Sus piernas temblaban. Se tambaleó y se sentó en la cama nuevamente, mirando sus manos, su cabeza agachada como si estuviese orando.
—Sabía que era diferente —susurró a sus propios dedos temblorosos —. Sabía que era especial.
—Bueno, estabas bastante acertado —dijo Dumbledore, quien ya no sonreía, pero miraba a Riddle intensamente —. Tú eres un mago.
— ¿Usted también es un mago?
—Sí, lo soy.
—Pruébelo —espetó Riddle. Dumbledore arqueó las cejas
—Sí, si como lo estoy asumiendo, estás aceptando tu lugar en Hogwarts.
— ¡Por supuesto que acepto!
—Entonces te dirigirás a mí como Profesor o Señor.
La expresión de Riddle se endureció por un momento antes de decir, con una voz educadísima e irreconocible
—Lo siento, Señor...Quiero decir...por favor Profesor, ¿podría mostrarme...?
Harry estaba seguro que Dumbledore se negaría, de que le diría a Riddle que habría suficiente tiempo para demostraciones prácticas en Hogwarts, que en ese momento estaban en un edificio lleno de muggles y que por lo tanto debían ser cautelosos. Sin embargo, para su gran sorpresa, Dumbledore extrajo su varita del bolsillo de su saco, apuntó al viejo armario en la esquina y le dio a su varita una ligera sacudida.
El armario se incendió. Riddle se incorporó de un salto, Harry apenas podía culparlo por tener rencor e ira, todas sus posesiones debían haber estado allí dentro. Pero cuando Riddle miró a Dumbledore, las llamas se desvanecieron, dejando al armario sin daño alguno.
— ¿Dónde puedo conseguir una de esas?
—Todo a su tiempo —dijo Dumbledore —. Creo que hay algo que quiere salir de dentro de tu armario.
Por primera vez, Riddle se veía asustado, dudó, luego cruzó la habitación y abrió de golpe la puerta del armario. En el último estante, sobre una pila de ropa gastada, una pequeña caja se estaba agitando y chillando como si hubiera varios ratoncitos frenéticos atrapados allí dentro. Riddle le quitó la tapa y arrojó el contenido a su cama sin mirar. Harry vio un desorden de objetos comunes: un yoyo y una desgastada armónica entre ellos.
—Se los devolverás a sus dueños junto con unas disculpas —dijo Dumbledore calmado, guardando su varita nuevamente en su saco —. Me deberé enterar si lo has hecho. Y estás advertido, robar no es tolerado en Hogwarts.
Riddle no se veía ni remotamente avergonzado, miraba fría y desvergonzadamente a Dumbledore.
—En Hogwarts —prosiguió Dumbledore —enseñamos, no solamente a usar magia, sino también a controlarla. Tú has estado, inadvertidamente estoy seguro, usando tus poderes de una manera que no es enseñada ni tolerada en nuestro colegio. No eres el primero, ni serás el ultimo, en dejar que la magia te controle. Pero deberías saber que Hogwarts puede expulsar estudiantes, y que el Ministerio de la Magia, sí, hay un Ministerio, castiga a los que quebrantan la ley aún más severamente. Todos los magos nuevos deben aceptar eso, al entrar a nuestro mundo que está regido por nuestras reglas.
Era imposible decir en qué estaba pensando, su cara permanecía inexpresiva mientras guardaba el pequeño botín de objetos robados de nuevo en la caja de cartón. Cuando terminó, se volvió hacia Dumbledore y dijo secamente
—Yo no tengo dinero.
—Eso se arregla fácilmente —dijo Dumbledore sacando un monedero de su bolsillo —hay una fundación en Hogwarts para aquellos que requieran ayuda para comprar libros y túnicas. Deberás comprar de segunda mano algunos de tus libros de hechizos y demás, pero...
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Elegido con el corazón.
FanfictionSexto año en Hogwarts. Pareja principal Harry y Hermione. Enredos, celos y amor.