Capítulo 18

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Y efectivamente el hombre que Harry había visto en El Profeta estaba siguiendo la estela de Percy, cojeando ligeramente, su melena de pelo grisáceo y su capa negra salpicada de nieve. Antes de que ninguno de ellos pudiera decir nada, antes de que el señor y la señora Weasley pudieran hacer más que intercambiar miradas sorprendidas, la puerta de atrás se abrió y allí apareció Percy.

Hubo un momento de angustioso silencio. Entonces Percy dijo más bien con frialdad.

—Feliz Navidad, Madre.

— Oh, ¡Percy! —dijo la señora Weasley, lanzándose a sus brazos.

Rufus Scrimgeour se paró en la entrada, apoyándose en su bastón y sonriendo mientras observaba la conmovedora escena.

—Usted perdone por la intrusión — dijo, cuando la señora Weasley miró a su alrededor, sonriendo y limpiándose los ojos. — Percy y yo estábamos por la vecindad, trabajando, ya sabe, y no pudo resistirse a pasar y verlos a todos.

Pero Percy no mostró ningún signo de querer saludar al resto de la familia. Se mantenía de pie, con rostro impasible y daba impresión de incomodidad, mirando por encima de las cabezas de todos. El señor Weasley, Fred y George estaban todos observándole, atónitos.

— ¡Por favor, pase, siéntese, Ministro! —revoloteó la señora Weasley, enderezando su sombrero. — Tenga un poco de purkey, o algo de tooding, quiero decir...

—No, no, mi querida Molly, — dijo Scrimgeour. Harry supuso que había comprobado su nombre con Percy antes de entrar en la casa. —No quiero molestar, no estaría aquí si no fuera porque Percy tenía tantas ganas de venir...

— ¡Oh, Percy! — dijo la señora Weasley llorando, acercándose para besarle.

—...Sólo venimos por cinco minutos, así que me daré una vuelta por el jardín mientras usted pone a Percy al corriente. No, no, ¡le aseguro que no quiero entrar en su conversación! En fin, si a alguien le importa enseñarme su fantástico jardín...ah, este jovencito ha terminado, ¿por qué no se da un paseo conmigo?

La atmósfera en la mesa cambió perceptiblemente. Todos miraron de Scrimgeour a Harry. Nadie parecía creer que Scrimgeour fingiera no saber el nombre de Harry, ni que encontrara natural que fuera éste quien le acompañara al jardín, cuando Ginny, Fleur y George también habían acabado sus platos.

—Sí, claro —dijo Harry en medio del silencio.

No se engañaba, por todas las palabras de Scrimgeour que habían resaltado el hecho de que Percy quisiera visitar a su familia, ésta debería ser la verdadera razón por la que habían venido, para que Scrimgeour pudiera hablar a solas con Harry.

—Está bien —dijo en voz baja, mientras pasaba cerca de Lupin, que se había levantado a medias de su silla. —Bien — añadió, cuando la señora Weasley abrió su boca para hablar.

— ¡Maravilloso! —dijo Scrimgeour, apartándose para dejar pasar a Harry por la puerta delante de él. Sólo daremos una vuelta por el jardín y entonces Percy y yo nos iremos. ¡Continúen, todos!

Harry caminó a través del patio hacia el jardín de los Weasleys, que habían dejado crecer demasiado y estaba cubierto de nieve, con Scrimgeour cojeando ligeramente de su lado. Había sido, Harry lo sabía, jefe de la Oficina de Aurores; parecía duro y tenía cicatrices de combate, muy diferente del corpulento Fudge con su sombrero de bombín.

—Encantador —dijo Scrimgeour, parándose en la cerca del jardín y mirando hacia el césped nevado y las plantas indistinguibles.

Harry se quedó callado. Podría decir que Scrimgeour lo estaba mirando.

Elegido con el corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora