14

2.2K 129 2
                                    

  Yo veo a Layla deslizarse entre la gente y subir las escaleras rápido hasta tirar la puerta de su habitación, y yo al ver su actitud me bajo del escenario lo más rápido que puedo intentando no estallar de furia enfrente de todos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

  Yo veo a Layla deslizarse entre la gente y subir las escaleras rápido hasta tirar la puerta de su habitación, y yo al ver su actitud me bajo del escenario lo más rápido que puedo intentando no estallar de furia enfrente de todos.

  Recuerdo que tengo a Sadie en brazos, y miro a Gilbert que asiente con su cabeza entendiendo lo que quiero hacer, por lo que se la dejo en brazos y me voy tras Layla a querer una explicación de su comportamiento. Sin duda no era la reacción que esperaba recibir.

  Decido dejar a Sadie abajo, ya que es su fiesta, debería conocer un poco a las personas que están abajo. Además, no quiero pelear con Layla enfrente de ella.

  Subo las escaleras de dos en dos y al llegar a su habitación trato de entrar pero la puerta está cerrada con llave.

       —Layla, abre esta puerta inmediatamente—ordeno y al paso de unos segundos sin obtener respuesta, giro la perilla de nuevo esperando que esté abierta pero sigo sin poder entrar—. No me obligues a usar la llave que sabes que será mucho pero, Layla.

  Por fin escucho un par de pasos que se aproximan a la puerta y la abren.

  Ella abre la puerta y me deja pasar sin mirarme.

       —¿Me puedes explicar que sucedió allí abajo?—digo enfadado.

  Ella levanta sus hombros.

       —Tengo una mejor pregunta, ¿Tú me puedes explicar que sucedió allí abajo?—dice irónica y ya sé por dónde va todo esto—. Porque no entiendo nada.

  Mis ojos y los suyos entran en una pelea y decido hablar primero.

       —Ella es Sadie, y va a ser como tu hermana pequeña—digo pero no creo que eso ayude de algo.
       —¿Disculpa?—dice como indignada—. Mi hermana está en San Diego. Ella sin duda no es mi hermana—señala la puerta refiriéndose a Sadie.
       —Pero va a formar parte, a partir de ahora, de la familia.
       —¿Familia? ¿Cuál familia?—dice enfadada.
       —Seremos tu, yo y ella. Así de fácil.

  Ella gruñe enfadada.

       —No estoy para tus juegos, Christian. No somos una familia, ni siquiera pedí estar aquí. Y si quieres jugar a la familia feliz, busca a otra chica, porque yo no quise estar aquí en primer lugar—dice con ese tono de disgusto que hace siempre que a mí me saca de mis casillas.
       —Layla, te saqué de ese lugar en donde solo tenías dolor—le digo intentando recordarle lo que sufría con su madre abusiva.
       —¿Y que supones?—pregunta de forma retórica—¿¡Qué aquí estoy mejor!?—grita—¡Pues no! Yo nunca pedí venir aquí en primer lugar, y si vas a tener a otra niña, pues diviértete con ella. Pero a mi devuélveme a mi hogar, porque si no te haz dado cuenta: Odio estar aquí.

  Yo dejo que se desahogue sin inmutarme de sus palabras. Necesita desahogarse y le voy a oír. Pero sin cambiar mi semblante. Es la primera vez que hablamos sin que le tenga que sacar las palabras a nalgadas o esté al borde de las lágrimas y por fin me abra su corazón.

       —Castigame las veces que quieras, no pienso cambiar.

  Y cuando no dice nada más decido hablar yo.

       —Te traje aquí, queriendo que tuvieras una vida mejor.
       —¡No la tengo!—grita.
       —¿Ah no? ¿Qué significan esas notas en el boletín?—ella de queda callada sabiendo que desde que puede estudiar, la inteligencia que tiene ha podido mejorar cada vez más más, llenando su cabeza de conocimientos—¿Qué significa que puedas tener comida caliente cada día?—sigue callada—¿Qué significa que tengas una suave cama donde dormir todos los días, o ropa nueva que ponerte?
       —Detente...—murmura sabiendo a dónde voy.
       —Ya tu hablaste, me toca a mi—le digo suave, pero aún en tono serio—. Tu mamá era cruel, te despreciaba, te maltrataba y jamás tuviste las cosas que tuviste aquí. Una cama, por ejemplo.
       —¡Ya basta!—grita ella cayendo en el suelo poniendo su cabeza entre sus piernas.

  Yo la observo y veo que me pase con mis palabras. Era mucha realidad que asimilar, y aunque le hacía falta, tampoco quería herirla.

  Yo me acerco a ella y la cargo. Me siento en su cama acunandola en mis brazos tratando de calmarla.

       —Lo siento—le murmuro en su oído mientras la acaricio.
       —Yo...—dice ella con la voz entrecortada.
       —Shh...—le digo para calmarla—. Tranquila...

  Cuando la noto más calmada ella es la primera en romper el silencio.

       —¿Y por qué la llevabas en brazos? ¿Tiene problemas?—pregunta dulce, y no de mala forma por lo que decido responder.
       —No. Simplemente utilizaré otro modo de vida para ella, ya irás sabiendo.

  Ella asiente.

       —Oye...—digo yo—. Lo siento. Sé que sacar a tu madre duele mucho, y veo que tampoco te agradan mucho las sorpresas, así que a partir de ahora te diré todo con antelación. ¿Si?—ella asiente. Y tras un silencio vuelve a hablar
       —¿Vas a castigarme?—pregunta nerviosa.

  Su pregunta me toma por sorpresa, y yo lo pienso un par de segundos y le niego con la cabeza.

       —¿Por qué castigarte? ¿Por tener sentimientos?—digo lo más dulce que puedo—. No. Aunque esperaba una reacción distinta, sé lo mucho que te cuestan los cambios. Así que, no.

  Seguimos un rato en esa posición y noto a Layla más tranquila.

       —Lo siento—me murmura.
       —Shh...—le digo para mantener el silencio y así poder seguir escuchando como su respiración se tranquiliza.

  Finalmente ella se remueve y al levantarse me da un abrazo que me toma por sorpresa.

  Yo se lo devuelvo como puedo y ella se mete en el baño y yo decido esperarla. No me iré hasta saber que está realmente bien.

  A los poco minutos sale con su maquillaje reparado y me mira.

       —Solo...—me murmura—. No me llames su hermana.

  Yo asiento. Si eso la hace aceptar más a Sadie, lo haré.

  Hablando de Sadie... Iré a ver como está abajo.

       —¿Vas a bajar?—le pregunto levantándome de la cama.

  Ella asiente.

       —Dame un segundo, quiero calmarme—yo asiento y salgo de la habitación un poco más tranquilo. Ella me dijo sus pensamientos y yo, aunque duelen sus comentarios, ya lo sacó y yo ya sé lo que piensa y lo aprecio. Hablar con Layla siempre ha sido muy difícil, es una chica muy cerrada.

  Al bajar me encuentro a Sadie aún en los brazos de Gilbert solo que esta tiene su cabeza apoyada en su hombro y así al llegar me dice que se quedó dormida, ¿Cuánto tiempo estuve con Layla?

  Yo la tomo en mis brazos a lo que ella se remueve un poco.

       —¿Todo bien con Layla?—me pregunta Gilbert y yo asiento, sin querer dar más detalles.

××××××
Holis! Aquí un capítulo sorpresa porque estos días he estado super estresada y me apetecía sorprender a todos mis queridos lectores :)
Mucho ánimo a los que están en época de exámenes como yo :')
Arriba les dejé una foto de Sadie por si les cuesta imaginarla :)
Lili 🦋✨

Pequeñas lecciones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora