romance—Aclaró la chica, tomándolo de la mano antes de que él se fuera—Si quieres solo… Podemos vernos de vez en cuando.
   Félix tragó saliva nervioso.
   —No, gracias.
   —¡Me gustas! ¡No tienes idea cuántas noches he tenido sin dormir pensando en ti! Dame… Dame una oportunidad.
   Él retiró su mano, bastante incómodo, pues realmente ella ya estaba siendo demasiado intensa.
   —Estoy ocupado y voy tarde a un compromiso, así que, lo siento.
   Siguió caminando, sin girar la cabeza en ningún momento, temeroso ante la mirada de la chica. Siendo este su debilidad.
   A veces no entendía el encanto que tenían las mujeres en él, pero reconocía su propio respeto y dignidad, y vaya que fue buena idea huir de allí.
   Y bueno, nada que pensar al respecto, ¿Cierto? Pero… ¿Será que la chica seguía allí?
   No lo sabía.
   Así que giró la cabeza, solo unos cuantos grados y echó el ojo, e inmediatamente se enderezó.
   —Demonios, sigue allí—Susurró para sí mismo.
   Había visto la silueta de la chica, plantada a mitad del pasillo, pero debía resistir ante la culpa que sentía por dejarla allí sola.
   Así que una vez que dobló una esquina, salió corriendo despavorido y lo más rápido que pudo hasta la puerta de su sala.
   ¡Que difícil era enfrentarse a ese tipo de situaciones!
   Al llegar al lugar, frenó y tomó la manija de la puerta con normalidad, respirando fatigosamente y con un hilo de sudor recorriendo por los nervios.
   Entró a la sala y lo primero que vio, quizá fue lo menos esperado pero lo mejor.
   —________ estas aquí, ¿No es muy temprano?
   —En realidad sólo… Quiero tiempo a solas, tu sabes…
   —Ouh, bueno-
   —¡Pero no se supone que tengas que irte o algo!—Rió, agitando sus manos apenada mente al ver como Félix retrocedía apenadamente—Ya me extrañaba que alguien no llegase.
   —Pues ya estoy aquí.
   Leroux entró y dejó su mochila sobre uno de los sofás, admirando lo limpio y ordenado que estaba el lugar, sin duda era la mejor sala que habían elegido, quizá por el aroma.
   —¿Te gusta llegar temprano?
   —Es una costumbre para mi familia, no sabes lo puntuales que somos.
    —Debes estar exagerando—Sonrió y volvió a girar a su guitarra—Pero también habla bien de la responsabilidad de una persona.
   —Eso quizá.
   Ambos se dedicaron una sonrisa a ciegas.
   Podía sentirse entre ellos, un aire cálido y hasta sentimental tan raros, una mezcla de sentimientos entre los prohibido y lo permitido.
   Un corazón y la pasión.
   El amante y el amigo, no pueden ser solo uno, eso estaba claro.
   Félix había renunciado al enterarse de la relación que llevaba _________ con Draco Malfoy, un chico malo de Hogwarts, famoso por sus malas hazañas de herir, pero entre más pensaba en él, más imposible veía poder dejarla completamente.
   Que en cualquier momento, _________ se enredara en el peor problema que ni Harry Potter se podría quisiera pensar.
   La desgracia estaba justo detrás de ella, pero él no podía hacer nada para impedir el desalmado destino que le esperaba.
   Podría llevar para él, una búsqueda inalcanzable de su salvación y el rescate su felicidad, una chica como ella pudo convertirse en algo más que solo una heroína. Ciertamente ya estaba dicho, era una chica, y el un chico, tenía el pleno derecho de enamorarse, como de ser su amigo.
   Pero un amigo no siente cosquilleos en su pecho, y ese era el problema.
   Y bueno… ¿Qué podía hacer?
   Se relajó en el sofá a un lado de Peverell, mientras la miraba concentrada en su guitarra.
   —¿De dónde vienes… Te dejan tocar instrumentos musicales?
   —Para un diablo—Rió—Justo ahora estaría sentenciada a cien latigazos.
   —Cielos, ¿Cómo puedes decir eso y de esa forma tan cruel?—Frotó sus brazos, sintiendo un terrible escalofrío recorrerle el cuerpo ante tal espeluznante comentario.
   —Creo que ya me acostumbre a este tipo, es mucho mejor en varios puntos.
   —Por supuesto que si, pero no se supone que digas cosas tan malas—Sonrió, con preocupación acercándose a ella para mirarla tocar la guitarra—Creo que realmente las mujeres vivían en muchas crueldad antes, al menos ahora, tiene suerte de poder castigar con tu varita.
   —Aun no puedo sacar de mi mente la vez que casi mato a Draco, fue tan-
   —No pienses en eso, belle—Sonrió, mirándola fijamente a los ojos—No me gusta verte depresiva, y de igual forma, puedes garantizar que saber defenderte, si sabes y bastante.
   —Si, tienes razón.
   El pelinegro bajó la mirada y notó la posición de los dedos sobre la diapasón de la guitarra. Sonrió con ternura y se extendió un poco para poder acomodar correctamente el acorde.
   —Aunque sigues siendo una chica que aun sigue aprendiendo.
   —No soy una bebé.
   —Eres un bebé con dieciocho años—Dijo, acariciándole suavemente la cabecita, como a un perrito tierno y pequeño.
   La castaña quedó encantada ante el gesto, pero luego quedó pensativa ante el dato de que realmente, ya era mayor de edad.
   —¿No se supone que debería estar en el mismo año que tu? Me pusieron en uno menos.
   —No lo sé, quizá fue un error o… Dumbledore así lo quiso.
   Peverell asintió, pero no estaba del todo convencida, ni siquiera Félix se le veía igual. Era bastante confuso, porque, apenas terminado los dieciocho, era pleno que sus estudios en Hogwarts habían terminado y no podía quedarse para el séptimo año. Era ley.
   Escucharon el leve chirrido de la puerta abrirse con normalidad.
   ________ y Félix voltearon las cabezas para luego arrepentirse de tener estas.
   —Oh, Draco, Astoria, llegaron—Saludó el chico pecoso, con una tierna sonrisa—Dejen sus cosas, Emily no tardará en llegar.
   Peverell desvió la mirada de la parejita que acababa de llegar, después de sentir la presencia de Malfoy nuevamente cercana a ella, era incómodo.
   Mientras Draco solo volvía al mismo juego de la mirada molesta. Vaya juego que se salió de control, justo después de ver de la mano de Leroux rodeando a la de ella.
   ¿Extraño, ofensivo, insólito?
   Mal clavo sobre el corazón y fuego para los celos.
   —¿Ustedes dos son novios?—Preguntó con una sonrisa filosa.
   ¡Dios, Draco! ¡Maldito idiota!
   Félix se quedó sin palabras y a _________ por poco se le salía el aire de los pulmones.
   ¡Idiota!
   Astoria incluso se quedó extrañada ante la pregunta, creando entre los cuatro, la más rara e incomoda tensión, gozante para Draco a su parecer.
   —No, no somos novios—Contestó la chica Gryffindor, demostrando con una mirada, como la oportunidad de perdonarlo se iba alejando cada vez más y esto no agradó para nada al chico rubio.
   Estaba comportándose como un imbécil total.
   Estaba volviéndose loco, por un simple contacto entre ella y Félix, un simple encuentro en una habitación vacía.
   Eran miles los pensamientos que venían a su mente y su sangre comenzaba a arder sin razón alguna.
   Peverell se levantó de dónde estaba y dejó la guitarra a un lado. No dio explicación de la situación, sólo respiró y tardó un par de segundos de decir alguna palabra.
   —Iré a buscar a Emily—Excusó y salió por la puerta sin decir nada más.
   Estaba enrabiada por la conducta que tenía Draco hacia ella y es que era insoportable e injusto ver como empezaba a darle una vida imposible cuando ella lo único que quería era tiempo y espacio.
   —¡Hey!
   ¿Qué tan difícil era poder conseguir un tiempo para ordenar los pensamientos? La necesidad de no sentirse hostigada por Malfoy, sólo rebajaba sus ganas de tomar en serio el perdón.
   —¡No me ignores!
   —¡Suéltame, Draco!—Gritó, zafándose de agarre del chico sobre su muñeca. Dio la vuelta y le encaró con brusquedad—¿Qué rayos te pasa? Quieres que te perdone por lo que me hiciste, pero vuelves nuevamente a hacerme algo, una pregunta tan estúpida e irreverente como esa.
   —¡Lo siento! Es solo que me molestó verte con Félix.
   —¿Ah, si? ¿Te molestó? ¡No me digas!
   —Lo siento, ¿Bien?
   —No puedes justificar y ser perdonado todas las veces que te comportas como un completo necio.
   —¿Y que quieres que haga? No quieres que te hable, pero tu estas allí, tocándote con otro chico.
   —¿Eres tan celoso? ¡Solo estaba tocándome la mano! No besándome ni haciendo nada obsceno—Suspiró—¿Y sabes que? No ampliaré esta conversación contigo, porque ni siquiera deberíamos estar hablando.
   —________...
   Pero para antes de poder tomar su mano, ella lo había pasado de largo y regresó a la sala, tomando por excusa cualquier otra cosa.
   Razones hay miles para no querer ver a una persona que te humilló, ¿Cierto? Entre las más justificadas está el dolor interior y Peverell esperaba poder soportar ensayos con su estabilidad emoción en el tanto, lejos de la dependencia de la presencia de Draco. Iba a ser más difícil de lo que creía.
   —¿Están listos?—Preguntó Jones, poniéndose frente a su micrófono.
   ________ ajustó su guitarra y sostuvo firmemente su púa, lista para comenzar con el arduo ensayo.
   ¡Tres!
   ¡Dos!
   ¡Uno!

Hechizo ~ Draco Malfoy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora