3: Conviviendo con un Zoldyck

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Tomaba mi batido avainillado junto con unos cuantos chocolates caracterizados por ser mis favoritos. Killua, quien estaba en frente mío, me observaba incrédulo.

-Jamás había visto a una chica comer así- me sonrojé ante su comentario. Era verdad, cuando se trataba de comida, era una total desquiciada.-N-No me refería a eso como algo malo, de hecho... M-Me gusta.

Sonreí ante sus palabras. Parecía haber sido muy difícil para él soltar aquel comentario, después de todo, Killua se mostraba siempre como una persona fría por lo que había visto aquellos días que estuve a su lado.
Mientras tanto, el albino parecía ya haberse terminado toda su merienda.

-Parece ser que me he quedado atrás- comenté algo sorprendida. Se había terminado una cantidad de cinco chocolates y un batido extra largo en cuestión de segundos.

-Bueno, a mí también me encanta la comida- con algo de timidez desordenó un poco sus largos cabellos.- D-Déjame limpiarte, estás sucia por aquí.

El albino tomó un pequeño pañuelo para pasármelo con total concentración por el labio inferior. Mis mejillas teñidas de un color carmesí eran imposibles de disimular, al igual que las del pequeño Zoldyck que parecía estar totalmente avergonzado.

-Gracias, Killua- agradecí dedicándole una tímida sonrisa.- Quizás ahora sólo corte una de tus manos. Te lo has ganado.

-¡Vaya, soy todo un suertudo!- rió éste en respuesta.

Solté una carcajada y el ambiente fue colmado por un silencio cómodo que suponía ser mútuo. Después de todo, Killua se encontraba totalmente hipnotizado por la vista de las afueras del lugar.

-Discúlpame, voy al baño- me enderecé sobre mi asiento encaminandome hacia el mostrador.

-¡Hola, disculpa! Vengo a pagar la consumición de la mesa 10- sonreí ante el cajero el cual agradablemente asintió, pidiéndome que le diera un momento.

Observé a Killua por encima de mis hombros. Seguía distraído, algo que corría en mi total favor. Desde pequeña, nunca me había gustado pedir a los demás, solía ser muy independiente y me gustaba arreglármelas con mis propias cosas. Es por eso que ni de chiste dejaría que Killua me invitase, después de todo, ellos me estaban dando hospedaje gratis y sería un abuso de mi parte hacer que me pagaran ese tipo de cosas, seguramente, una total molestia.

-Serían quinientos jennys- el cajero en frente mío sonrió de manera simpática, sacándome así del laberinto llamado mi cerebro.

-Aquí tienes, muchas gracias- entregué el dinero más una buena propina y fuí en busca de Killua.

-Hola, albino- sonreí.- Ya podemos irnos.

-¡Oh, sí! pago y nos retiramos- Killua me devolvió una sonrisa levantándose de su asiento.

-No hay necesidad, corrió por mi cuenta- comenté con timidez mientras guiaba al Zoldyck hacia la salida.

-¿Qué? ¡Había dicho que yo invitaba!- se quejó al instante, parando en medio de toda la tienda y generando muchas miradas en nuestra dirección. Rápidamente tomé su brazo sacándolo del lugar.

-¡Eres un dramático! No es para tanto. Era mi forma de agradecer.

-¿Agradecer?

-Me están dando hospedaje y yo...

-Shh- posó su dedo índice entre medio de mis finos labios. Parecía haber sido un acto impulsivo, puesto a que el Zoldyck terminó totalmente sonrojado y quitando rápidamente su mano de mi rostro. Aclaró su garganta y siguió hablando.-Déjanos ayudarte, parece como si te sintieras en deuda todo el rato. Después de todo, también te encargas de nuestro entrenamiento y no estorbas para nada, ¿no es algo justo?

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