ojeras negras ; dani ribba.

veintiuno.

22.

Irina mordía la uña de su pulgar mientras veía el papel frente a ella, Mauro y Cande la miraban esperando a que ella diera una respuesta.

— boluda es un ofertón —habló Cande— no sé, digo yo.

—mirá, la verdad es que la Cande tiene razón deberías aprovechar esa oportunidad. También deberías escribirle a Daniel, el pobre no para de preguntarme por vos cada que me lo cruzo. —añadió Mauro, Irina echó su cabeza hacia atrás.

sus hermanos dejaron un beso en su frente y salieron de la pieza para que pueda pensar un poco mejor.

hace unos días le llegó una carta donde le hacían saber que había conseguido la beca de su universidad pero debía mudarse a la ciudad donde está la central. La beca era completa, no tendría que poner ni un solo peso.

pero pensar en dejar a su familia y todo lo que tiene la asustaba, dejar a Daniel la entristecía. Estaba consiente de la gran oferta que la vida le está dando, pero también sabe que su camino y el de Daniel estaban jalando para lados opuestos, y que si ella acepta la oferta implica verlo únicamente através de una pantalla y muy pocas físicamente.

por esta misma razón había dejado de contestarle, quería prepararse para lo que sea que vaya ocurrir. Talló su rostro y se levanto de la silla, tomó una campera y el papel para guardarlo en la bolsa de su pantalón.

le avisó a Sandra que un rato volvía y salió de casa, caminaba a paso ligero hasta la casa de Daniel la verdad es que no quería llegar porque sentía que las palabras no le iban a salir. Con él algunas cosas se volvieron más fáciles, como reír por ejemplo pero otras habían tomado más dificulta, despedirse era el mayor ejemplo.

cuando estuvo frente a la casa pensó en si era buena idea correr hasta la suya. Tocó la puerta y unos segundos después Claudia apareció detrás.

—Irina hermosa, hola. —la saludó, amable como siempre.

—hola, una pregunta ¿está su hijo?

—sí, ¿quieres pasar? —dijo haciéndose a un lado.

—gracias pero hoy no puedo —contestó— ¿podría llamarme a Daniel?

entró nuevamente a la casa y segundos después Daniel apareció, cerró la puerta a sus espaldas y se sentó en el pequeño escalón.

—hola —dijo tomando asiento a su lado.

—hola.

—Daniel, mirá yo... Yo sé que me desaparecí y ni tan siquiera te avisé. Hace unos días me llegó el resultado de admisión para la universidad.

—Irina, se supone que eso debíamos verlo juntos, somos una pareja estamos en las buenas y malas. Yo te hubiese apoyado sin importar el resultado...

—Daniel —lo interrumpió— me aceptaron, pero tengo que mudarme a otra ciudad.

—¿y?

—vos sabés ¿no? —dijo viéndolo a los ojos. Daniel nunca había tenido miedo mientras hablaba con ella, pero hoy, hoy temía y temía mucho.

—¿saber qué? —inquirió con temor.

—no estamos yendo para los mismos lados Dani... —contestó— vos querés seguir en las batallas, buscar el camino de la música y yo feliz de que sigas tus sueños, pero yo no. Yo quiero estudiar Daniel, quiero ir a la universidad, y no veo como estas cosas puedan conectarse, estamos apuntado a mundos distintos.

—Iri, no... —fue lo único que su voz lo dejó pronunciar.

—no quiero que pienses que lo hago porque no querés lo mismo que yo, al contrario lo hago porque quiero que hagas lo que vos querés. Me conozco, y la distancia no me parece rentable, yo a vos te amo, que te quede claro, pero sé que no podré manejar todo.

Daniel se quedó en silencio, no entendía muy bien como es que su Irina ya no será más suya, tampoco entiende muy bien cuando fue que se enamoró tanto como para que esto le duela tanto.

—cuídate ¿sí? Y nunca olvides que yo siempre voy a querer verte bien. —dijo tomando la mano de ella.

—cuídate vos también, y no te detengas que ¿bien? Seguí en eso del free, suerte con la fms yo sé que lo harás bien. Te amo. —si hubiese tenido que elegir, hubiese prefiero que no pronunciara ese te amo. Jamás pensó que escucharla decir esa palabra le iba a quemar.

se dieron ese último beso, aunque de alguna forma querían creer que no es el último. Lo abrazó y dejó un beso en su mejilla.

se levantó y retomó su camino a casa.

—yo también te amo.