❀Contento de Contento✿

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Y estoy contento de que estoy contento
De que estoy contento
Hoy solo estoy contento
De que estoy contento

🌸


Odio los exámenes, son lo peor que puede existir. Una semana entera haciendo examen de cada idioma y siento que mi cabeza explotará en cualquier momento.  Lo único que me mantenía cuerdo en estos momentos es el recuerdo de mi molestia y yo abrazados durante toda la película el viernes, han pasado dos días y no puedo olvidar el aroma de su cabello y sus manos entrelazadas con las mías.

Al salir de la escuela y con un dolor de espalda matándome lentamente decidí ir un rato a la oficina para distraerme aunque sea un poco. Me senté en el sofá y recargué mis hombros sobre el respaldo, cerré mis ojos, tal vez dormiré por un rato. Solo un rato. 

—Hola. —abrí mis ojos al escuchar aquella vocecita cerca de mi y la vi asomándose en la puerta. Sonreí apenas y me senté de manera correcta.

—Hola, molestia. 

—¿Cómo vas? —preguntó entrando.

—Quiero creer que bien. —no era verdad, el estrés podría matarme en cualquier momento.

—Te irá bien. Estoy segura. —dijo alentándome mientras se sentaba a mi lado y me abrazaba.

—No estoy seguro de eso; nunca antes me había costado tanto trabajo responder un examen, ¿te imaginas eso con cinco exámenes diferentes?

Ella se separó de mi y frunció el ceño: —No empieces con tu negatividad, tonto.

—Qué bonita te ves así.

—¿Enojada?

—Mandona. —confesé y estiré mis brazos para jalarla hacia mi y poder sentarla en mis piernas. La abracé por la cintura y recargué mi cabeza sobre su pecho: su corazón latía fuerte, me gustaba escucharlo.

—¿Qué tienes? —preguntó en un tierno susurro.

—Estoy cansado de esperar.

Era verdad. Estaba cansado de esperar a que el tiempo pasara, de hacer "lo correcto", y no precisamente para nosotros, sino para nuestros familiares y conocidos. Quería ganarme a su padre, quería que confiara en mi y que supiera que era alguien bueno para su hija, que la respetaba y era importante para mi. 

Alcé mi barbilla y me encontré con sus ojos, ella sonrió y la sensación de que todo valdrá la pena volvió a mi. No importaba cuánto tiempo tuviera que pasar para que de verdad fuera mía. Seguiré esperando.

—No será por mucho más. —contestó y besó mi nariz.

—Te equivocaste de lado.

Diablos, por favor, ya bésame. 

—No, definitivamente iba a tu nariz. —refutó entre risas— ¿Sabes? Necesitas distraerte.

—No, yo creo que lo que necesito es que me beses. —era verdad, si ella me besara, además de ganarle la apuesta podría besarla de vuelta como me gusta, con mis manos en sus mejillas, ella de puntitas agarrada de mis brazos. Por un segundo extrañé sus labios, su textura suave y sabor a fresa. Quería besarla, pero no quiero perder— Vamos, párate. —le di una palmada en sus piernas y fui hacia el escritorio para tomar las llaves de mi auto.

—¿A dónde vas?

—Ven conmigo. —pedí y caminamos hacia la puerta.

Ella se detuvo firme: —Pero estamos en horario de trabajo. 

—Soy tu jefe. —respondí y sonreí victorioso.

Abrí la puerta y ahora caminamos hasta el ascensor, lo llamé y esperamos. Ella aún lucía nerviosa.

—¿Pero a dónde iremos?

—Al centro comercial. —respondí y ella me miró raro— Necesito distraerme y quiero estar contigo.

—Bueno, podríamos quedarnos justo aquí y yo podría distraerte. —confesó acercándose a mi y trazando figuritas por encima de mi camisa— En serio no quiero salir.

Las puertas del ascensor se abrieron, pero ninguno de los dos le prestó atención. Sonreí de lado al pensar que me podría divertir mucho más quedándome, después de todo molestarla y ver su carita rojita es mil veces mejor.

—¿Estás dispuesta a convencerme? —pregunté a la par en la que la abrazaba por los hombros y caminábamos de vuelta a la oficina.

—Si, mientras no comprometa mi integridad, lo haré.

Reí. Siempre logra salirse con la suya.

Al llegar a mi oficina, cerramos y volvimos a tomar asiento en el sofá, cada uno en un extremo. ¿Qué hacíamos? Bueno, solo nos mirábamos.

—Me gustan tus ojos. —confesé mirándola y sus mejillas se coloraron ligeramente de carmín.

—¿En serio?

Asentí: —Y también me gustan tus labios. Me dan ganas de besarte.

Ahora soltó una carcanada rompiendo todo contacto visual.

—Podrías hacerlo, pero eres lo suficientemente orgulloso como para dejarte perder.

—Pero tú podrías besarme. —agregué— Estoy muy seguro de que te gustan mis labios.

—Pero tampoco quiero perder.

—Vamos, juro que valdrá la pena. —intenté acercarme pero ella me esquivó: —Vamos, solo uno pequeñito.

—No, no. Un beso, por más pequeño que sea, es un beso. —sentenció— Pero, te propongo, otra cosa.

—Olalá, eso me interesa. —respondí con mi voz más seductora.

—No te emociones. —rio rodando los ojos— Te daré un beso en la mejilla y luego te abrazaré por todo el tiempo que quieras, ¿qué dices?

—Molestia, eso no se compara en nada con un beso. —repliqué en un intento de convencerla por perder.

—Oh, bueno, entonces me iré. Tengo trabajo que hacer.

Cuando intentó levantarse la tomé de la muñeca y tiré hacia mi. La tenía tan cerca que podía ver el destello dorado de sus ojos.

—¿A dónde ibas? —pregunté con cinismo.

—Hmp, te dejaré ganar por esta ocasión. —dijo acomodándose sobre mi pecho— Pero no te acostumbres.

Permanecimos en silencio por un par de minutos. Yo no podía dejar de pensar en el día de la boda de mi primo y que toda mi familia la conocería. Ese día definiría nuestra vida. Mi vida.

—¿Te digo algo? —pregunté acariciando su cabello.

—Sabes que si. —murmuró.

Respiré con profundidad y mi corazón latió con fuerza.

—Soy muy feliz cuando estoy contigo. —solté sin más— No puedo imaginar ser más feliz con alguien que no seas tú.

Sakura 》SasusakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora