Capítulo 14: San Valentín

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Mi tobillo se encuentra mejor

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Mi tobillo se encuentra mejor. Ni siquiera fue un esguince, lo cual agradezco porque de ser así hubiera tenido que descansar un par de días.

Cuando se lo conté a Summer se molestó tanto que quiso acompañarme a mi clase solo para golpearla. Yo pensé más razonable y decidí que hablaría con Everly, en paz. Sé que no le caigo bien, pero al menos merezco una disculpa. Dudo que su madre se ponga de su lado.

En cuanto a Reese y Asher, ellos fueron regañados, pero luego los consintieron como bebés por estar lastimados. Por suerte los moretones sanan rápido y podrán volver a jugar luego de recibir su castigo. El entrenador Losey decidió que limpiarían la cafetería por dos semanas a cambio de dejarlos en el siguiente partido.

Por cosa extraña, los mareos disminuyeron al igual que mi cansancio. De seguro se debió a la presión y mi cuerpo retomó su ritmo en el ballet.

Ahora estoy preparando galletas con Kristal para San Valentín. Bueno, ella hizo la mayor parte, yo solo corté la masa en forma de corazón. Las de Summer son de frambuesa, mientras que las de Reese son una versión de los s'more. Tienen chocolate al medio y malvaviscos en la parte de arriba. Las coloco en cajas individuales y las cierro colocándole un listón rosado, haciendo un moño arriba.

—¡Grace, vámonos! —Grita mi hermano bajando las escaleras.

Guardo las cajas en una bolsa de papel, le agradezco a Kristal por haberme ayudado y corro hacia la puerta donde él ya me está esperando. Nos acercamos al auto de Reese y subimos. Ni siquiera tengo tiempo de saludarlo porque Asher comienza a contarle sus planes con una chica —la segunda en el mes— y no calla hasta llegar a la escuela. Salimos y las chicas de inmediato se acercan a ellos con obsequios o con intenciones de obtener una cita. Me alejo lo más que puedo, abriéndome paso entre la multitud para buscar mi salón. Cuando llego, visualizo a mi amiga sentada en su lugar, apoyando sus piernas en la silla de al lado. Me acerco a ella, quito sus piernas y tomo asiento.

—Feliz San Valentín, Ce —Baila una de sus cejas—. ¿El guapo Reese Davies ya te dio tu regalo?

—Summer —La reprendo—. No digas eso en público.

Ella ríe. Pongo la bolsa sobre la mesa y saco una de las cajas. La extiendo frente a ella, provocando que sus pupilas se agraden y el azul de sus ojos brillo más intenso. La toma dando un chillido, para luego abrazarme por el cuello, casi asfixiándome.

—¿Ya te dicho lo mucho que te quiero?

—Quieres más a la comida de Kristal que a mí —Me burlo.

Se aleja, mirándome indignada y llevando una mano a su pecho.

—Jamás diría tal atrocidad.

El momento serio no dura nada porque comenzamos a reír.

Mi último deseo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora