"Nadie está hecho de acero" dicen por ahí las bocas con lengua viva; y sin embargo, incluso el mejor de todos, a temperatura alta, se funde y queda tan maleable que nadie pensaría, momentos antes era temible, rígido y resistente; ¿Acaso no es esta la mejor comparativa? En realidad, no existe ser vivo que no esté hecho de acero, un acero que al menos una vez en la vida de cada quien, es expuesto, fundido y moldeado.
A Lan Wangji nadie le pasaba por menos que una roca de acero, una extremada e indiscutiblemente muy preciosa, cual joya valiosa hecha por dioses, pero roca al fin. Un caballero de armadura dorada con la gracia de un arcángel de la Corte Suprema de los Cielos, con la mirada profunda de un cristalino manantial de pura e irrefutable sinceridad que gritaba lo que su voz callaba; él era, a ojos de todos, la viva encarnación de las cinco virtudes cardinales, poseedor de una belleza integral de forma y esencia, una gema celestial, un codiciado jade blanco imperial.Un jade blanco imperial...con una mancha natural...
—¡No! ¡Esto no es! —Un guqin hecho del material más fino fue a dar con fuerza contra el suelo, rasgándose la madera de la base debido al duro impacto contra el escalón.
—¡Wangji! —La voz jadeante y alarmada no era otra que la de Lan Xichen, quien fue informado de una situación complicada con su hermano menor como hacedor e infractor.
Lan Wangji arrasaba con todo a su paso dentro de la sala de tesoros de su clan, repitiendo el mismo conjunto de palabras;
"Esto no"
"No es"
"¡La flauta! ... ¡Quiero la flauta!"
No hacía siquiera quince días y esa era la tercera vez que el menor de los hermanos herederos del Clan Lan sufría una crisis de esa índole. La impactante noticia que recorrió el mundo del cultivo no hizo más que golpear otros treinta y tres azotes a la razón de Lan Wangji y fue con tanta fuerza que aún no había terminado de procesar siquiera la sola idea; en su corazón no cabía aceptación a tal bazofia.
—Xiongzhang... —Se acercó ligeramente tambaleante a su mayor, acusando a todo el lugar de no guardar lo que él añoraba encontrar. Con la voz un tono más grave, bastante ronca, casi lastimada, mirando a través de lágrimas que se agolparon en sus ojos claros, erigiendo un grueso muro transparente que nunca terminaba de desmoronarse. —Xiong...Zhang...no está...la flauta no está...quiero la flauta.
Lan Xichen se sintió derrumbar ante la escena tan penosa de su preciado hermano hundido en despiadada agonía.
Las palabras se apilaron en su garganta, pero ninguna fue realmente capaz de tomar vida, en el camino cada una de ellas fue retenida por un anudado de emociones que bloqueaban su paso.
Dentro de sí maldecía el instante en el que la noticia cruzó las puertas de la Residencia Lan, internamente deseaba con todo su ser poder devolver el tiempo y evitar aquello, su única debilidad era ese joven que ahora arrastraba no solo un cuerpo herido, sino también un alma quebrantada.
—Wangji... La flauta que buscas... la flauta no está aquí... Por favor... —Habló en tono suave, amable y comprensivo, haciendo acopio de toda su calma para poder transmitírsela al otro al tiempo de rodear su cintura con un brazo y hacer que se sostuviera de sus hombros; siquiera podía mantenerse en pie ¿Cuánto bebió esta vez? Olía a una penetrante mezcla de alcohol y sándalo que embotaban los sentidos a cualquier distancia.
Se le escapó la vida en un acentuado suspiro, mas no podía permitirse flaquear, en ese momento su prioridad no era otra sino calmar las tormentosas aguas que ahogaban a Lan Wangji.
—Volvamos a tu cuarto ¿Si? Tienes que descansar... Alguien más ahora depende de ti ¿Recuerdas? Incluso lograste que el tío te diera permiso de que se quedara aquí... prometiste cuidarlo... —Sabiduría adquirida con experiencia. Atacar una debilidad no siempre era vil, a veces era necesaria y este afligido hombre sabía qué interruptor accionar para apagar a Lan Wangji y bajarlo a pisar tierra sin ser rudo.
—Xiǎo Yuan...—El hilo de voz del joven heredero denotó amargura y desconsuelo, pero ya no pensaba en encontrar ningún instrumento musical, de todas formas, Chénqíng no estaba ahí, de hecho, no la encontraría así pusiera toda la región de Gusu al revés, nadie sabía el paradero de esa arma espiritual tan peculiar; todos aseguraban el deceso de su dueño y con eso, la daban por perdida.
—Sí, así es. Debes cuidar de él, pero para poder hacerlo, tú debes cuidarte también ¿Con qué cara responderás ante él... cuando... re.regrese...? ¿Mh? —Que esas palabras sembraran paz momentánea en el abrumado corazón del menor de los hermanos seguía sin ser consuelo suficiente, a Lan Xichen cada una de ellas le supo a ácido subiendo por su garganta, convertidas en frases que jamás verían la luz del sol, que aunque las profería con la mejor de las intenciones, repetir mil veces una mentira no la convierte en verdad, solo crea la ilusión de una realidad donde vivir no duele tanto como admitir que no había amanecer que alumbrase tres metros bajo tierra.
¿Quién necesita un nombre cuando "Él" era alusión suficiente? En los oídos de Lan Wangji al menos, incluso el apellido resonó con claridad en esas dos letras y sintió un vuelco en su pecho al punto en el que cada latido retumbó hasta en la planta de sus tambaleantes pies.
Asintió inmediatamente con un brillo profundo de esperanza inocente en sus ojos almendrados, los que de pronto parecieron cobrar vida, así como sus piernas y pies, que de la nada recuperaron cierta estabilidad queriendo dar zancadas en pos de pasos y así llegar a cumplir con el mandato:
"Él vendrá. Debo ir por más..."—Sí... él volverá... él... Xiongzhang... su... sonrisa...son...ri...él...—Finalmente, tras dos que tres pasos más, ni el cuerpo ni la ajetreada mente del joven jade pudieron resistir por más tiempo; se desvaneció en brazos de su hermano.
Trastabillando esa última inconclusa, pero expresiva oración, Lan Wangji quedó a merced de la voluntad del destino.
Las palabras al aire resonaron fuertemente para Lan Xichen, en cuyos labios floreció una fugaz media sonrisa llena de triste pesar por donde huyeron un par de años de felicidad en un apesadumbrado suspiro que gritaba mudo la más pura impotencia.
—En tu estado... todavía guardas consciencia para preocuparte por eso...
Los recuerdos fueron igual de desgarradores que las imágenes que quemaban sus retinas en ese instante. La primera vez no solo quedaron daños materiales como resultado de un Wangji cuya desolación intentó disfrazar vistiendo de vino sus venas hasta ahogar sus penas y acallar su lacerante dolor, sino también su propio cuerpo pagó los platos rotos y es que volcando el lugar terminó sellando en su pecho una marca que jamás podría borrar.
No había pasado mucho desde que fue confinado a la silenciosa soledad tras el castigo impartido por sus atroces crímenes y sin embargo, llegado a él la noticia de que el Wei Wuxian había sido derrotado en el ataque liderado por su shidi, Jiang Wanyin, derribó toda barrera y arrastró su cuerpo herido todo el camino hasta Yiling a buscar minuciosamente por cada rincón de Luàn Zàng Gǎng, aunque todo lo que halló fue a un pequeño niño ardiendo en fiebre con un último suspiro amenazando con unirse a los cuatro vientos , infante a quien no dudó en llevar de regreso consigo a su hogar muy a pesar de saber las terribles consecuencias a las que tendría que hacerle frente.Así como antes de eso asumió responsabilidad por sus actos y toda su espalda todavía llevaba el escozor paseando por cada sanguinolenta caminera forjada por el aterrizaje continuo de tres decenas de latigazos, esta vez era consciente que más platos rotos debían ser repuestos no solo por haberse abierto paso a la fuerza a mitad de la noche a pesar de su deplorable estado, sino por atreverse a regresar y encima acompañado de un forastero.
—La fuerza de voluntad nacida de sentimientos puros es... aterradora... Wangji, siempre creí que era yo quien mejor entendía tu personalidad y tus sentimientos; sin embargo, ahora puedo decir que el corazón de las personas en este mundo se ve como fuego desde el frente y como hielo desde el costado —Con lamento y sabiduría, esas líneas escapaban de los labios de Lan Xichen, observando detenidamente el pálido rostro de Lan Wangji, quien ya acostado en su cama, simplemente parecía estar descansando apacible — Ruego al destino pueda compartir un trago de piedad contigo, hermano... —Junto con esa oración llena de clamor, regaló una gentil caricia al menor antes de echar un último vistazo general, arroparlo y así, disponerse a marchar.
Las puertas se cerraron con cautela y simplemente guardaron distancia para dejar descansar al muchacho, ninguno de los guardias o discípulos se atrevió a siquiera a mirar, así que dentro del cuarto solo estaban Lan Wangji, su alma solitaria, las varillas de incienso perfumando el lugar y los charlatanes muros con los que a veces conversaba...
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Anhelo
FanfictionEn este mundo no todo puede ser clasificado como blanco y negro; no existe tal cosa como el juicio asertivo cuando el corazón se sienta a beber de la copa de cupido e inicia una guerra con la razón. Si no hay mal que dure cien años, no hay fuerza q...