1: La Voz

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Pensé que después de tantos años asistiendo a la comisaría, me acostumbraría a las luces cegadoras, al sentimiento de encierro, o a la espera por si encontraban algo, indagando en los rincones más oscuros de mi mente. Pero no, seguía sintiéndome como un ratón en un laboratorio.

Solo faltaba la jaula a mi alrededor

¡Ah! No, no faltaba, estaba dentro de ella con mis dos personas menos favoritas de todo el pueblo.

- ¿Cuando fue la ultima vez que tuvo contacto con su madre? - Me pregunta el oficial regordete, de mejillas rosadas, su nombre hace mucho que lo olvidé.

  - Mmm, ya le he dicho millones de veces- Digo con voz rasposa, haciendo notar mi aburrimiento y desinterés- Desde que asesinó a mi padre no he visto a esa mujer, y creo que si lo hubiera hecho ya usted sabría a estas alturas.

  - ¿No ha tenido deseo de verla? ¿Hablar con ella? - La pregunta suena tan estupida a mis oídos, que ya estoy ansioso por salir de aquí.

  Maldito sea el día en que supieron mi verdadera identidad.

  - Confíe en mi - Ya esto es rutina, las palabras salen de mi boca sin antes pasar por mi cerebro, y creo que eso las hace un poco mas ácidas de lo normal - Después de ver una mujer que pensabas que era tu madre, asesinar a tu padre, no te queda deseo alguno de saber de ella.

Trato de relajar mi expresión un poco, pero no sirve de nada:

  - Cálmese Sr. Evans , solo cumplo con el protocolo - Me da lastima el pobre gordo, nadie considera buena suerte, tener lidiar conmigo.

  <Continúe por favor> espeta una voz que sale de los altavoces, que ocupan las cuatro esquinas de la pequeña jaula... Es decir sala, donde me interrogan cada mes.

  - Y no, mi hermano no esta al tanto de lo que sucedió con nuestra madre en aquellos días, y tampoco sabe cómo nació - Llevo pocos años viniendo aquí, desde que encontraron mi verdadera identidad, pero ya me aprendí las preguntas, lo único que quiero es volver a casa y estar con mi hermano.

No me siento tranquilo cuando tengo que dejarlo solo.

- ¿No ha pensado en decirle la verdad? - A veces siento que el botón de su camisa va a estallar y quedaré sin un ojo. Debo aguantar la carcajada que se forma en mi garganta.

-Si lo he hecho y no es de su incumbencia ni el momento ni como le diré.

-Muy bien señor Evans puede retirarse.

- No, una pregunta mas -Escucho una voz que arrastra las palabras pero esta vez no es el policía regordete, sino su superior, que se ve más experimentado, musculoso y severo, me intimida, cosa que rara vez me sucede.

-Buenas tardes Sr Evans , soy el comandante...

-Charles, ya lo se - Respondo sin importancia, ante la montaña de músculo que entra por la puerta.

-¡Vaya! Está muy bien informado sr Evans pero le quería hacer la ultima pregunta, que lleva días rondando mi mente.

-Como quiera...- Muevo una mano como si no importa.

- ¿Ha tenido algún episodio donde crea que escucha alguna voz?

Trato de evitar abrir los ojos en señal de sorpresa para que este idiota no sospeche de la mentira que estoy a punto de decir, tal vez ha investigado entre los archivos del caso de mi madre y en los informes del manicomio.

Tomo nota mental de que este hombre debe saberse el caso de pies a cabeza, y todas las posibles formas de culminarlo.

-De lo único que puedo asegurarle que sufro es de fuertes dolores de cabeza y migraña, pero ¿voces en mi cabeza? - Intento sonar de lo ma ofendido -¿Acaso me esta diciendo demente?

Mi Yo AsesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora