CAPITULO QUINCE: Erea

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El tiempo era concepto extraño para los Individuos de la Academia Hades. Los Maestros explicaban la teoría una y otra vez, pero las palabras no tenían sentido para los niños a punto de cumplir diez años, que revivían el mismo día una y otra y otra vez.

Tampoco era un concepto que les resultase agradable o placentero de entender ya que allí dentro todo parecía ser lo mismo, día tras día. Tortura tras tortura. Lección tras lección.

Muerte tras muerte.

¿Víspera de Año Nuevo? ¿Un Año Nuevo? Era casi ridículo pensar en nuevos comienzos cuando la tortura y el dolor nunca terminaba allí. ¿Cómo podía empezar algo que jamás había terminado?

Erea casi no hablaba con Kilian y Nyx últimamente. Los tres siempre habían congeniado mucho más entre ellos que con el resto de los Individuos. De hecho, Nyx se sentía aterrada de la gran mayoría de aquellos niños. A veces se quedaba despierta hasta altas horas de la noche, sin poder conciliar el sueño, observando la puerta de su habitación de cemento mientras Erea descansaba, con pánico ante la idea de que Enyo o Keres entrasen por allí.

Cuando una noche no pudo aguantar más las ganas de ir al baño a orinar y la emergencia era más grande que el miedo que sentía por el resto de los niños del Proyecto Ares, se escabulló silenciosamente por los pasillos de cemento. Fue entonces cuando estaba saliendo del baño que se chocó de lleno con una figura. Su grito de terror fue rápidamente silenciado por una mano que le cubrió su boca. Ahora me toca a mí. Me agarraron a mi. Me tocó a mi. ¿Por qué a mi?

Cerró sus ojos con fuerza a la vez que enormes lágrimas inundaban sus ojos rápidamente. Si te ven llorar es peor, les encanta que llores. No llores. No les demuestres que te duele. No les demuestres nada. No dejes caer las lágrimas.

Esperó el primer golpe. Esperó el primer corte. La primer maldición. Esperó sentir sus ropas desgarradas y el frío acariciar su desnudez. Esperó el toque.

Pero nunca llegó.

Abrió sus ojos lentamente, las lágrimas contenidas escaparon furiosamente de su agarre. Y se encontró con los ojos marrones de Kilian, quien tenía su mano sobre la boca de Nyx y con su dedo índice de la otra mano hacia una seña de que haga silencio sobre sus propios labios. Ella asintió con su cabeza desesperadamente y él la soltó.

Esa noche se quedaron intercambiando susurros en el suelo del baño de la Academia Hades hasta que los Individuos comenzaron a despertarse.

A Kilian y Nyx los unía el miedo compartido de aquella noche.

Kilian le había explicado que su habitación quedaba justo al lado de la suya y que la había visto pasar hacia los baños. Por eso había decidido seguirla.

Porque había sido así como lo habían agarrado a él.

Nyx notó que las palabras fluían de ella con absoluta naturalidad. Le contó su más grande miedo. Le explicó que muchas veces no podía dormir porque las cosas que había visto hacer a Enyo y a Keres con sus animales de compañía le daban pesadillas.

Mantener su vínculo con Kilian era fácil. Era liviano y para nada forzado. Quizás su única compañía en la caja de cemento. Y las visitas durante las noches que tenía miedo al baño eran un mimo al alma, cuando habían vivido la duración de su corta vida sin ningún tipo de acercamiento afectivo. Hablar era más que suficiente cariño para seres tan depravados de amor. Cuando pasó lo de Erea todo cambió.

Erea había tenido un ataque cuando les explicaron qué significaba la fiesta de Año Nuevo en el mundo exterior. Se había rehusado a utilizar magia desde aquel día en adelante. Siempre había sido muy sensible, hacía muchas preguntas. Necesitaba que le repitan las cosas. Necesitaba saber el porqué de todo. No se movía si no tenía razones para hacerlo.

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