Capítulo 12

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| Jaskier |

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| Jaskier |

La cantidad de besos correcta que le das a la persona correcta es precisamente la definición del éxtasis.

Jadeaba en su boca en busca de aire y podía sentir en mi rostro como su respiración también intentaba calmarse un poco, volver a su ritmo habitual. Mis labios, al notar la soledad y la falta de los de su compañera, me permiten darme cuenta de lo adoloridos y acalorados que se encuentran.

Quería seguir y hacer... Bueno, toda clase de cosas por el bien de la continuidad de mi especie. Tal vez en América incluso ya se habían dado cuenta de ello, pero no era el momento. No quiero que piense que hago esto por consolarnos a ambos por un complicado inicio en nuestras vidas. Estos besos fueron todo menos de consuelo.

El sueño parece vencerla luego de pasarnos quizás cuanto tiempo mirándonos las caras. Yo le seguí no mucho después, sin dejar por un segundo el rítmico movimiento de mi pulgar sobre su mejilla sonrosada.

Por la mañana me despierto con una sensación extraña luego de tener sueños bastante ilógicos pero agradables. Me encuentro boca abajo, recordando poco a poco lo que hicimos la noche anterior, aquello produce un revoltijo en mi cabeza y una sensación placentera en el pecho. Al mirar a mi lado, me decepciona no encontrar a Nina.

Me desenredo de la ropa de cama, ignorando el sudor mañanero al que me he acostumbrado ya aquí en KHAOS. Encuentro a Nina poniéndose una ancha camiseta verde botella, además de unas pequeñas calzas deportivas de medio muslo.

—Buenos días —saludo adormilado, bostezando tan grande que casi me cruje la mandíbula. Nina pega un salto al escucharme y se sonroja enseguida al voltearse a verme.

—Buenos días, Jaskier —contesta con timidez y se apresura en recoger unas cosas del suelo.

Me desperezo un poco y me la quedo viendo. El brillo del sol al entrar por la ventana hace resaltar su pelo ya peinado y acomodado.

—¿Cómo dormiste? —se me escapa con voz melosa mientras intento acostumbrar mis ojos a la luz. Nina vuelve a sonrojarse.

—¿Co... cómo?

—Que si dormiste bien —explico sonriendo.

Ella se entorpece y deja caer por accidente unos zapatos que tenía en mano. Los recoge de inmediato y continua lo que hacía.

—Pues,... bien. Gracias.

La sensación de soledad se asienta en mi estómago al notar la culpabilidad de su rostro en vez de nervios. Se me pasa por la mente un montón de razones por las que se arrepentiría de haberme besado anoche y tiene más que mucho sentido.

KHAOS [LIBRO PUBLICADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora