Capítulo 11: La respuesta

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Izayoi tragó saliva al ver la expresión de la anciana, debía haber malentendido sus palabras, porque no entendía el motivo por el que dirigía esa mirada severa hacia ella. Lo único que había hecho había sido proponer asumir la custodia de Rin, lo cual descargaría a la anciana de sus responsabilidades como tutora, aunque al parecer la anciana lo había entendido como un insulto o un ataque. 

—Tal vez debería haber dejado las cosas claras cuando vi que su marido y usted mimaban a Rin como si de uno de sus hijos se tratara—La anciana miró las manos en su regazo mientras recordaba el pasado. 

Ella siempre había estado observando en la penumbra de la casa de los Taisho, era una simple sombra en la oscuridad, pero observaba todo con atención. Durante años había visto como la señora Izayoi mimaba a Rin, desde el principio le había dado un cuarto, no en la parte del servicio, como a ella misma, sino en la planta principal donde tenían también los cuartos sus hijos, la sentaban a su mesa para comer y la llevaba a las excursiones familiares, incluso le compraba a Rin de vez en cuando ropa y algún que otro juguete, aunque ella misma le pedía que no lo hiciera. 

—Todas esas muestras de afecto las dejé pasar achacándolas a la bondad de su marido y a la suya propia, Rin parecía feliz a su lado y después de todo lo que había sufrido... simplemente me alegré de que mostrara esa sonrisa tan radiante.

—No lo malinterprete, señora Kaede, las cosas no van a cambiar, ni Toga ni yo queremos ocupar el lugar de los padres de Rin, pero esa dulce niña... ella nos cautivó, a los dos, solo queremos protegerla. 

—Disculpe mi impertinencia, pero yo me basto y me sobro para proteger a mi nieta, siempre ha sido así y nada va a cambiar por una simple neumonía. 

La mujer suspiró, realmente Kaede era una mujer de armas tomar, la mujer más testaruda de Japón, ahora entendía a Rin cuando se burlaba de ello, pero Rin se había quedado corta, jamás había encontrado una rival tan formidable, pero Izayoi era insistente y estaba segura de que tarde o temprano podría convencerla. 

—Y le agradecería que no volviera a sugerir semejante cosa, porque mi respuesta a su pregunta siempre será una negativa

—Pero...

—¡Es aquí, nuera!—Se escuchó una voz.

La voz era de un hombre de edad avanzada e hizo que Izayoi cortara de golpe con su conversación para girarse a mirar hacia el lugar del que provenía la voz. La puerta se abrió y mostró los rostros sonrientes del abuelo Higurashi y la madre de Kagome, que al parecer estaban buscando desde hacia un rato la habitación que se les había indicado era la de la anciana Kaede para hacerle una visita a su familiar. 

Los dos visitantes saludaron tanto a la anciana como a la mujer que se encontraba con ella, e Izayoi se despidió, para dejar un poco de privacidad a la familia de la anciana, saliendo de la estancia sabiendo que seguir con la conversación que estaba teniendo en ese momento no sería fácil con los dos Higurashi allí, puesto que sabía que aun estando a solas con ella sería una tarea ardua y complicada, no quería saber cómo sería con testigos, pero no se rendiría, encontraría el momento justo para volver a reintroducir la conversación a la anciana como que se llamaba Izayoi Taisho. 

—Cuñado...—Llamó su atención Kaede. 

El abuelo Higurashi miró a la anciana que tenía enfrente, hacia años que la conocía, tanto como para saber que lo que le iba a decir le costaba, era algo que seguramente ella entendería que heriría su orgullo, por un momento se preguntó qué sería, incluso débil y enferma parecía tener más presencia que cualquier persona que hubiera visto antes, estirada y envarada como un palo, nerviosa e incómoda por lo que iba a decirle. 

El día que llegaste a míWhere stories live. Discover now