D O S

1.1K 170 10
                                    










Capitulo dos: "Alguien"










¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.











Nueve días habían pasado desde su llegada. La supervivencia en tal contexto era prácticamente imposible para cualquier ser humano normal, Cinco lo sabía. Por ello mismo, tras estar dos días buscando sobrevivientes, decidió dedicarse a su propia supervivencia. Con un ojo prostético en uno de sus bolsillos, una caja de chocolates que afirmaban nunca se iban a pudrir, y el claro recuerdo de siete personas tiradas en el suelo, sin pulso alguno y con el símbolo de la Academia Umbrella en sus muñecas; Cinco caminaba, tambaleándose de vez en cuando, observando las llamas de fuego que le acompañaban en su travesía, casi extinguirse. Se encontraba al borde de perder la esperanza de volver.

Porque eso era lo que más deseaba, regresar a casa. Si era necesario, se tragaría su orgullo y le pediría perdón a su padre. Solo quería volver.

Lo había intentado una y otra vez, pero su poder parecía muy irrelevante como para ayudarle a escapar.

Cinco observaba el suelo, imaginando el montón de personas que habían caminado en un pasado por el mismo lugar por el cual él estaba transcurriendo. Se frenó al escuchar un estruendo repentino. Fueron tan solo unos segundos, pero de entre los escombros, como si se tratara de un ave fénix renaciendo, salió una persona.

El joven tallo sus ojos, confundido, maravillado, intrigado. Pensando por un instante que era producto de su imaginación.

No fue hasta que ese individuo se volteo por completo, permitiendo admirar su rostro de lejos, que Cinco se dio cuenta que era algo real. Estaban a cien metros de distancia más o menos y eso fue suficiente para que ambos comenzaran a correr en dirección al contrario. Cinco sentía como sus piernas se raspaban con algunos escombros filosos o demás similares, pero realmente, eso no le importaba en ese mismo instante. Solo podía pensar en los ojos marrones que corrían hacia él. Por un instante llego a desconfiar de esa figura, la cual, tal y como el, se veía gastada, dañada y herida, producto claro del apocalipsis. Cinco llego a pensar que quizá, aquella figura había estado más tiempo en ese lugar, eso extrañamente le tranquilizo.

Ambas personas habían soltado todo lo que se ubicaba entre sus manos con el objetivo claro de correr hacia el otro. Ahora, frente a frente, no sabían que decirse. Primero se analizaron entre sí.

Cinco vio sangre entre las piernas cubiertas por un simple pantalón rasgado de la figura que parecía ser un hombre, por su contextura corpulenta y hombros grandes. Noto cortes entre sus manos totalmente expuestas, se percató del montón de ropas sucias que tenía el contrario en la parte del torso, adornado por gotas de sangre. Dedujo que la excesiva cantidad de ropas eran para tratar heridas de gravedad. Finalmente, el hombre frente al muchacho quito el trozo de tela que cubría su rostro, permitiendo que el joven le analizara un poco más, dejando al descubierto las cortadas y moretones de su rostro, la suciedad de su cabello y las ojeras bajo sus ojos al no dormir por lo que parecían ser días. Los únicos sobrevivientes al apocalipsis estaban cara a cara.

Entonces, para sorpresa de ambos, el señor frente a él le abrazo con fuerza. Cinco no le aparto, porque muy en el fondo lo necesitaba, necesitaba de ese abrazo después de quedar en un mundo destrozado. El adolescente en medio del apretón, sintió la figura escuálida del opuesto y, por un instante, tuvo el presentimiento de que no iban a durar mucho con vida.

—Soy Anthony —. Interrumpió el abrazo aquel hombre. —Llámame Tony —. Se presentó con nostalgia, claramente aturdido. —Encontré latas de duraznos dulces. ¿Quieres un poco? —. Pregunto, con un tono de superioridad que para Cinco era claro. El joven asintió un par de veces observando al mayor. Para ser más exactos, Tony parecía llevarle un par de años, quizás no muchos pero si bastantes.

—Cinco —. Suspiro ante el gesto de confusión que le dedico el hombre frente a sí. —Ese es mi nombre. Me llamo Cinco Hargreeves —. Afirmo decidido, el semejante le miro curioso pero luego decidió no indagar mucho más en el tema.

—¡Demonios!, tu padre debió amarte mucho —. Cinco se molestó un poco, pero no había mucho por hacer. Ambos tomaron sus cosas y comenzaron a caminar a quien sabe dónde.

Era un nuevo inicio

Al menos no estaban solos.

Podían soportar todo esto si estaban juntos, lo sabían.

R A T T R A P É  ||  Number Five.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora