Tengo mucha hambre y me duele la cabeza.
¿Dónde estoy?
Iruma se revolvió en su lugar, un enorme bostezo; por alguna razón se sentía como después de despertar de una larga siesta y aun con eso su cuerpo entero quería seguir acostado, estaba muy cansado. Haciendo acopio de fuerzas Iruma levantó sus brazos al techo y procedió a estirarse tan alto como era. Sus ojos aun pesados se acostumbraban al sitio donde se hallaba. El pecho le pesaba, se sentía torpe en su cuerpo y aun deseaba poder dormir.
Fue cuando pudo ver que se hallaba en la enfermería, a unos metros de él, inexpresivo, se encontraba de pie su abuelito mirándolo con mucha atención. Parado a su lado estaba él, con la cara más asustada que pudiera recordar haber hecho en su vida.
¡¿Qué demonios pasaba?!
- ¡Abuelito, ¿Qué sucede?! -
La voz que emitió Iruma sonaba asustada y ansiosa. Lo más shockeante era que el timbre era totalmente femenino.
¡¿Qué le había pasado a su voz?!
Con un movimiento involuntario Iruma llevó ambas manos a su cuello, pero antes de alcanzar su objetivo inicial, reparó en aquellas manos del todo ajenas a las que había conocido desde siempre. Estás eran suaves y delicadas, con largos dedos que terminaban en uñas algo puntiagudas, esmaltadas en color naranja haciendo resaltar más el manicure perfecto. Moviéndolas de arriba abajo y de un lado a otro, Iruma pudo comprobar que, en efecto, esas manos ajenas se movían cuando él lo quería. Con creciente curiosidad Iruma las movió: tocando, primero su cabeza, pudo notar dos montículos suaves y picudos en el parte superior de está, imaginando de inmediato las orejas de un zorro. Bajando lentamente Iruma notó que su pelo antes largo hasta el hombro y azul, repentinamente había crecido y se enredaba entre sus dedos. Su color, también había cambiado a un tono naranja oscuro. Tratando inútilmente de desenredarlo de entre sus dedos, Iruma jaló tan fuerte que por inercia su mano chocó con su pecho.
Suave, turgente y abultado, Iruma se puso colorado de inmediato. Ese pecho definitivamente era de mujer.
Profundamente avergonzado, Iruma levantó poco a poco la vista. Su abuelito no se había movido ni un centímetro de su posición inicial aun lo miraba, pero la mirada inexpresiva había sido reemplazada por algo parecido a una sonrisa discreta. Seguro que había visto su pequeña debacle pelo/pecho.
Junto a él, podía ver a su cuerpo estaba igualmente estático, con la vista baja y el rostro muy sonrojado. Otro testigo de su torpeza, quien quiera que estuviera en ese momento dentro de su persona, y sí la situación no fuera lo suficientemente extraña y humillante, aun no podía desenredar los dedos del sedoso cabello anaranjado que los aprisionaba comenzando una minibatalla con él, levantándose y caminando de un lado a otro tratando de zafar sus dedos del sutil agarre.
En cualquier otra circunstancia hubiera sido relativamente sencillo deshacer aquel embrollo de cabello, Iruma era muy hábil con cualquier actividad que involucrara trabajo manual y sí a esta habilidad innata también se le sumaba la experiencia, recién adquirida, en cuestión pelo largo, debido a su incursión en el mundo de las akudol, donde por un breve periodo de tiempo debió personificar a una dulce, tierna y tímida chica, aquella maraña de cabello rojizo enredándose en sus manos debió haber sido sencilla de deshacer. Sin embargo, esta situación distaba años luz de aquella, por la simple y sencilla razón que aparentemente ahora sí era una chica, y al unir los puntos luminosos, Iruma fue capaz de averiguar de quien era el cuerpo que aparentemente habia tomado prestado. Ni más ni menos que de Amelie -san, y aunque no fuera el sujeto más inquisitivo del mundo podría jurar que si él estaba en el cuerpo de Amelie, la persona que estaba en el suyo era la capaz presidente del consejo estudiantil, fanática empedernida del manga "Recuerdo del primer amor" la mismísima, Amelie -san. Y sí esto no fuera lo suficientemente complicado, pronto aquella demonio a la que tanto admiraba sabría que él era un simple humano, ella, hija del jefe de la policía del Inframundo, seguramente lo regresaría al mundo humano y todo se acabaría. Le borrarían la memoria y no volvería a ver a sus amigos, Clara y Azz, ni a Opera -san, ni a la clase de inadaptados. ¡No volvería a probar la deliciosa comida del Inframundo!
Iruma trató de no entrar en desesperación, había pasado por tantas cosas y sabía que imaginar lo peor jamás funcionaba. Nuevamente retomó su labor tratando de desenredar el cabello de entre sus largos y femeninos dedos, pero nuevamente ese cuerpo totalmente ajeno y sus movimientos, que parecían impregnados de demasiada fuerza, lo traicionó. Rebotando una vez más en los enormes atributos de la presidenta estudiantil.
Iruma no pudo evitar una sensación placentera hormiguear en la punta de sus dedos, ahora sí completamente consciente de aquel roce. Nuevamente sintió un furioso rubor cubrir su cara, de la punta de la nariz hasta las puntas de las orejas.
Toda la calma desapareció en aquel simple hecho y la paciencia casi legendaria de Iruma se quebró, volviendo a forcejear con el cabello rojizo que continuaba atorado en la punta de sus dedos, pues si bien la situación era desesperada, por primera vez el chico de 14 años notó lo evidente: Amelie -san era muy atractiva.
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Love Potion (IRUAME, MAIRIMA)
FanfictionEl resentimiento y la venganza nacen irremediablemente en un pequeño demonio dispuesto a usar cualquier medio para hacer notar su presencia. En medio de esta batalla por lograr un nombre y reputación en Babylis , la escuela más importante del Infram...