Capítulo 10

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En el desayuno los Slytherins chiflaban y abucheaban a cada miembro del equipo de Gryffindor que entraba en el Gran Salón. Harry echó un vistazo al techo y vio en el cielo azul claro un buen augurio. La mesa de Gryffindor, vitorearon al acercarse Harry y Ron.

— ¡Anímate Ron! —exclamó Lavender.

Ron la ignoró, se sentía demasiado nervioso para mirar a alguien.

Unos minutos después Hermione, quién se había cansado del reciente comportamiento desagradable de Harry, al grado de no bajar a desayunar con ellos, se detuvo un momento en su camino hacia la mesa. Pese a que Harry se comportaba como un tonto, no quería que perdieran su partido por culpa de los nervios de Ron. Ya había cometido demasiadas locuras por Harry y esta seria una más en la lista.

— ¿Podemos hablar Ron? —Lanzó una mirada al pelirrojo y evito a Harry —. A solas.

Ambos y voltearon a verla. Ron asintió y se levantó de su asiento.

—Toma, —Hermione se acercó a escasos centímetros de su rostro y le ofreció una pequeña botella en su mano —esto ayudara a que puedas jugar sin que mates a alguien del equipo

—No puedo —dijo Ron abatidamente y sacudió su cabeza —. Se que eres brillante, pero ninguna pocion que hayas preparado puede hacerme mejor jugador en minutos.

—Suerte liquida —Hermione susurro en su oído, hizo una mueca débilmente y entonces Ron comprendió —. Ahí tienes. Tómatelo.

—Bien —Ron sonrió.

Cuando Ron regreso a su asiento, Hermione ya había salido del Gran Salón sin saludar a Harry. El pelirrojo estaba concentrado en beber un vaso de jugo de calabaza que ni siquiera se dio cuenta que sus amigos no se hablaron. Era común que Harry se peleara de esa forma con él y dejaran de hablarse por un tiempo, pero no con Hermione. Ron apenas había llevado el vaso hacia sus labios cuando Harry habló cortantemente.

— ¿Qué quería Hermione? —preguntó Harry tentativamente.

—Desear suerte.

¿Suerte? Eso era la mentira más grande del mundo. Porque ni siquiera lo había mirado. Debió desearle suerte a él no al torpe de Ron.

Se levantó de la mesa y se alejó con Ron a lado. Harry la miró irse sin remordimiento. Hermione nunca había comprendido la seriedad del Quidditch y estaba siendo obstinada. Después miró hacia Ron, quien estaba chasqueando sus labios.

—Casi es hora —dijo Harry despreocupadamente.

El pasto escarchado crujió bajo sus pies al dirigirse hacia el estadio.

—Qué suerte que el clima esté bien, ¿eh? —preguntó Harry a Ron.

—Si —dijo Ron, que estaba pálido y parecía enfermo.

Ginny y Demelza ya vestían sus túnicas de Quidditch y esperaban en el vestidor.

—Las condiciones parecen ideales —dijo Ginny, ignorando a Ron —. ¿Y adivina qué? El Cazador Vaisey de Slytherin. Le pegó una Bludger en la cabeza ayer durante su práctica, y está muy adolorido para jugar ¡Y mejor que eso Malfoy también está enfermo!

— ¿Qué? —Harry dio la vuelta para ver a Ginny —. ¿Está enfermo? ¿Qué tiene?

—Ni idea, pero es genial para nosotros —dijo Ginny brillantemente —. Están jugando con Harper en su lugar, él está en mi grado y es un idiota.

Harry sonrió vagamente, pero mientras se ponía su túnica escarlata su mente estaba lejos del Quidditch. Malfoy anteriormente había alegado una vez que no podía jugar por una herida, pero en esa ocasión se aseguró que el juego fuera reprogramado en una fecha que favoreciera a los Slytherins. ¿Por qué ahora estaba feliz de dejar a un substituto? ¿Estaba realmente enfermo, o estaba fingiendo?

Elegido con el corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora