CAPÍTULO 44

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La mañana siguiente adquirió forma con rapidez, siendo testigo de dos figuras acurrucadas una sobre la otra en la habitación del doncel Park. Hubiera sido un despertar distinto para Jimin, de no ser por la repentina sensación de náuseas que le obligaron a abrir los ojos.

Apartando con nerviosismo cualquier cosa que se cruzara en su camino, corrió hasta el baño, donde se encerró para devolver lo que sea que hubiera estado en su estómago en esos momentos. Tras purgarse, se aferró con escasa fuerza al borde del inodoro, sintiéndose mareado y débil. Su respiración era rápida y entrecortada; tenía la sensación de que vomitaría de nuevo si hacía el más mínimo movimiento. Eso hizo que llorara en silencio, acariciándose el vientre.

–¿Jimin? ¿Te encuentras bien? –el tono preocupado de Taehyung se escuchó del otro lado de la puerta.

Despertó con brusquedad cuando Jimin pasó por encima de él, pisoteándolo en su huida. Los minutos pasaban y el más joven permanecía recluido en el baño, por lo que se alarmó.

Tras la puerta divisoria, el rubio no era capaz de levantar la voz para formular una frase coherente. Su garganta ardía por culpa de la bilis expulsada y sentía un nudo en ella tras haber llorado. Temía desmayarse sobre el frío suelo, con su cuerpo temblando como una hoja.

–Jimin, voy a entrar –avisó Taehyung, a lo que el contrario ni siquiera pudo negarse.

Tras girar la perilla, se encontró con la imagen de un Jimin sentado junto al retrete, aferrándose a él como si fuera una tabla de salvación y con la cabeza metida en el hoyo. Su cuerpecito convulsionó con ligereza al aguantar las arcadas lo más que podía.

El peliceleste se apresuró a situarse detrás de él, sosteniéndolo. Sujetó el cabello dorado con una mano y con la otra aguantó su peso para que no se desplomara dentro.

–Respira, ángel. Ya pasó –le susurró con extrema dulzura una vez que Park pareció estar mejor. –Te ayudaré a ponerte de pie. Sujétate de mí.

Pasó uno de los brazos delgados por sobre su cuello y aferró la estrecha cintura para darle un mayor equilibrio. Fueron hasta el lavabo, donde se encargó de que Jimin pudiera enjuagarse la boca y lavarse la cara con agua fría.

La mirada azulada se veía extremadamente avergonzada por lo que había hecho. Estaba dejando que el mayor de los Jeon cuidara de él y se encargara de higienizarlo. ¿Era malo que se sintiera reconfortado y contenido en sus brazos?

¿Y esa sonrisa afectuosa que le dedicaba, aunque haya presenciado su peor momento? ¿Por qué no estaba asqueado? Sus latidos se llenaron de calidez al darse cuenta de que al príncipe no le importaba. Él sólo quería tener la certeza de que a su indefenso doncel no le estaba pasando nada malo.

–¿Te sientes mejor? –inquirió Taehyung, secando con una toalla el bello rostro de Jimin, dando golpecitos suaves sobre la piel de porcelana. El doncel había sido guiado hasta su cama, siendo atendido por el príncipe, arrodillado a sus pies.

–Sí –respondió, con la boca reseca. El contrario supo lo que su ángel necesitaba y le extendió el vaso con agua que descansaba sobre la mesita de noche.

–Me alegra, cariño. No tienes idea de lo mucho que me asusté cuando saliste corriendo.

–Le agradezco mucho lo que hizo por mí –expresó Jimin tras haberse bebido el líquido, que ayudó a calmar el dolor en su garganta. –Y lo siento por haberlo despertado de esa manera.

–No te preocupes, mi amor. ¿Tienes idea de qué pudo haber sido?

"Mi bebé", fue lo primero que pensó Jimin.

Kivara (Kookmin / Vmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora