Las Lágrimas Del Adiós

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Norman se iría, no había nada que pudieran hacer pues este se rehusaba a huir con la excusa de que no quería perjudicar a los demás.
Emma y Ray lloraban desconsoladamente, no imaginaban sus vidas sin la presencia de su amigo albino. Mamá hizo lo inesperado, frustró el plan de los niños, el pequeño sería recogido para ser la comida de esos desagradables demonios. Sin importar cuánto lloraran, ni aunque sus rostros se transformaron en cascadas y sus ojos se enrojecian debido al llanto, no habría piedad, a la vista de Mamá y de esas cosas ellos solo eran ganado, producto comestible.
Emma se lamio los labios, sabían a sal por tanto llorar, su corazón dolía por perderlo y no poder hacer algo al respecto.
Ray estaba en shock, miles de emociones se apoderaron de él, sentía impotencia, rabia y coraje.
En cambio Norman, ya estaba resignado, aceptó su cruel destino.

¿Por qué la vida era tan injusta con ellos?
¿Por qué el mundo estaba lleno de seres tan miserables?

El dolor físico no tiene punto de comparación con el emocional; siempre estuvieron juntos y ahora las dagas se clavaban en sus pequeños y frágiles cuerpos.
No podían terminar así, se supone que huirían hacia el mañana juntos, comenzarían una nueva vida lejos, donde fueran libres sin miedo a morir en manos de esos despreciables seres.


Iban a limpiar el mundo para que todos volvieran a ser libres.

¡Maldita sea!

¡Mañdita Mamá!

¡Malditos demonios y malditos todos aquellos que apoyaron semejante acto carente de humanidad!


Al llegar el momento de despedida, todos los infantes chillaban por la partida de Norman, lo querían demasiado y temían por lo que le sucedería (o al menos los que estaban al tanto de lo que realmente era el orfanato), llantos infantiles resonaban por el comedor, unos callaba y otros no se molestaban en ocultar su tristeza; Ray se encerró en la biblioteca para no despedirse, mientras que Don y Gilda veían a Emma callada y ausente pero muriendo por dentro.

En cambio Norman sufría por no haberle dicho a Emma lo mucho que la amaba, se contuvo para que nadie le viera derramando lágrimas de sal.

La historia dio un nuevo giro.
Bastante sangre inocente se derramó, muchow murieron pero no sería en vano, llorar estaba permitido pero no se rendirían.

Salada Despedida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora