CAPITULO UNO: CORA (doncella, joven virginal, pura)

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Cora despertó la mañana de los Quince Años con cierto nivel de adrenalina en sus venas. Llevaban tres días sin tener noticias de los Maestros. Eso significaba tres días sin comida y lo más importante para ella: sin salir al mundo exterior. Pero se sentía esperanzada ante el ritual de festejo anual de cumpleaños.

Cada 31 de julio se realizaba la reunión en conmemoración del cumpleaños grupal de los Individuos. Generalmente, la reunión constaba de realizar una demostración de sus habilidades a los Maestros, compartir un Cáliz de Sangre Pura y lo que quizás en un momento importó: el ranking de jerarquía de los Individuos. Esto ya no era así debido a que siempre lideraba la misma persona hace años el listado, su compañera designada desde los diez años: Nyx.

Cora siempre se había sentido muy sola dentro de las paredes de la Academia Hades, quizás esta habilidad de sentir cosas era lo que la diferenciaba de sus pares aunque había aprendido tempranamente que debía ocultar tales emociones por su bien.

El ambiente en la Academia Hades era sofocante a veces, aunque si le preguntasen porqué lo sentía de esa manera no podría encontrar palabras para describirlo, ya que el cuartel de cemento puro ubicado debajo de tres metros de tierra en algún lugar recóndito de Escandinavia era todo lo que ella conocía. La humedad, el frio y el hambre. El silencio, el dolor y la sangre. Órdenes y sumisión. Lo único a lo que podía compararlo era a las salidas a la superficie, cuya existencia no conoció hasta cumplir los diez años de vida luego del incidente que marcó el único cambio que se produjo dentro de lo que conocía como su vida diaria.

Todos los Individuos poseían un compañero designado, menos Cora. El compañero designado era con quien compartían habitación, con quien cenaban y con quienes realizaban las tareas o entrenamientos. Con quienes rendían cuentas en cada cumpleaños frente a los Maestros y con quienes solamente se les tenía permitido realizar actividades recreativas. Pero Cora no tenía a nadie. Y esto, según quien lo observe, podría ser percibido como beneficioso o perjudicial ya que significó que sus tareas y sus entrenamientos debía hacerlos sola y sólo podía demostrar sus habilidades cuando era expuesta a alguno de los Maestros, quienes eran brutales.

Cora fue la primera en asesinar a su animal de compañía, Adela, por no poder resistir la maldición Imperio conjurada por uno de los Maestros en la ceremonia de cumpleaños número ocho. Un resultado bastante obvio en vista de quien hubiese atestiguado cómo se desarrollaron los eventos. Todos tuvieron su compañero para practicar la resistencia al Imperio. Ella no. Cuando el Maestro pronunció de manera elocuente la palabra mágica y se le encomendó asesinar a la única compañía que tenía dentro de ese frío lugar, lo realizó con la gracia digna de un titiritero.

Cora fue la primera en aprender como soportar la maldición Cruciatus sin inmutarse en el cumpleaños número nueve.

Y quizás hubiese sido la más rápida en aprender cómo protegerse de la maldición Avada Kedavra de no ser por lo ocurrido a días del cumpleaños número diez.

Ese año Erea, compañera designada de Nyx, presentaba un conflicto. Era una bomba de tiempo a ojos de Cora. Se rehusaba a utilizar su magia luego de haberles encomendado que quiten la vida a sus animales de compañía de una forma no mágica. Lloraba. No comía. No dormía. En las paredes y pasillos de la Academia hacían eco sus llantos por las noches. Sólo los maestros y Nyx sabían qué terminó sucediendo con ella, que desapareció. Prontamente, Cora dejó de estar sola ante su primera compañía después de diez años de soledad.

Prontamente se encariñó con Nyx quien rápidamente comenzó a demostrar ser brutal. Ese año, Nyx encabezó el listado de Jerarquías, superando por vez primera a Cora, a quien realmente no le importaba, sintiéndose más que a gusto ante la idea de no estar sola de allí en adelante. También fue un año que significó alegría por primera vez para ella, ya que conoció el mundo exterior. Les permitieron salir a la superficie. A primera vista, el sol les hizo apretar los ojos cerrándolos tan fuerte que experimentaron jaquecas. Vio árboles. Vio césped. Sintió el aire fresco casi crujiente a comparación del oxígeno húmedo estancado entre el cemento. Ese día entrenaron al aire libre hasta que se escondió el sol y para las altas horas de la noche, todos los Individuos estaban tan exhaustos que ni una palabra fue expresada en voz alta al bajar a sus habitaciones.

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