Hiraeth

CAPITULO DIEZ: ÉXTASIS

El cuerpo de Draco Malfoy cayó al suelo con una velocidad que desafiaba las leyes de la física. Sin embargo, la primera maldición no había sido suficiente así que repitió el movimiento de su varita pero sin murmurar las palabras esta vez.

El ruido al caer al suelo fue amortiguado, gracias a la gruesa capa de nieve que cubría el terreno. Nyx se acercó a chequear el pulso, aunque no creía que fuese necesario realmente. Jamás había dudado de la potencia de su magia y habiendo estado conteniendo sus poderes tanto tiempo, sintió aquel descargo casi vigorizante.

Pasó al lado del cuerpo de Draco con sus pies aún descalzos y se acercó al primer cuerpo de las Acromántulas que habían estado acechándolo a sus espaldas desde el bosque mientras él tenía su pequeño momento de gloria.

Muertas. No había duda. Mirar los cuerpos de aquellas criaturas tan familiares revivió una sensación que había estado latiendo en su interior con ansias de salir durante todo el tiempo que llevaba en Hogwarts.

-¿Q-qué carajos?¿Qué carajos Nyx?-La voz de Draco sonaba asustada y temblorosa pero al levantar su cabeza y observar los cuerpos de las criaturas gigantescas su voz se transformó en furia.-¿Qué carajos te pasa Nyx?

Nyx giró su cabeza para mirarlo arqueando una ceja en su dirección.

-La próxima vez que quieras hacer eso, intenta avisarme. Podrías haberme dado a mi!-Exclamó mientras se levantaba sobre sus pies y se pasaba las manos por su ropa, alisando las arrugas y quitando los restos de nieve. Al ver que Nyx ignoraba sus palabras, se acercó al cuerpo de las Acromántulas.- Se supone que las criaturas del Bosque no se acercan a la escuela.-Comentó, observando las peludas patas de la bestia con una mezcla entre asco y miedo.

Pero Nyx no sentía nada de aquello, de hecho sentía su piel hormiguear. La potencia de la magia no había logrado satisfacerla en lo absoluto, sino que pareció despertar la sensación de entumecimiento en su interior pero no lo suficiente como para sentirse contenida. Estaba hambrienta por más. Necesitaba más. Mucho más.

Le habían dado una gota de agua luego de meses caminando en un desierto deshidratada.

Comenzó a dar unos pasos hacia el Bosque sin ser consciente de que sus pies desnudos se movían de forma automática. Sentía sus propios latidos pero no como antes, esta vez era de una excitación distinta.

-¿Qué mierda haces?¿Dónde crees que vas?-Le preguntó Draco detrás suyo con horror en su voz.

Nyx volteó para mirarlo y Draco sintió su estómago encogerse al ver el brillo en los ojos de ella. Algo se había despertado en su interior, algo que había estado dormido hace mucho tiempo, como un dragón encadenado.- Puedes venir conmigo, si lo deseas.-Su voz era la de una niña de ocho años.

Draco la observó como si estuviese completamente demente durante unos segundos. Ir con ella en el estado casi catatónico en el que se encontraba era lo último que deseaba hacer y Nyx podía percibir lo que estaba pensando en aquel momento pero no le importaba. Nada importaba más que lo que sentía dentro.

Se había inyectado una gota de heroína luego de dos meses de abstinencia y ahora necesitaba perderse en el olvido más de lo que necesitaba respirar.

Draco negó lentamente con la cabeza, recuperando su compostura, sin pestañear. Carraspeó y tragó saliva, para luego decir:-Tengo que hacer rondas.-Se acomodó la corbata del uniforme y luego amagó a irse pero se detuvo para decir algo más. Sin embargo, pareció pensarlo dos veces y se fue sin decir palabra.

Nyx observó su espalda mientras caminaba hacia el castillo. Lo hacía con la cabeza baja. Draco parecía haberse olvidado quien era ella. Sin embargo, cuando su figura era pequeña en la lejanía, Nyx giró su cuerpo y se adentró en las profundidades de la arboleda con los pies descalzos.