Capítulo 21

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—No creo que ella sepa que existo —dijo Ron con un gesto desesperado.

—Ella definitivamente sabe que existes —dijo Harry, un tanto aturdido —. Te sigue besuqueando, ¿no es cierto?

Ron parpadeó:

— ¿De quién hablas?

Harry se quedó mirándolo con la boca abierta. No se lo esperaba y no estaba muy seguro de si quería oírlo o no. Muy amigos podrían ser, pero si Ron comenzaba a tener sentimientos románticos por Hermione, él tendría que distanciarse, no podría con ello.

—¿Y por qué eso no te deja ir a desayunar? —preguntó Harry, intentando tratar el tema con algo de sentido común.

—Romilda Vane —dijo Ron suavemente y toda su cara pareció iluminarse al decirlo, como si le hubiesen llegado al rostro los rayos solares.

Se miraron mutuamente por casi un minuto, antes de que Harry dijese:

—Es una broma, ¿verdad?

Si Ron estaba bromeando o no, era lo mejor que Harry pudo escuchar en ese momento.

—Creo...Harry, creo que la amo —dijo Ron con una voz sofocada.

—Está bien —dijo Harry, caminando hacia Ron para ver mejor sus ojos vidriosos y su piel pálida —. Está bien...Repítelo, pero esta vez en serio.

—La amo —repitió Ron jadeando —. ¿Has visto el pelo, es brillante y sedoso...y sus ojos? Sus bellos ojos grandes. Y su...

—Esto es muy entretenido y todo eso —dijo Harry impacientemente —pero está bien de bromas, ¿entendido? Déjalas.

Se volvió hacia la puerta para irse, no había caminado ni dos pasos cuando sintió un golpe en su oreja izquierda. Tambaleando, miró alrededor. El puño de Ron estaba volviendo hacia él, su cara contorsionada de rabia, le iba a pegar de nuevo.

Harry reaccionó instintivamente: sacó su varita del bolsillo y lanzó el primer hechizo que se le cruzó por la mente:

—¡Levicorpus!

Ron gritó como si se hubiese torcido el tobillo hacia arriba de nuevo, colgaba irremediablemente volteado de cabeza y su túnica le colgaba.

—¿Por qué hiciste eso? —bufó Harry.

—¡Tú la insultaste, Harry! ¡Dijiste que era una broma! —gritó Ron, mientras lentamente se estaba volviendo púrpura por la sangre que se le iba a la cabeza.

—¡Esto es una locura! ¿Qué le pasó a tu...?

Y luego vio la caja de chocolates abierta en la cama Ron y la verdad lo golpeó en la cara como una estampida de trolls.

—¿Dónde conseguiste esos Chocolates de Caldero?

—Son un regalo de cumpleaños —gritó Ron, girando lentamente en medio del aire, mientras se intentaba liberar —. Te ofrecí uno, ¿no?

—Los recogiste del suelo, ¿no es cierto?

—Se deben haber caído de mi cama, ¿está bien? ¡Déjame ir!

—No se cayeron de tu cama, necio, ¿que no entiendes? ¡Eran míos y los saqué del baúl cuando buscaba el Mapa, esos son los Chocolates de Caldero que Romilda me obsequió antes de Navidad y están cubiertos con poción de amor!

Ron no parecía haber escuchado ni una sola palabra de todo lo que dijo Harry.

—¿Romilda? —Repetía — ¿la conoces? ¿Me la presentarías?

Elegido con el corazón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora